¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Yo era una fanática más, de las que muere en la cancha o por gritar un gol suyo. De las que hace de todo por conseguir una entrada a un partido -bueno, casi todo- como trabajar de niñera, camarera, cocinera o incluso de paseadora de perros. De las que se pintan la cara con su nombre o le envía trecientos millones de mensajes privados a su Instagram.
Pero si hubiese sabido que lo iba a conocer así no hubiese hecho nada de lo anterior. Aunque el destino es jodido, todo ese día fue a mi favor. Y probablemente todo lo que viví después fue irreal.