Unreal | Joaquín Correa

Capítulo 32

El partido empezó y sinceramente, me costaba poner atención sabiendo que Joaquín estaba mirando.

Giselle había llegado junto con mi madre y si antes estaba distraída por Joaquín, ahora sentía mis manos sudorosas de los nervios. Estaban sentados bastante alejados pero estaban ahí. Compartiendo la misma grada.
Mi madre y mi hermana nunca habían faltado a un partido, por más que no estuvieran de acuerdo con que practicara el deporte.
Me sorprendía que Ian no hubiera ido.

¿Y si Joaquín se acercaba a saludarme y mi madre lo veía?

Sin embargo, ganamos el partido. Por una diferencia de dos goles. La estrategia de la entrenadora había dado resultado.
Festejamos de forma grupal y luego nos dispersamos, cada cual a sus cosas.
Ahora estaba bajo presión.

¿Hacia donde iba?

Me puse el bolso al hombro y miré hasta donde estaba mi madre y hacia donde Joaquín me miraba. Joaquín se puso de pie y caminé hasta donde mi hermana estaba, para que no se acercara.

—Bien hecho—dijo y tocó mi hombro. La frialdad de mi madre nunca dejaba de sorprenderme.

—¡Estuviste de diez!—Giselle me abrazó y me pasó un buzo que no dudé en ponerme porque hacía frío.

—Gracias...

—Voy a llevar a mamá a su reunión que llega tarde. Despedite de Carlota, ya vengo—. Mi hermana me guiñó el ojo sin que mi madre se dé cuenta. Cuanto amaba a mi hermana.

Asentí y cuando se fueron a la playa de estacionamiento caminé hasta Joaquín.

—¡Que campeona!—. Estiró sus brazos para abrazarme.

—Estoy toda transpirada.— Me quejé de su abrazo.

—Sos una leona...—Sonrió.

—Basta, me haces poner roja.— Me toqué las mejillas.

—¿Te llevo a tu casa?

—Bueno, pero para darte la oportunidad de viajar con una campeona—. Respondí y rio.

—Viajo conmigo mismo todos los días—rodé los ojos y besó mi mejilla.

Carlota se acercó y saludó a Joaquín.

—No sabía que iba a venir—. Carlota me retó con disimulo.

—Yo tampoco—. Miré a Joaquín. Él pasó su brazo por mis hombros para pegarme a su cuerpo.

—Felicitaciones por el triunfo...

—Gracias—. Mi amiga sonrió, pero yo la notaba con cierto nerviosismo.

—¿Puedo robartela un minuto?—Me señaló.

Me tiró del brazo y me alejó del tucumano.

—¿Qué pasa?—pregunté asustada.

—Que Ian viene para acá, me mandó un mensaje.— Me mostró su celular.— Estuvimos hablando y me dijo que estás un poco rara, y que te iba a pasar a busca.

—Sos lo más, gracias por avisarme—. La abracé tan fuerte como pude.

—Me debes un helado—. Sonreí y asentí.

—Pero volá de acá, que viene en cualquier momento... Yo le digo que te fuiste con tu hermana.—Advirtió y salí corriendo.

—¡Te pago mil helados!—grité.

Yo era una afortunada por tener una amiga como Carlota, son ese tipo de personas que no se encuentran en cualquier parte.

—Nos tenemos que ir.— Tiré del brazo a Joaquín.