Capítulo 51: Latido inesperado

122 19 6
                                    

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

El silencio se le hacía insoportable a estas alturas, a pesar de que podían oír gritos de las personas intentando escapar, explosiones de los autómatas y el corte metálico de armaduras y cuerpos tanto de humanos como de robots. Para él no era más que ruido de fondo, silencioso y común que si no le prestas atención no tenía por qué existir.

Quería protegerla y ella solo insistía en volver a exponerse a morir otra vez, incluso sabiendo que podía devolverla a la vida, temía perderla frente a sus ojos... Porque ya tenía muy grabada la idea de que si sucedía, no sería un momento tan alegre como lo fue hace nueve años atrás. Se levantó quedando sus ojos a la altura de los de ella. Nuevamente una oleada de calor se le subió al cuello, se veía tan decidida que podría romperla, tenía unas ganas inmensas de tocarla, de desenredar su cabello con los dedos, morder su cara, algo físico... ¿Por qué tenía que ser tan terca y testaruda? ¿Por qué no podía entender ella que no le importaba un rábano que le sucediera al resto? La impotencia guardada dentro él, sentía que no podría controlarla por más tiempo, el mismo silencio agudizaba esta sensación de arrebato contra ella. Pensó en castigar su conducta, en hacerla callar y que la obedeciera como lo hacía antes. Pero eso ya no era posible, la cólera le subía poco a poco.

La agarró de los brazos con fuerza, pero ella no se inmutaba. Miró como los colmillos daban inicio y término a la deliciosa línea que dibujaban sus labios amargados. Pensó en estrellar los suyos contra los de ella por alguna razón y quedar así largo rato. ¿En qué estaba pensando? Sus ideas retorcidas hacia su compañera lo sobresaltaron olvidando casi por completo el motivo de su ira. Tragó saliva. Un sonido lo suficientemente poderoso para impulsar a Mei a hablar y robarle los deseos de hacer algo impropio de él.

—E-Escucha... —Comenzó ella, mirando al suelo tomándose de un brazo tembloroso— La verdad no creo poder hacer esto yo sola... Quiero acabar con esto ahora... Y yo... Te necesito... —Lo miró con vulnerabilidad— Necesito que estés con migo en esto.

— ¿Ah? -Retrocedió soltándola.

El rubor se le había subido hasta las orejas. Subió las gafas empañadas, dejando ver sus ojos amarillos. Con el pulgar y el índice se apretó el tabique entre los ojos para aliviar el apretado del marco en la piel. Le dio la espalda por un momento antes de responder. ¿Qué tipo de mirada era esa? Sentía que el corazón se le saldría por la garganta, intentó tragar saliva otra vez pero esta le costaba pasar. Estaba nervioso. Agarró uno de los extremos del alambre de su clavícula herida y lo tironeó un poco con los dedos.

—Muy bien... Te ayudaré. Pero luego tú me ayudarás a mí. ¿Entiendes?

— ¿Q-Qué tipo de ayuda?

— ¡¿Qué tipo, dices?! -Se volteó con brusquedad- Pues he... Aún n-no lo he pensado del todo, pero... Tendrás que ayudarme ¿Está claro? ¿Diente por diente, no?

—De acuerdo —Respondió con una sonrisa más segura y menos preocupada.

Volvió a poner las gafas en su lugar. Un poco menos alterado, volvieron a ver el mapa para trazar una ruta.

 Un poco menos alterado, volvieron a ver el mapa para trazar una ruta

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Estaba seguro de que si se acercaba nuevamente al ómnico, este le arrancaría el otro brazo bueno, era mejor mantenerse al margen con el plan. La torre había vuelto a operar por segunda vez durante aquella noche, provocando que el concentrado de nubes bajara en forma de niebla. Torbjörn hacía lo posible para mantener a las máquinas a raya, la poca visibilidad lo arrinconó a limitarse a defender su torreta, en lo que esta detectaba con mayor facilidad que su ojo bueno. La había situado cerca de la herrería, se impuso como prioridad defender los materiales que necesitase su hija para abastecer al resto de personas que peleasen con los omnicos con armas y armadura cuando volviera.

''Quiero demostrarle a la reina que aún puedo ser de ayuda, no solo estoy aquí para forjar armamento, padre... Por eso, necesito que te quedes aquí y me dejes ir por mi cuenta... Solo ven si ves que las cosas se complican demasiado. ''

Un disparo cerca de él lo sacó de su concentración. Volteó a ver a la mujer esbelta, tenía el rifle en dirección a un autómata que caía justo después del estallido, se giró para encontrarse con su mirada. Sacando un recipiente con piqueta pequeño del bolso en lo que se encaminaba hacia él.

—Esa niña tiene la misma terquedad de su padre —La corsaria se había parado junto a él, entregándole un frasco inyectable— ¿Sanación por armadura?

—Eso no es algo que en ningún caso puedo negar —Le da uno de los equipos— ¿Cómo va el resto? Los perdí de vista cuando comencé a defender aquí.

—A raya... —Negó con la cabeza— A lo que nos encontramos ahora no tiene nada que ver con los títeres sin vida de antes... El cultista y su discípulo los perdí también la verdad, pero ellos van a su propio ritmo en esto, en cuanto a la Condesa...

Un manojo de autómatas cayó al piso con uno o dos agujeros de bala atravesando la resistente cabeza. El preciso silbido del viento no alcanzaba a revelar la ubicación de la dama que se escondía secretamente en el campanario, apuntando a las cabezas de los omnicos, atravesándolos sin piedad.

—Ella está bien... —Puso el ojo en blanco— Tu hija en cambio está demostrando gran desempeño, debes estar orgulloso.

—Claro que si...

— ¡Grita por ayuda si necesitas algo de sanación rápida!

Tan rápido como llegó, se fue del lugar. Después de inyectarse el líquido en el brazo bueno, volvió a lo suyo. Cada vez eran menos, pero seguían siendo igual de difíciles de combatir. De pronto la torreta comenzó a disparar en dirección a la entrada en vez de quitar al resto de robots de encima, lo cual hizo al cazador esforzarse más de lo que debía. Quizás hayan sido los detalles que su hija le agregó, en tal caso, estaban provocando ese comportamiento ambiguo que disparaba hacia la pileta de la plaza central destruida: Priorizar al más fuerte...

— ¿Qué te pasa pequeña? —Miró en dirección a la entrada colándose por entremedio de los escombros de casas destruidas.

Un horrendo y ensordecedor grito que atenuaba el de los inocentes, como un jabalí sumido en la locura se acercaba por la entrada a paso desesperado. Atravesando la multitud de forma recta, un gancho oxidado atravesó el torso de un guardia. El hombre fue llevado rápidamente hasta el origen de su extensión, un chillido agudo y doloroso seguido de un fuerte disparo y una sádica risa gangosa. Los pasos resonaron con lentamente provocando inquietud en la gente. Brigitte que estaba más cerca de la entrada corrió al encuentro, sea lo que fuese, debía eliminarlo.

— ¡A un lado! —Corrió de entre la multitud hasta la orilla de esta.

La gente que se apartaba con la piel helándosele, retrocedían sin poder apartar la vista, observaban como la bestia poco a poco se hacía visible por la entrada del cañón, como si una terrible maldición cayera despaciosamente sobre el reino fusionándose con el espesor de la neblina descendiente.


Static after death | Meihem Novels (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora