Capítulo 35: Un envío peligroso

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—Su entrega, Doctora Zhou —El herrero le acercó un tocón de hojas para que firmase— Esta es la última carga

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—Su entrega, Doctora Zhou —El herrero le acercó un tocón de hojas para que firmase— Esta es la última carga. Es mucho material, si me permite decirlo, la Reina debe tenerle mucha confianza, ni a nosotros nos ha deja tanto para trabajar.

—Si es para... Un gran proyecto que tengo en mente—Dijo sin dejar de asentir—.

Mei tomó la nota entre sus manos y firmó con un bolígrafo de punta retráctil haciendo un ruido al presionar el botón de atrás. No tuvo el valor suficiente para mirarlo a los ojos y mentir, por otro lado, en seguida pensó en Brigitte. Tenía la esperanza de poder hablar con ella esta vez, pero tal como Torbjörn mencionó, es demasiado testaruda y no daría su brazo a torcer. Si quería arreglar las cosas o ganarse su simpatía de nuevo, era mejor ir y hablar directamente con ella.

—A decir verdad... —El hombre recibió la nota, guardándola en un bolso— Brigitte no estaba muy contenta con este envío, decía que no era bueno que alguien tuviera tanto material para sí mismo, pero si la Reina Athena confía en que está en buenas manos, no podemos hacer nada...

—Ya veo... Gracias por ser sincero conmigo.

— ¡Hasta luego Doctora! Pásese a nuestra herrería cuando tenga tiempo. Quizás solo usted sea capaz de helar el mal humor de nuestra jefa.

—Oh, seguro —Sonrió de la ironía—.

—Aquí entre nos, es la misma forma de enojarse cuando tiene problemas con su padre antes de partir de viaje. Debió tenerla en muy alta estima, hable con ella. Usted es su amiga.

Mei observó al herrero bajar por el elevador de carga, pensativa volteó. Cuando todo esto termine, ella iría a hablar con Brigitte, lo quiera o no, no es justo perder una amistad por un malentendido.

Delante de ella estaban unas enormes cajas de madera con ruedas que le llegaban casi al mentón. Como si fueran vagones de un tren, se agolpaban uno tras de otro en el pasillo. En su interior, cada uno estaba rebosante de metal fundido en lingotes color plata y aleaciones con cobre. Siendo cinco cargas de estas en total. Por suerte para ella, solo las sirvientas se paseaban por ese pasillo, y sabían todas ellas que la científica tenía un estudio pequeño en donde suele hacer los planes, y que su forma de organizar todo le daba menos trabajo que hacer.

Se puso de puntillas para alcanzar uno de los lingotes entre sus manos, inspeccionándolo de arriba abajo. Tenía unas ganas enormes de presumirle a Junkenstein, pero prefirió guardarse las emociones por el momento.

—De seguro está ocupado... —Miró hacia la ventana.

La noche había sido algo pesada para su gusto, como si día a día la capa de gas se estuviera concentrando cada vez más y le diera más trabajo al respirar. Pensando en que se debía a que toda su vida vivió en zonas de aire puro, y sus pulmones se lo recordaban de vez en cuando. Sea lo que fuese que estuviera haciendo la Reina con todo ese petróleo, estaba empeorando con el transcurso de los días.

Static after death | Meihem Novels (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora