Me remuevo sobre la cama incapaz de encontrar una manera de quedarme cómodo, las palabras de Erick siguen pesando sobre mi atormentado cerebro y lo único que puedo hacer es seguir observando patéticamente el techo mi habitación. El resto de la fiesta fue un verdadero martirio para mí. Sentado en uno de los sillones de la sala de Rubí me encontré a mí mismo como en una de esas escenas de películas de adolescentes y fraternidades en medio de las parejas compartiendo muestras de amor y otros a punto de cometer actos no aprobados para el ojo público.
Hui al jardín y contemplé el cielo por largos minutos esperando que la voz de Leidy llegara hasta mí, tal y como pasó aquella noche pero eso jamás pasó, su voz jamás llegó hasta mí. ¿Por qué nada en la vida pasa dos veces de la misma manera, cierto? Lía me encontró un par de horas después, me ofreció una sonrisa cansada, tambaleándose ligeramente caminó hasta mí y se sentó a mi lado apoyando su cabeza en mi hombro.
—Soy una pésima prima, no debí haberte traído hasta acá cuando tú no querías hacerlo, Joel—murmuró casi a punto de echarse a llorar. No tenía que ser un adivino para saber que estaba ebria. Bastante ebria a decir verdad.
—Está bien, Lía. No pasa nada—le dije sonriéndole un poco. Pero ella en su estado de embriaguez comenzó a sollozar.
—Te quiero Joey, eres como mi hermano. Siempre has sido mi primo favorito, pero no se lo digas a los chicos—me reí
—Está bien, Lía, en serio—y luego se largó a llorar como sí de eso dependiese su vida.
—Desde que mis padres murieron....—pero justo antes de terminar su frase comenzó a hipar. Volví a llevar mis ojos al cielo en un intento desesperado y comencé a rezar para que mamá estuviese dormida cuando volviéramos a casa, sino, ya podía vernos a ambos sentados en el despacho de papá mañana por la mañana siendo sometidos a un monumental sermón de por lo menos dos horas sobre el consumo de alcohol desmedido—...ustedes se han convertido en mi única familia...te quiero tanto, Joelo. Eres el mejor hermano-primaso que alguien puede tener...y siento tanta pena por ti por el hecho de que te enamoraste de Heidi...y ella se fue...sin embargo tú sigues aferrado al recuerdo de una extraña que ni siquiera te dijo su nombre de frente...es tan...triste...deberías enamorarte de nuevo, Pimentel...sacártela de la cabeza y comenzar a inten...intentarlo de nuevo...con una chica de verdad...no con un recuerdo...—la observé con el ceño fruncido y luego negué un poco.
—Oye, Lía. Vamos a casa ¿sí?—inquirí poniéndome de pie y tendiéndole mi mano para que ella pudiese tomarla.
—¿Conociste ya a Zabdiel?—me preguntó risueña—Ven que te lo presento...trajo a su mejor amiga...Les...Lea...bah, ya no recuerdo su nombre, pero te prometo...te prometo que es una mejor opción que Heidi...
—No, gracias.
—Deberías conocerlo, es totalmente lindo. Y ella es...encantadora...—soltó un largo suspiro mientras caminábamos en dirección a la casa pasa atravesar el mar de personas que siguen bailando en la sala apretujándose unos con otros—Tiene una linda sonrisa—me gritó sobre la música para que pudiera escucharla.
—Sí, seguro que si.—solté una risita divertida—pero vamos, puedo conocerlos después, cuando estés caminando por tu propio pie y no siendo arrastrada por alguien más....—Lía rio totalmente divertida.
Se apoyó en un costado del auto mientras yo buscaba las llaves en el bolsillo de mi campera, donde sabía que las había guardado antes. Las tomé rápidamente y se resbalaron torpemente de mis manos como si fuesen mantequilla. Solté una mala palabra que estoy seguro que mi madre querría lavarme la boca con jabón si m escuchara y me incliné en el pavimento negro de la calle tratando de encontrarlas.
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NO ME OLVIDES|JOEL PIMENTEL|Completa.
FanfictionEl olor a su perfume, un beso en la mejilla, una fotografía y una pequeña promesa que pienso mantener hasta el último de mis días. Eso es todo lo que tengo de ella.