El Dr Junkenstein, después de sembrar el terror en Adlesbrunn, a decidido traer a la vida a una antigua colega en pos de seguir su investigación, pero la joven Mei no solo despertará sentimientos extraños en él, también desencadenará una serie miste...
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Desde el cielo, las nubes comenzaron a conglomerarse de forma violenta, oscureciendo un poco más la llegada de la luz del sol. Ana miró al cielo con cautela desde la ventanilla junto a ella desde el bar, algo grande estaba pasando. El movimiento repentino del clima durante el día era algo nuevo y preocupante, esto solo pasaba durante las noches como parte de una rutina perniciosa. Por un momento pensó la idea por su mente de que Mei podría tener algo que ver, ella estaba mucho más cerca de la reina en todo aspecto. Pero la muchacha estaba encerrada en las celdas bajo el castillo, ¿Qué tanto daño podría ocasionar estando bajo llave?
— ¿No te parece extraño, Torb? —Comentó sin mirarlo— Ven a ver esto...
— ¿El qué? —Dejó el tarro a un lado y miró hacia afuera— Lo veo y no lo creo... ¿Qué está pasando ahora?
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Desde la herrería Brigitte estaba en el campo de pruebas alistando las últimas armaduras. Cuando vio que la luz comenzaba a sucumbir el terreno en oscuridad poco a poco. Con la vista fija al cielo dejó caer un casco al piso, avanzó unos pasos para ver directamente como la bola de luz que solía ser el sol era tapado por completo por una nube grisácea.
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El cultista, pasaba esas últimas horas de luz natural bajo techo entre meditaciones sobre sus propios problemas en un pórtico del castillo ya deshabitado. Los soldados se habían llevado la mitad de los caballos al área de entrenamiento y este no era más que el corral de los animales. Fue entonces cuando notó el cambio de la claridad siendo sucumbida. Levitó fuera de su lugar para encontrarse con el samurái. Intercambiando miradas, comenzaron a moverse en dirección a la plaza del pueblo.
