Capítulo 28: La chispa sucede

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—Solo era su espalda, solo era su espalda

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—Solo era su espalda, solo era su espalda... -Se repetía mientras encajaba una parte de la cápsula cruelmente rodada por tantos intentos fallidos- ...Espera... ¿Había un lunar ahí?- Miró sus manos para soltarlo todo y acercarlas a su rostro-... ¡¿Pueden dejar de temblar?! ¡No puedo trabajar con ustedes como si tuvieran una enfermedad neurodegenerativa! ...Control ¿Quieren? Ya la habíamos visto así antes... —Se cruzó de brazos.

— ¿Te digo algo, Snowball?

Se abrochaba la bata de baño mientras se miraba al espejo, con ambas manos se tomó el cabello metido bajo el cuello de la ropa sacándolo quedando libre en su espalda, lo revolvió un poco de abajo poniendo especial cuidado en las puntas. Tomó una toalla más pequeña para secarse.

Se colocó los lentes otra vez y se sentó junto a su dron en lo que se recargaba.

—Todo el mundo me ha dicho lo mismo... Es una nueva oportunidad. ¡Y tienen razón! Ya me rendí una vez y sé lo que se siente... ¡Lo intentaré de nuevo! Así sea que tenga que volver a hablar con él.

— ¿No se refiere a mi verdad? –Separó los dedos.

—...El Doctor tiene experiencia en esto... Necesito una segunda opinión.

Mei estaba envuelta en una bata de baño blanca, cruzaba una pierna sobre la otra provocando que la que estaba arriba saliese de los dominios del vestuario, dejando una larga pierna al descubierto. Tenía el rostro pensativo, al parecer planeaba ''algo'', y ese ''algo'' es lo que lo asustaba. ¿No intentaría contactarlo ahora vistiendo solo esa bata, cierto? Pero ella entre más lo pensaba más se convencía de hablar con él. Snowball, intrigado la siguió con la vista sin salir de la comodidad de su batería.

Llegó al escritorio y comenzó a teclear.

— ¡Esta loca sí va a llamarme estando así! ¿No tiene decencia? ¡Ella es...! ¡Es una impúdica, está enseñando demasiada carne!

Se quedó de espaldas al monitor, no podía dejar que supiera que la había estado espiando todo este tiempo con su propio dron.

El tecleo cesó. De pronto la imagen de la sala de recepción se distorsionó dejando a Mei directamente en la pantalla. Llenó sus pulmones de aire y exhaló liberando las últimas tensiones.

—... ¿D-Doctor...? ¿Está usted... ahí?

—...!!! —Endureció la espalda al escuchar su voz.

— ¿Doctor?... —Mordiéndose el labio inferior tecleó un poco más, cambiando de cámara.

Al estar infiltrándose en las cámaras del castillo, había revisado el de su habitación primero, paso rápidamente un ojo por el lugar. Pasó al del salón del trono esperando encontrarlo.

—... ¿Doctor?... ¿Esto es una biblioteca? —Arqueó un poco las comisuras de su boca involuntariamente, ver algo de su agrado era reconfortante— Pero... ¿Aquí no estaba el trono del Rey? ... ¿En dónde podrá estar? —Levantó una ceja y volvió a escribir.

— ¿Huh? —Aún de espaldas, hizo ademán de dar la vuelta, pero decidió quedarse en esa postura al recordar que lo estaba buscando— ¿Ella está revisando las cámaras una por una acaso? Que tortura...

— ¿Jamison?

Un pequeño rechinido se escuchó a sus espaldas, teniendo una sensación de pánico subiéndole la espalda.

Al escuchar su nombre de pila, la presión se le elevó, acelerando el ritmo cardíaco obligándolo a creer que el corazón se le saldría por la boca antes de decir algo coherente. Lentamente, giró la silla ayudándose con el pié. Sentía todos los músculos de su cuerpo tensarse al revelar parte por parte el panorama hasta quedar en frente del monitor. Tragó saliva.

Ella miraba desde arriba a la cámara, estaba seguro de que lo vio también a él. La cara de sorpresa en su rostro era extrañamente conmovedora. El cálido sentimiento del reencuentro a distancia los había paralizado a ambos quedando en silencio.

La dosis de adrenalina que tenía por hacer algo en secreto se agotó en un instante, Mei no conseguía soltar palabra alguna. Miró atentamente al Doctor, este tampoco daba señales de querer moverse, llegando a pensar que quizás la imagen se hubiese congelado, pero desechó esta idea inmediatamente al ver el pecho de este se inflarse por la respiración continua. Una gota de sudor paseó de su frente hasta sus mejillas sonrosadas adquiriendo calor.

— ¿Agua? —El autómata se acercó al monitor sosteniendo una bandeja y un vaso totalmente lleno.

Ambos quedaron mirando al ómnico, la gracia de que no pudiera diferenciar entre una persona presente de una en pantalla les resultó tan absurda que no pudieron evitar sonreír, pasando a la risa y finalmente a una carcajada. Las risotadas de ambos eran tan mortificantes que el monstruo, quien dormía cerca de allí se acomodó los brazos sobre los oídos para seguir descansando. Después de un gruñido de la criatura, todo había quedado en silencio otra vez, uno menos rígido, pero igualmente inquietante.

—... ¡Hey, compañera...! —Trató de romper la tensión al ser casual, saludándola con una mano.

—... Ni ha— Al levantar una mano, la bata le abrió el escote, lo suficiente para ser considerado vulgar.

—...Madre mía —Tragó saliva.

— ¡NO VEAS! —Nerviosa, estiró la tela para cubrirse y cortó la transmisión por cámara de golpe.

— ¡Oye espera no te vayas así! —Estiró la mano hacia la pantalla intentando alcanzarla.

Ya era tarde. El monitor estaba apagado y el autómata seguía parado en frente de este con la bandeja en la mano.

Junkenstein dejó caer el brazo. Desilusionado, volvió a mirar su escritorio. Viendo las cápsulas que iban en el interior de las bombas, las corrió con la parte contraria a la palma de sus manos, cayendo algunas partes inútiles al suelo. Luego se estiró el sobre el escritorio de trabajo.

—...Tampoco vi tanto, ¿De qué se queja? ... Ni que me hubiera gustado.

—Lo hiciste —El monstruo se había levantado, se acercó a paso pesado hacia el escritorio y apuntó a las piernas del Doctor.

— ¡N-No están temblando...! Están... Eh... Si, si lo están. Pero eso no significa que... Ah, olvídalo —Volvió a su trabajo tratando de echarse algo de aire abanicándose con las hojas de los bosquejos—.

Con la mano estirada en el botón de apagado del teclado, respiraba apresuradamente mientras miraba el monitor apagado de la computadora

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Con la mano estirada en el botón de apagado del teclado, respiraba apresuradamente mientras miraba el monitor apagado de la computadora. Había cortado de cuajo la llamada de la más pura vergüenza, no creía que las cosas se darían de esa forma. Todo estaba perfectamente bien hasta que ese pequeño detalle en la bata se abrió, no sabía si la culpa era de la prenda o de ella por no irse a cambiar. Otra vez fue impulsiva, ¿A caso era idiota o qué? ¿Sus ansias de verlo otra vez realmente fueron porque quería algún consejo? Pensar en eso la sobresaltó un poco. Se dio unas palmadas en la cara. Tenía las manos deliciosamente frías en comparación a sus mejillas.

— ¿Fiebre? ... Pero no estoy débil ni mareada... Será mejor que me vaya a dormir. Hoy ha sido un día terrible...


Static after death | Meihem Novels (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora