Capítulo 20

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—La suma de los componentes da como resultado...—el profesor hablaba pero para mi no tenía sentido.

Mi cabeza tenía a Joaquín en foco.
Rocío era una bailarina de televisión. Con un lindo cuerpo, unos hermosos ojos y un bello rostro; dejándome en la otra esquina del ring como un saco de basura.
Famosa y bronceada.

Miré mi mano, de seguro ella tenía una manicura perfecta.
Se me venían los besos a la mente; los besos que nos habíamos dado como lluvia. Pero me aparecía Rocío como una película de terror.

Las tediosas clases terminaron y salí de la Universidad. Me dolía la cabeza.
Me paré en la entrada y le hice señas a un taxi, el auto paró y estaba por subir cuando vi un auto familiar estacionado frente al edificio.

El auto de Joaquín.

Dejé la puerta abierta y me asomé por la ventanilla.

—¿Qué haces acá?—pregunté un poco molesta.

—Esperando a una chica muy linda—respondió tranquilo.

Mi cara se calentó pero odiaba ponerme así por cualquier pavada que dijera.

—Suerte con eso...

Me alejé del auto y caminé al taxi.

—¡Macarena!—gritó, ahora bajado del auto. Sonreí aún de espaldas al tucumano y cambié mi expresión al girarme a verlo.—Te vine a buscar a vos. Vení.

—No, hoy como en casa.—Mentí, la verdad no me apetecía ver a mi madre.

—Dale, vení.—Se apoyó en el Audi.

—No.

Me giré al auto que había parado pero ya no estaba. Lo miré arqueando una ceja.
Sonrió victorioso y negué.
Caminé un poco renegada hasta la puerta de su auto y subí. Sonreía como un idiota, pero siendo sincera era el idiota más lindo que había visto.

Condujo hasta su casa y no dijimos nada, pero notaba la, para nada disimulada, sonrisa en su cara.

Abrió la puerta de su apartamento y me dejó pasar.

—¿Y cómo vamos a hacer con mi mamá?—quise saber. Ya me la podía imaginar como una leona enjaulada cuando llegue a casa.

—Tranca palanca, Carlota se va a encargar de eso...—Aseguró y se sacó la campera y los lentes de sol.

—Me parece que sos una mala influencia para Carlota.

Dejé mis cosas y lo seguí hasta el living.

—¿Pedimos pizza?—sacó su teléfono y asentí.

Suspiré cuando se posicionó frente a mí. No podía mantenerle la mirada.

—Quiero que hablemos—dijo.

—Yo no tengo nada para decirte— me defendí, rápida.

—Pero yo si te quiero explicar...—Habló y negué.

—Joaquín, no somos nada, nos dimos unos besos y nada más. No me tenés que explicar.—Ni yo reconocía de donde salían esas palabras.

—Macarena, lo que dicen los medios no es verdad.—Me miró.—No entiendo el porqué de tu enojo; son inventos de los periodistas. Ni la conozco en persona a la mina esa.

—Está por todos lados, la pareja revelación— hice un ademán.

—Pero es la televisión, viven de mentiras esos locos. Desde que llegué a Argentina me la pasé con vos, podría haberla conocido pero no. No quiero conocerla—afirmó. Demasiado seguro.

—Ella es hermosa, te conviene Joaquín, seamos honestos.—Siempre evitando su mirada.

—Me pasan cosas cuando te beso, me gustas.—Apenas pude escuchar lo último.

—¿Qué cosas te pasan?

—Déjame recordar.—Cuando terminó esa oración se acercó para fusionar nuestras bocas en algo difícil de explicar. Porque no me daban ganas de separar eos que él había formado.

Se separó y mantuve mis ojos cerrados recordando el beso de hace segundos. Quería otro.

—Me vas a decir que no te pasa nada.—Su aliento a menta chocó contra mi boca. Abrí mis ojos.

—No me hagas esto...—Susurré por piedad pero volvió a acercarse, rozó nuestros labios sabiendo que provocaba estragos en todo mi interior.

—Créeme.—Pidió.

Besaba mi boca de forma delicada, como si la suya fuera una pluma.

—Te creo.—Susurré cuando nos separamos.

Comimos y después de varios besos más me llevó a casa, entré y no había nadie. Suspiré aliviada.

Joaquín💘:
Ya quiero volver a verte.

Mi celular vibró y sonreí al ver el mensaje. Subí al primer piso y me llamó la atención que la puerta de la habitación de mi madre estuviera abierta. Me asomé y me la encontré. Sentada en la cama, con una valija a su lado.

—Ma...

Me miró.

—Rena, vení—su voz estaba débil.

—¿Y eso?—Miré la valija mientras me sentaba a su lado.

—Es que me voy de viaje hasta el fin de semana. Por trabajo— avisó y pasó el brazo por mis hombros. Esto estaba raro.

—¿Todo bien?—pregunté. Era normal lo de sus viajes laborales.

—¿Quién diría que vos serías mi orgullo?—preguntó.—Siempre vi a Giselle más formal y correcta; y vos terminaste haciendo bien.

—Que tenga novio no significa que haya cometido un crimen.—Si se enterara de Joaquín yo ya estaría camino a la horca.

—Es que ni siquiera es su novio. Es un amigo que se acuesta con ella; nada formal. Queda feo para el apellido.—Dijo.

—Ah, pero se están conociendo.—Hablé.

—Lo pueden hacer de otra forma, no a las escondidas y así. Queda mal para la familia, casi todos nuestros conocidos saben...—se alteró.

Lo mejor sería no hacerle la contra, por lo que besé su frente y antes de salir de la habitación dije.

—Suerte en el viaje, mamá.

Era raro ver o sentir a mi madre tan dócil y calmada; siempre era yo haciendo problemas o metiéndome en ellos. Pero ahora Giselle era la incorrecta y rebelde, mientras no supiera lo de Joaquín.

Me preparé para ir a la cafetería donde rato después llegó Carlota con sus delirios de que Ian era un celoso. Pero yo no lo veía así, Ian siempre me había intentado proteger; como un hermano.

Hablamos de Joaquín, y a ella le encantó la idea de que estuviéramos juntos; aunque todavía era una idea bastante precipitada.
Por otra parte la bailarina no desmentía acerca de la relación, solo fingía demencia. Pero no me interesaba; Joaquín me había aclarado lo que le pasaba.

Cosas conmigo.

Me pellizqué varias veces para ver si podía despertar del sueño.

⚡⚡⚡

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Las adoro de verdad!

2,5K 🚀 me siento en el cielo ninias🌹

Gracias por tanto!!

Nos leemos pronto!📼

Unreal | Joaquín CorreaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora