Capítulo 18: Camino a un nuevo porvenir

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Los omnicos se reparaban con rapidez a una velocidad melódica de su mecanismo y funcionamiento cual fábrica; los que eran "herreros" unían las piezas rotas formando otras nuevas, los "mecánicos" las ensamblaban en los cuerpos y por último el "capi...

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Los omnicos se reparaban con rapidez a una velocidad melódica de su mecanismo y funcionamiento cual fábrica; los que eran "herreros" unían las piezas rotas formando otras nuevas, los "mecánicos" las ensamblaban en los cuerpos y por último el "capitán" los agrupaba en el vestíbulo a la par iban saliendo del laboratorio.

Junkenstein miraba hacia el piso con inquietud, pensativo sin poder quitarla de su mente, se agarraba la cabeza. Todo estaba normal y en silencio, tranquilo como a él le gustaba para poder idear algo. Pero era irritante. Por algún motivo no quería estallar en una rabieta como lo haría de costumbre cuando algo le molestaba, el problema era que sentía que se le escaparía algo que no fuese ira. Tenía curiosidad de saber de qué se trataba, pero tenía vergüenza de verlo y sentirlo en carne propia.

Luego de un rato, estaba sujetándose la cara con toda la palma metálica. Mirando a través de las rendijas de los dedos. Todo estaba quieto. Nadie necesitaba nada para hacer funcionar a los autómatas de servicio. Su monstruo estaba de espaldas descansando después de haber comido. Su pierna inquieta, no paraba de moverse arriba y abajo como conejo desenfrenado. Buscaba con la vista, de un lado a otro. Sabía que no vendría. Ya había tomado una decisión. Se levantó y no aguantó quedarse quieto. Tomó con las dos manos la silla de la reina para arrojarlo injustamente en la mesa de metal, esta se abolló un poco ladeándose hacia donde había caído la silla, que ahora tenía una pata menos.

El monstruo se despertó, miró hacia los lados y nada le importó. Volvió a dormir, ya había mucho problema y no eran asuntos de él.

— ¿De qué sirve todo esto? —Miró a los omnicos estáticos esperando órdenes directas— Todos ustedes son... ¡Inútiles cacharros de mierda!

— ¿Agua?

El autómata se le acercó. Junkenstein lleno de ira se le propinó una patada. El vaso y la bandeja cayeron, el vaso desperdigó trozos debajo del enfurecido científico. Este miró un pedazo más grande que los demás. El vaso estaba sucio, alguien más lo había usado. El omnic solo se dedicaba a servir y llevar, lavarlo era todavía muy complicado para una cabeza tan pequeña ¿verdad? No. El programa estaba bien, solo que el material era una porquería y demasiados datos lo harían reventar. Recogió lo que quedaba del vaso. Luego de examinarlo con más detención las manos le comenzaron a temblar.

—... ¿¡No pueden hacer nada bien?!

Pateó el montón de agua y vidrios en lo que se activaban los encargados de limpieza. Tirándose a sentar a su silla, se sostuvo la cabeza con una mano y miró nuevamente el trozo que tenía una marca de labios por ambas partes.

—... No tiene caso —Se guardó el recuerdo en el bolsillo—.

Pasó la vista al frente para mirar todo el avance, años de estudios y experimentos de ambas vidas, conocimiento y éxito, pero faltaba más, todo lo que tenía con él, no significaba nada. Ya tenía todo, hasta el trono del Rey estaba sucio con químicos. Necesitaba una excusa... Pero no encontraba una sola idea para asaltar al reino vecino. ¿Él buscando una excusa para hacer algo? Si podía tomar y hacer lo que quisiera ¿Cuál era el problema? Estaba siendo demasiado cuerdo...

Static after death | Meihem Novels (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora