—¡Arriba que tenemos mucho que hablar!—exclamo irrumpiendo en la habitación de Elizabeth. Ella se sienta de golpe en la cama, me observa fijamente por un momento y se frota ambos ojos con los puños cerrados.
—¿Te volviste loca?—cuestiona de mal humor lanzándome un cojín que da de lleno en mi estómago.—¡Son las siete de la mañana!—me reprocha.
—Así es como me siento cuando entras en mi habitación—protesto y ella ríe.
—Haber, ¿Me puedes decir de qué demonios se supone que tenemos que hablar? ¿Y por qué a las siete de la mañana, Leidy? ¿No puede ser un poco más tarde?—cuestiona en medio de un suspiro estirándose perezosamente. La miro un momento y niego con diversión.
—No, no puede ser más tarde—replico de inmediato.—¿Recuerdas que te conté que Erick había terminado con Rubí y todo el problema que hubo después?—cuestiono y ella parpadea un par de veces.—¿Por qué no me dices nada?—exclamo y ella suspira.
—¡Son las siete de la mañana! A esta hora no pienso bien—protesta observándome fijamente.
—¡El causante fue Matías!
—¿Disculpa?—cuestiona aferrándose a su almohada.—¿El mismo Matías idiota que intenta separarlos a Joelo y a ti?—añade con el ceño fruncido.
—Sí. El mismo—respondo.
—¿Cómo es que sabes eso?—pregunta sin dejar de observarme.
—Porque ayer fui a su casa para exigirle que me devolviera mi celular—le informo y sus ojos se abren con sorpresa.
—¡Eres una maldita demente, Leidy Ulloa!—reclama.—Sólo a ti se te ocurre ir a la boca del boca... ¿Cómo demonios...? ¡Dios!—dramatiza.
—El punto es que quién me abrió la puerta fue nada más y nada menos que Rubí.—anuncio y ella niega de inmediato.
—De verdad que en este preciso momento pagaría por poder ser capaz de darle un buen golpe a Rubí. No puedo terminar de creer que haya sido capaz de...capaz de ser tan tonta como para dejar a Erick...para hacerle eso. Es decir, Erick es tan...lindo que no se merece ni un solo momento de sufrimiento que ella le está haciendo pasar—demanda de mala gana.
—Ya lo sé—murmuro en medio de un suspiro.
—¿Se lo vas a decir a Joel?—pregunta sin dejar de mirarme. Siento mi pulso comenzar a acelerar y me obligo a mí misma a apartar la mirada de los penetrantes ojos de Eli.—Leidy...
—No tiene caso que le diga lo de Rubí, eso sería solamente echarle más leña al fuego y no voy a hacer yo quién lo haga...Erick ya tiene suficiente con la golpiza que le dio Matías como para todavía estar soportando este tipo de cosas—anuncio evitando posar mis ojos en los suyos.
—Sabes perfectamente bien que no me refiero a eso, Leidy—me reprende.—Hablo de decirle que fuiste al departamento de Matías...
—Pues nosotros nos contamos todo, Eli. Claro que se lo voy a decir—una pequeña sonrisa se instala en sus labios—pero no ahora—agrego y la sonrisa de mi mejor amiga se esfuma en cuestión de segundos.
—De verdad que no sé en que jodido momento a Matías se le ocurrió la maravillosa idea de volver—masculla de mala gana—Todo el mundo estaba mejor sin él. Era un mundo de color rosa tan perfecto y tan feliz que era como un cuento de hadas...demasiado bueno para ser real, de hecho—suspira.
—Tú lo has dicho, un mundo de color rosa...que no es real...
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NO ME OLVIDES|JOEL PIMENTEL|Completa.
FanfictionEl olor a su perfume, un beso en la mejilla, una fotografía y una pequeña promesa que pienso mantener hasta el último de mis días. Eso es todo lo que tengo de ella.