Capítulo 41: La desilusión del grupo

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No se molestó en levantar el taburete, dejando que hiciera un chirrido contra el piso. Para ser una dama de renombre, todo lo que fuera ajeno a ella, lo despreciaba y desvaloraba. Sin embargo estos detalles en su personalidad soberbia, dejaban saber de qué tan alta alcurnia era su persona y qué tan lejos estaban de sus atributos burgueses bajo su elegante ropaje envinado. O al menos es lo que ella estaba acostumbrada a creer.

—Condesa, por favor... —Dijo Ana rodando los ojos, sostenía un par de botellas de vino. Se acercó para sentarse junto a ella— Es un lugar con clase.

—Cuando se me invitó a venir aquí después de esa ridícula escena de teatro con esos payasos, creí que la recompensa sería un poco más valiosa que una copa...

—No seas quisquillosa, es la mejor cosecha del pueblo... —Se rio llenando la copa de la Condesa hasta la mitad—...Athena aún no sabe de tu llegada, ¿Cuánto tiempo te quedarás?

—Hasta encontrar al cadáver en vida de Wilhelm... —Antes de llevarse el vino a los labios, le dio unas vueltas al líquido sosteniendo la copa desde el tallo—... Buena cosecha...

— ¿No te lo dije?

—Muy bien, ya puedes ponerme al corriente...

—Será un placer... —Destapó la otra botella para beber de ella.

Desde el otro lado de la taberna, Torbjörn estaba con su hija y el joven samurái esperando a que retirasen los vasos sucios para comenzar otra ronda. El día había sido largo y extenuante, la mañana por sobre todo terrible. Habían esperado a Mei desde altas horas de la madrugada esperando a que saliera de su habitación para seguirla. A pesar de haber hecho un buen trabajo, no sentían del todo la conciencia limpia.

—Ordenes son órdenes... —Comenzó a decir el cazador mientras trataba de atraer la atención de ambos jóvenes—... Si no las daba la Reina, eran las palabras de Wilhelm las que más importan.

— ¿Tú crees que esa carta de verdad es del Rey? — Brigitte pasó una mirada hacia los dos para luego dejarla en su vaso de proteínas vacío— Digo... Apareció de la nada.

—Sin duda, era la letra de Wilhelm... —Le respondió su padre- La podría reconocer en cualquier parte.

—Es extraño... —Opinó Shimada a la vez que miraba por la ventana, específicamente el cielo nublado atrayendo la atención hacia él—...Tergiversar tantas cosas de forma descuidada...

—Ya vieron la carta, ella trabaja para Junkenstein... Y lo especificó.

—También decía que la controlaba... —Miró a su padre— ¿Pero qué acaso no vino aquí también por eso?

—Estoy seguro de que mi maestro hizo todo lo que estaba a su alcance... —Masculló mirando a Brigitte— Y por lo que sé y doy por hecho... No está bajo ningún control.

Static after death | Meihem Novels (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora