La violencia reina en un mundo apocalíptico donde se encuentran los protagonistas de los libros de Percy Jackson y los Olímpicos y los Héroes del Olimpo. Todos deben luchar por mantenerse en pie y el peor peligro no es ni por asomo los zombies.
Acl...
En las tragedias griegas, la sangre se paga con sangre, es un circulo que parece no tener fin. Orestes, fue uno de los pocos -si no fue el único- capaz de librarse del castigo divino.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
(El de el gif es Travis, lo siento. Y si, la rubia es Miranda)
En mis oídos sólo sentía el pitido que dejó la explosión, mi visión me jugaba malas pasadas ya que de a momentos se iluminaba de los colores más hermosos y luego se volvía a oscurecer. Me sentía borracho pero a diferencia de la borrachera normal, esta me dejaba sentir perfectamente el dolor que albergaba mi cuerpo. Cada célula dentro mío me ordenaba seguir tirado en ese lugar, con mi cara apoyada en el pasto y con un rango de visión de solamente más raíces del árbol más cercano.
¿Que era lo que estaba haciendo allí? No lo recordaba y no quisiera... oh, no. ¿Conocen esa sensación en la cual saben que no quieren recordar algo pero al recordar que no quieren recordar, su cuerpo lo recuerda automáticamente? Bueno, bien hecho yo, recordé perfectamente que hago tirado en el suelo y que tan necesario es que me levante ahora mismo.
Apoyé mis manos en el suelo, y con mucho esfuerzo logré arrodillarme. Eso tuvo otra dosis de dolor en mi cuerpo pero ¿que importaba para este punto? Mi cabello rubio estaba bastante largo, tanto que el flequillo ya me estaba impidiendo la visión. Gruñí mientras intentaba concentrarme en algo. ¿Que eran esas luces que pasaban momentáneamente para iluminar el bosque y confundirme más?
Miré al cielo y me encontré con unos hermosos fuegos artificiales: algunos violáceos, otros amarillos, otros plateados. Podían simular estrellas que habían salido antes de tiempo, que no pudieron esperar a que anochezca definitivamente.
Nico. Debía hallar a Nico Di Angelo.
Mi búsqueda fue algo corta ya que a menos de tres metros, el cuerpo de mi novio estaba tirado, también parecía no querer volver en si mismo. Y no lo culpo, la idea de paz, aunque sea un mínimo momento, soñaba demasiado tentadora. Me arrastré hacia él y lo puso boca arriba, sus ojos estaban cerrados pero su pecho subía y bajaba atropelladamente, igual de desbocado que el mío.
-Nico, debemos... debemos irnos. Despierta, por favor. -sonaba como una súplica pero había sido la única voz que me había salido.
-Will... -suspiró mientras abría sus ojos, no mucho, aún los tenía algo achinados a causa de la fatiga pero al menos aún estaba vivo- me duele, aquí.
Nico tomó una de mis manos entre las suyas y me guió hasta su costilla derecha. Efectivamente, en su remera había un hoyo y una roca se había clavado allí, no parecía nada preocupante, pero si no llegábamos al campamento y desinfectaba la herida no sabía cuánto podría durar.
-Nico, debo sacarte eso de ahí, va a doler pero lo más importante es que tengo que vendarlo rápidamente ¿okey? Así que voy a -levanté cuidadosamente su remera hasta dejarla a la altura de su pecho- hacer esto. Ahora, cuenta conmigo. Uno...