El olor a su perfume, un beso en la mejilla, una fotografía y una pequeña promesa que pienso mantener hasta el último de mis días. Eso es todo lo que tengo de ella.
—¿Se conocen?—pregunta la novia de Zabdiel pero estoy tan concentrada observando el rostro de Joel que no soy capaz siquiera capaz de respirar correctamente.
El primero en apartar la mirada es él, pero su sonrisa sigue instalada en sus labios y por alguna razón que no puedo terminar de comprender claramente una sonrisa se apodera de los míos casi involuntariamente.
—¡Es Leidy!—exclama el muchacho y Lía le frunce el ceño.
—Ah, sí. No sabía que se conocían....—susurra—...pero bueno, la parte buena de todo esto es que creo que la cita va a ir mejor de lo que esperábamos todos...—agrega la chica con una enorme sonrisa.
—¡Es que no estás entendiendo, Lía! ¡Es Leidy!—explica y se inclina un poco sobre ella para poder susurrarle en el oído mientras Zabdiel y yo intercambiamos una mirada de confusión. Somos testigos de cómo los ojos marrones de la muchacha se abren llenos de sorpresa y sus labios forman un pequeño círculo claramente sorprendida.
—¡¿La chica de la luna?!—inquiere en un chillido posando sus ojos en mí. Le ofrezco una pequeña sonrisa y sus mejillas se sonrojan haciéndola parecer la copia exacta de un tomate.—...lo lamento, soy una indiscreta...
—Ni lo notamos....—protesta Joel con las mejillas coloradas—...nosotros nos vamos...—decide el chico.
—¿Disculpa?—cuestiona la chica.
—¿Leidy?—protesta Zabdiel y yo me rio un poco.
—No te preocupes, Zab. Joel es un viejo amigo....—informo y la mirada del muchacho vuelve a posarse en mí. La sonrisa se vuelve a instalar en sus labios de manera automática y mi corazón se estremece en respuesta.
—¿Segura?—pregunta mi mejor amigo y yo asiento de inmediato.
—Vamos a estar bien, en serio...
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El silencio que se instala entre nosotros no es incómodo. Al contrario, se siente bien, como si fuésemos dos amigos de toda la vida caminando por las calles de la ciudad, ese tipo de amigos que pueden estar sentados a tu lado en completo silencio permitiéndose disfrutar de su compañía mutuamente y no te aburres jamás.
Pues esa es de la manera en la que me siento caminando junto a Joel mientras mi cerebro comienza una batalla campal tratando de encontrar un buen tema de conversación. ¿Y es que, que se supone que le puedes contar a un chico que solamente has visto una vez en tu vida? ¿Qué lo habías olvidado? Y que para hacer el asunto más interesante, el parece recordarte como si el único encuentro en cuestión hubiese sido la noche de ayer.
—¿Eres estudiante o algo así?—pregunto para romper el hielo un par de minutos de debate después.
Joel por su parte parece estar luchando consigo mismo pero apenas las palabras salen de mis labios su mirada marrón enmarcada por sus largas y rizadas pestañas negras se posa en mí. Me ofrece una mirada que sería digna de un desmayo y suelta un pequeño suspiro.
