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Apenas unos segundos después, me hallaba bajando del coche.

Wyatt se había adelantado cogiendo mis cosas, yo miraba maravillada a mi alrededor. Caminé hacia dónde se dirigía mi casero.

Sabía que viviría en un edificio de poca antigüedad, pero en la foto no parecía tan genial como se veía en persona. 

- Nos va a tocar subir escaleras, el ascensor está arreglándose -Me sonrió mientras andaba en dirección a las escaleras-.

-No importa, pero no hace falta que lleves mis cosas, en serio. -Intenté agarrar la maleta, pero la apartó e hizo un gesto negando con la cabeza, mis esfuerzos porque me diera la maleta durante todo el viaje habían sido en vano y supe que esta vez no sería diferente-.

Subimos las escaleras, nos dirigíamos al cuarto piso, no me importaba tener que subir y bajar escaleras, de hecho tenía bastante fobia por los ascensores así que no me quedaba otra.

Al fin llegamos. Wyatt frenó frente a mí dejando la maleta en el suelo y posando unas llaves en mi mano.

-Aquí tienes, espero que tu estancia aquí sea lo más agradable posible, todos los vecinos estarán felices al darse cuenta de que tenemos una nueva inquilina. Si necesitas cualquier cosa, Primero A, a su servicio. -Hizo una reverencia que provocó una risa en mí-.

-Muchas gracias de verdad, yo también lo espero. -Sonreí y me apresuré a acercarme a la puerta, leyendo el letrero junto a ésta-. Cuarto B. -Repetí en voz baja-.

Extendí el brazo introduciendo la llave y girándola al mismo tiempo que la puerta se abría ante mí. Caminé mientras se irradiaba una gran luz desde el interior. 

"Precioso"

Es lo único que venía a mi mente, ante mí podía observar un cálido salón, había pocos muebles pero tampoco me importaba demasiado. 

Dejé mis pertenencias en el suelo, corriendo por toda la casa con intención de estudiar cada rincón. El baño, la cocina, otra sala dónde estaban los artefactos de limpieza y demás labores, el salón, y finalmente, el dormitorio.

Rápidamente cogí el móvil y puse mi playlist favorita de Spotify, recogí mi largo pelo rubio en un moño despeinado y me quité el abrigo y las zapatillas.

No me llevó demasiado tiempo ordenar toda la ropa en el armario y guardar otras pertenencias que había traído, incluso le dí una nueva distribución al salón.

Me apresuré a hacer una vídeo llamada con mis padres para mostrarles todo. 

Una vez que colgué, pensé en descansar un rato, pero decidí investigar el vecindario. Ya tendría tiempo de descansar por mucho que el jet lag se apropiara de mí.

Coloqué las convers de nuevo en mis pies, agarré las llaves, también cogí algo de dinero ya que aunque la casa viniera con muebles estaba claro que tendría que comprar algo para comer, y cerré la puerta. 

Estaba bajando las escaleras cuando oí una voz que me resultaba familiar ir ascendiendo poco a poco.

-Hola Wyatt. -Dije justo antes de toparme con él aunque, para mi sorpresa, no iba sólo-.

-Anda, hola Isa, esperábamos encontrarte en casa. -Había una mujer bajita de nacionalidad asiática tras él, y justo llegó a un escalón próximo un chico joven-. Queríamos entregarte esto para darte la bienvenida. -Dijo mientras extendía los brazos pudiendo mostrarme un extraño pastel que tenía muy buena pinta-.

-Encantada, soy Ho Rang, la mujer de Wyatt, bienvenida. -Le dio un toque en el hombro al que parecía ser su hijo y le hizo hablar-.

-Yo soy Vernon, encantado. -Agregó una tímida sonrisa y apretó sus manos-.

-Ha sido un placer conocerlos -Dije en tono formal mientras esbozaba una sonrisa-. En verdad salí a comprar unas cosas para la hora de comer. -Me extendió el pastel hacia mis brazos hasta que lo sostuve-.

-Hay una tienda justo al bajar a la derecha, es de alimentación, creo que encontrarás todo lo que necesites. 

-Muchas gracias. -Ho Rang me dedicó una reverencia y yo la correspondí con el mismo gesto, supongo que en su país esa es su manera de despedirse-.

Bajaron las escaleras, y los acompañé, dejando el recipiente con el pastel en mi bolso.

Vernon de vez en cuando miraba escaleras arriba y se topaba con migo, mirándole también. No pude evitar reírme luego de unas tres veces que casi se cayó por hacer lo anterior. Me sentí mal, pero él también soltó una carcajada y ese sentimiento se desvaneció.

Era mono, tenía unos rasgos que no eran muy comunes, supongo que es normal si tus padres son de nacionalidades tan distintas, pero resultaban lindos.

Me despedí de ellos y salí en busca de la tienda que me habían recomendado, la encontré sin demasiada dificultad ya que, como mucho, estaba a diez pasos del portal.

Entré y llené un carro con provisiones que me durarían como poco una semana. En la caja me atendió una chica que parecía más o menos de mi edad. Me miró sin demasiada sutileza.

-Hola, no eres de por aquí ¿me equivoco? -Negué con la cabeza-. Lo suponía, solemos conocer a todos los clientes que pasan por aquí.

-Me acabo de mudar, estudiaré aquí mi carrera, soy española. -Ella sólo me dedicaba una mirada de admiración como si estuviera contando que acababa de aterrizar con una nave espacial que venía de Saturno-.

-¿En la universidad Case Western? -Me apresuré a asentir, sus ojos comenzaron a salirse de sus órbitas.- Yo también estudio allí, seremos compañeras, si quieres podemos ir juntas a la universidad, me llamo Lisa.

-Yo soy Isabel, me parece una idea genial. -Cuando quise darme cuenta, me estaba extendiendo un papel donde segundos antes había apuntado un número-. Ese es mi teléfono, aunque si necesitas cualquier cosa o te apetece salir, ya que supongo que aún no habrás hecho amigos, estoy en la tienda trabajando toda la mañana.

Y, casi sin quererlo, después de unos largos minutos conversando junto a ella en la tienda antes de que vinieran más clientes y tuviera que irme para dejarla trabajar, ya había hecho una amiga.

No cabía en mí de la felicidad que sentía.

Y esto sólo acababa de empezar.





Efecto Mariposa💫Donde viven las historias. Descúbrelo ahora