Capítulo 42: Desesperación en la soledad

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Una nuble oscura atravesó el pórtico de la casa hasta la puerta de la morada. La silueta se estructuró en la forma humana a la que pertenecía, alargando el brazo para golpear la puerta con los nudillos. El sonido de la madera atrajo la atención de la Bruja que ya lo esperaba, cruzó las piernas, sentada en medio del sillón de mimbre.

—Pasa, Grimm, sé que eres tú... —Tomó la escoba apoyada en el brazo del asiento— Dime ¿Qué tan lejos a llegado la noticia?

—Lo suficiente para encerrarla —Entró cerrando la puerta tras de él— ¿Tienes a ese cerdo preparado?

—Mejor aún... Sígueme.

Ambos se acercaron a la puerta del aserradero, percibiendo el hedor a sudor y putrefacción que salía tras esta. A penas ella tocó el pomo haciéndolo girar, oyeron estruendos de metal oxidado moviéndose vigorosamente seguidos de movimientos inquietantes que amenazaba con romper la estructura de madera y ladrillo. Grimm se cruzó de brazos esperando a que la Bruja le mostrara el resultado de la última resurrección del Monstruo, tenía la certeza que esta vez no había simplemente esperado a que muriera para revivirlo.

—Tuve que usar un poco de fuerza bruta para ''repararlo'' pero está listo... —Lo miró a los ojos antes de abrir por completo la puerta—...Esta vez no lo romperás tan fácil.

—Eso espero...

Al abrir el hedor se intensificó al punto de que Grimm tuvo que retroceder con notable desagrado y ella taparse la nariz. Allí estaba, retorciéndose con desesperación un bozal tapándole la boca como si fuese un animal peligroso, la saliva se derramaba por la rejilla a borbotones ahogando los gritos de ira. Sus brazos estaban encadenados al piso por enormes grilletes de gruesas cadenas, tronándose entre sí al tiempo que la superficie de la tierra se estremecía tratando de evitar su escape.

— ¿No es perfecto? Pero no todo el crédito es mío, nuestro querido huésped colaboró con los detalles... —Apuntaba a los moratones de la espalda con la escoba- Ahora... Antes de partir, hay alguien a quien le prometí una invitación...

— ¿La traerás otra vez?

—Por supuesto, las mujeres somos expertas en lo que venganza se refiere, ¿No lo crees?

Con una risa apartó a Grimm del camino para salir al encuentro del Rey.

Con una risa apartó a Grimm del camino para salir al encuentro del Rey

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El Doctor dejó el dron dividido de lado. Sin pensarlo dos veces, usando parte del material del Gólem, comenzó a re-fabricar la placa. Sentía que el tiempo no estaba de su parte y cada cosa que hacía debía quedar perfecta. El sol ya había descendido nuevamente, habiendo pasado casi todo el día pegado a la reparación de Snowball, a pesar de que había usado a los autómatas para que estudiasen la composición estructural del objeto, debían poner atención a los detalles internos para ''crear'' la forma de rejuntar todas las partes. No podía permitirse fallas a estas alturas y como los omnicos no pueden crear códigos, ni siquiera leerlos, por lo que puso toda su mente y paciencia en cada pieza de la memoria. A penas pudo recuperar la base principal del aparato, corrió a conectarlo.

— ¡Vamos, vamos, VAMOS...!

La pantalla se encendió y este tecleó los códigos de atajo lo más rápido que pudo para ver la grabación del amigo de Mei. Primero comenzó con la llegada de ella sobre el cañón, justo después de su última conversación. Pudo ver el momento exacto cuando era inyectada por una jeringa en el costado. La cámara se movía de un lado a otro demostrando cuan alterado se encontraba el pequeño, aunque el movimiento distorsionaba la imagen, fue capaz de ver caer a Mei al suelo, siendo luego llevada por el grupo que la atacó, reconociendo a las figuras casi instantáneamente.

— ¡M-Mei...! —Casi sin creer en lo que veía, puso ambas manos en la pantalla con fuerza. De pronto, como si le hubiesen inyectado una dosis de adrenalina, la sangre comenzaba a hervirle por el cuerpo, sintiendo como el hilo de la cordura que había ganado hace nada se cortaba— ¡MALDITOS PERROS DE LA REINA! ...los mataré... -Agarró su lanza granadas—... ¡Aré que se atraganten con cada una de mis bombas...! ¡PARA HACER AÑICOS SUS ENTRAÑAS!

Estaba decidido a ir al castillo de Balderich, abrió las puertas del laboratorio atrayendo la atención de los autómatas al estrellarlas contra la pared. El mecanismo de estos se detuvo en un chirrido eléctrico al sentir la orden de su amo, quedándose obedientemente quietos y atentos a sus palabras.

—...Chicos, nos vamos de paseo, iremos al reino vecino a traer a su mami de vuelta... Unos bastardos la capturaron y tengo la intención... ¡DE USAR SUS ASQUEROSOS RESTOS EN MI NUEVO EJÉRCITO...! ¡Hohoho...! ¿NO LES ENCANTA LA IDEA?

Casi en seguida, los omnicos hicieron una fila frente a los mecánicos para que la placa se les fuese cambiada. Más orgullo por ellos, Junkenstein, no podía sentir. Se devolvió al laboratorio a ver su enorme creación, realmente quería llevarla, pero tendría que hacerlo durante el camino, solo necesitaba unas cuantas horas para hacerlo, pero quería salir cuanto antes. Quería recuperarla cuanto antes.

— ¿...Dónde está mi cerdo? —Recordando que no había visto a su monstruo por un buen rato—... De seguro la falta de ruido lo volvió loco... —Miró el Gólem— Le daré el tiempo suficiente para regresar, si no aparece, me iré yo solo por la diversión...

Se agachó delante de la caja de herramientas que dejó al lado de la máquina. Poniéndose de cuclillas, buscó el instrumento que necesitaba y se metió dentro del cuerpo del Gólem. No pasó mucho cuando los autómatas dedicados a la mecánica se agolparon para seguir terminando lo que faltaba de este. Poco a poco el material iba tomando forma en sus partes, el nuevo autómata de gran tamaño estaba casi listo para sus primeras funciones. Junkenstein miraba de un lado a otro esperando a que su monstruo apareciese, pero este nunca lo hizo. Ya solo faltaban unas piezas menores como dedos y aros que cubriesen la soldadura para hacerlo lucir más estético. Un par de horas habían pasado desde ese momento, ya solo faltaba una gran fuente de energía para cargarlo... No lo podía encender allí, debía encontrar algo más grande. Pensó primeramente en el sistema de electricidad debajo del castillo que había instalado, pero no quería acabar con todo el trabajo que le tomó hacerlo.

—Necesito encontrar otra fuente... —Observó a su creación tratando de pensar en algo a su alcance para activarlo.

Se acercó a la entrada de la puerta del laboratorio para ver a los omnicos. Tal como una fábrica, todos hacían y repetían los mismos movimientos de forma monótona sin perder el ritmo. Luego se fijó en el catango que usó para traer los materiales.

—Tendré que usar eso...¿Al viejo de Balderich no le importará que use su reino verdad? —Soltó una carcajada entrando otra vez a su despacho.    

Static after death | Meihem Novels (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora