Capítulo 74: Construyendo la guerra

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—Llegas tarde, joven aprendiz —Dijo el Cultista sin molestarse en voltear a verlo— Creí que nos iríamos en cuanto el terror se desencadenara, y tu... —Viró en su propio eje sin dejar de levitar— Desapareciste sin dejar rastro... ¿A qué se debe tal comportamiento?

—Maestro.

El espadachín bajó de la rama en la que se había ocultado en el momento de la gran explosión, esperando a que todo el mundo emprendiera viaje hacia el único reino en pie y ver como desaparecían sus cabezas por el horizonte. Se habían ido, sin haberse preguntado de su ausencia, intuyó que esto se debía al shock de la pérdida y al futuro nuevo Rey alzándose a la ayuda.

—Tenía asuntos pendientes —Respondió finalmente— Puede que más adelante necesiten nuestra ayuda otra vez...

—No mientas, el iris te sigue a todas partes y esta vez no ha sido la excepción, ¿Por qué has ido a ver a la bruja?

—Son promesas que debimos cumplir...

—Me alaga que sigas mis consejos de seguir en línea recta sin desviarte de tus palabras, pero me temo que solo te has dañado a ti mismo... ¿Conseguiste al menos lo que querías de ello?

—Tengo más tiempo, Maestro.

—Y menos posibilidades de vencerla —Lo regañó— Ahora tendrá la cantidad de dos reinos para enriquecer su poder. Recuerda, cada alma que atormenta, es una gota de vida para ella...

—...Perdone, Maestro, soy consciente del tamaño que ha adquirido todo esto por haber metido mis manos, pero según ella, era la única forma...

—... No hay nada que perdonar, Genji —Volvió a darle la espalda abriéndose paso entre la maleza— Si ella vio eso en su bola de cristal, era parte del destino que ella misma escribió. Vámonos, antes de que noten nuestra ausencia.

—Si —Haciendo una reverencia lo siguió.

—Si —Haciendo una reverencia lo siguió

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De un solo gran golpe, emergió su puño desgarrado a la superficie. Tambaleándose su cuerpo, logró salir de su entierro dejando atrás varios de los hilos de su costura enganchados en lo puntiagudo. Volteando a su espalda, observó con deleite la escena más desastrosa, ni un pilar del castillo estaba intacto. Un alarmante líquido color negro espeso se derramaba frío por las rocas y sus zapatos, haciéndole imposible no dejar un rastro para ver por dónde vino. La velocidad de sus pasos se había reducido considerablemente, las rodillas estaban descocidas y los tobillos doblados, pero debido a su casi inútil sistema nervioso, no pudo percatarse del lío en el que estaba metido hasta ver el suelo de cerca. Volteando a ver el cielo, este ya estaba pasando del tornasol al celeste en un ojo de nubes dispersándose como lo haría una gota de sangre disolviéndose en el agua. Mirando sus extremidades en malas condiciones y por su estado activo funcionando, no le quedaba otra que moverse hasta terminar de romperse y con suerte descomponerse, o quedarse a esperar un milagro. Extendiendo sus brazos en el piso, en una imagen de cabeza, vio como la luz del sol cortaba los escombros altos, hasta que le tocó al sentir el calor, pero nunca llegó a percibirlo. Lo tocaba, pero por esfuerzo de pensar en un momento que la calidez jamás le provocaría una emoción, le hiso sentir patético, vivo y muerto a la vez. Hay ventajas y desventajas como esta. Cerró los ojos esperando a que algo se lo llevara. Aquello nunca pasó. Pasaron horas de una enorme paciencia, sin siquiera la bruja lo había visitado, queriendo entender que su tiempo de utilidad ya se había agotado y no era más que un pilar de basura descomponiéndose lentamente y no se daría cuenta hasta haber muerto. ¿Morir? Por algún motivo ahora le podía dar un significado menos vacío, cuando la veía próxima y a la vez no. Ironía de la más pura.

Static after death | Meihem Novels (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora