Capítulo 2: Un recuerdo cepultado

375 34 0
                                    



— ¡Estás aquí! —El Doctor corrió hacia su creación para mirarlo más de cerca— No creí que regresarías, después de todo el cerebro que te di no era demasiado grande... Era menor a la proporción común de un adulto...

Diciendo esto último, se subió a su espalda de un salto para verificar el perímetro cefálico midiendo distancias con sus manos.

—Probablemente estés empezando a pensar... ¡Como un niño! Oh... pero puedes quedarte como un idiota el tiempo que quieras, tengo todo el tiempo del mundo para que aprendas algo... ¿Sabes qué? Odio esperar, ¿Sabes hablar? Di "Hooola"

—...

La criatura se quedó en silencio un momento. Su creador le movía la mandíbula con ambas manos arriba y abajo al tiempo que él movía la suya. Pensó que copiarlo sería la respuesta correcta.

—Ho- Hola...

— ¡Saludaste! Mi enorme monstruo regordete —Lo abrazó en el estómago dándole unas palmaditas amigables para no deshacerlo— Ahora di "Destruiré todo a mi alrededor", a ver, ¡Inténtalo!

—Destruiré todo a mí alrededor...

— ¡Excelente! No creo que necesites más clases, seguro aprendes en el camino... Ahora ocupémonos de ese... Cabo suelto, ¿Quieres?

El cuerpo del rey yacía boca abajo, quieto y sin vida. Solo un golpe en el vientre, estrellándose en un pilar endeble que cayó sobre su espalda había bastado para llevarlo junto con su pueblo. Junkenstein lo miró desde arriba sin molestarse en agacharse. Le propinó una patada con su pierna buena en la cara rompiéndole la nariz, acomodó su pie sobre su cabeza y le escupió con una sonrisa.

—Cabo atado... ¡Vamos a casa gigantón!

El monstruo asintió con la cabeza y comenzó a caminar hacia la entrada.

— ¿No es adorable? Es como el hijo que jamás tuve... QUE NI SE TE OCURRA LLAMARME PAPÁ... Muy bien~ Ahora sí podré hacer ese ejército que se me ocurrió justo antes de que me intentasen rebanar, hehehe... ¡Eso podría haberme matado! ...viejo loco.

—...Jefe

—Sí, sí, ya voy, ya voy... —Se rascó la nuca en señal de aburrimiento, dio un bostezo, e inició su particular andadura, el día había sido totalmente estimulante.

El pueblo estaba en su total merced, podía jugar con todo aquel que encontrase tirado anormalmente por ahí, nadie podría quejarse, para él, todo era un potencial proyecto... incluso el antiguo cementerio de Adlersbrunn...

— ¿Podríamos pasar a ver que hay en la nueva adquisición del santuario? Espero tengas muchos hermanitos más... Te... Permitiré escoger... ¿Una mascota?

—.... Bien

— ¡Ese es el espíritu! Echemos un vistazo.

Emprendieron la caminata por el pueblo hasta el cementerio. ¿Cómo no recordar la primera vez en que escudriñó la tierra para sacar los restos de un enorme soldado? Eso hace sólo unos meses atrás... ¿Cómo pasa el tiempo, no? La tierra de su sepultura estaba idéntica a como la habían dejado en el funeral.

Llegando, lo primero que se alzaba ante ellos era probablemente la zona más bella de todo el pueblo, árboles cuidados naturalmente que acogían las lápidas en sus raíces de aquellos que no presenciaron el final de sus tierras, lugar que la mano de su monstruo no logró desvirtuar. Pasaron observando unos cuantos sarcófagos y con estos las horas. Después de bailar sobre unas cuantas tumbas de gente mal agradecida con él, pasaron al sector que el Doctor suele llamar "Donde los gusanos no llegan", mausoleos enormes de gente importante, con reconocimiento condecorado del rey, ridículas placas de oro donde plasmaron el nombre de la mosca muerta. Junkenstein se detuvo para ver a su compañero.

— ¿Por dónde empezamos a husmear? ¿El sarcófago de la reina? Fue enterrada con sus joyas, si es que lo recuerdo bien... ¿Y qué hay del mayordomo que le reventé la cabeza por accidente? No puedo creer que ese esbirro haya tenido un lugar donde caer muerto, ¿y yo qué? Serví a la corona la mitad de años que el... eh... menos, pero es lo mismo... ¿Ah?

El acompañante había quitado unas cuantas lápidas de las raíces de un viejo roble, acomodándose entre la madera y la acolchada humedad de la tierra.

—Llevas solo horas de vida ¿y te echas una siesta? ... Oh, claro, tienes una vida por delante ¿No? ¿Para qué apresurarse?.... Tienes razón, descansar mantendrá la mente afilada en la mañana, comeremos... ¡barbacoa de la granja, sin pagar impuestos! ... Desde mañana... viviremos al límite mi amigo...si...

Pasó la vista por un mausoleo que habían visitado recientemente, la vela que tenía estaba consumida, pero se notaba que era nueva. Se veía tan cómoda esa hora que era casi imposible resistirse. Se sentó sobre el sarcófago y leyó una escritura en otro idioma:

"这里躺着周美玲博士的遗体"

— ¿Chino?... Pfft... —Rodó los ojos en desacuerdo— Sea quien fuese, está muerto —Sonrió quitándole importancia—.

Recostándose sobre la superficie del cemento, puso sus manos detrás de su cabeza quedando de vista al techo, cerró los ojos imaginando que se quedaría dormido en cualquier momento. Acomodó sus goggles en su frente para dar descanso a la piel de su cara, estaban bastante apretados. De pronto un repentino pensamiento le devolvió la conciencia reactivando los músculos relajados.

Recordó una joven muchacha de otras tierras que solía trabajar en un laboratorio diferente dentro del castillo, con su propia sala de estudio y su propia recámara... Su "cualquier-cosa-que-necesitase-para-experimentar", tenía un talento innato con la ciencia y los omnicos. Pero... La competencia no es nada sana... Digamos que su muerte fue tan elocuente como lo es un terrón de azúcar en el té de media tarde... Eso la dejó un tanto... ¿Helada? De todos modos, la idiota no peleaba con el rey, a pesar de que sus creaciones terminaban con un corte de su espada o juguetes de práctica para sus soldados... Si... Tenía talento, pero era demasiado débil... Y por no dar pelea es que está bajo tierra. Estúpida. Pensaba.

Rápidamente abrió los ojos con brusquedad.

— ¿No era una asiática? Murió aquí, así que debe ser...

Bajándose de la tumba de un salto, vio la inscripción del otro lado en caligrafía occidental "Aquí yacen los restos de la Doctora Mei-Ling Zhou"

— ¡Es ella!

Con fuerza, abrió el sarcófago dejando al descubierto la manta que cubría el cadáver. Se detuvo para arremangarse hasta los codos. Con cuidado despegó la manta de hilo del rostro. Allí estaba. Totalmente marchita, a pesar de haber pasado años desde la última vez que la vio seguía exactamente igual... Adorablemente irritante, exceptuando su color por la falta de sangre, el tiempo fue bondadoso con ella, a menos que el rey la haya mandado a embalsamar en resina... Como a la reina...

—Si lo pienso bien... Tú me serás de gran utilidad, tú y tu gran cabeza pensante... —Acarició la mejilla de la joven con la punta de los dedos—Necesito a... un ayudante... ya tengo un matón descerebrado... por lo que sólo me falta un sirviente que sepa pensar... Y casualmente, tengo lo que necesitas para volver —Diciendo esto último le dio un toque en la punta de la nariz con el dedo índice—.

Volteó para salir del mausoleo. Buscó con la vista a su bestia, tenía trabajo que hacer. Se rascó la cabeza riéndose de forma nerviosa, su monstruo ayudante no estaba otra vez. Cambiando su expresión despreocupada frunció el cejo.

— ¡Oye monstruo! ¡Mueve ese culo mutante ahora! Tenemos trabajo que hacer... —Giró a ver el cadáver de la chica frotándose las manos— Hehehe...

Static after death | Meihem Novels (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora