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Empecé a correr por aquel prado lleno de flores de diversos colores, por primera vez en mucho tiempo me sentía libre.

Sentía el aire en mi cara jugueteando con mi pelo, pero poco me importaba. Cuando perdí el aliento por completo me lancé hacia atrás para caer sobre el mullido césped.

Cerrando los ojos, recostando mi cabeza sobre mis brazos, para finalmente abrirlos y ver un cielo despejado frente a mi. 

Segundos después una mariposa color azulado había aparecido ante mí, me incorporé colocándome de cuclillas para poder observarla mejor. Sin embargo ésta no se alejó y, por el contrario, se acercó hacia mi. Posándose en mi mano permitiéndome observarla más de cerca, sus patas recorrían mi brazo pero cuando quise darme cuenta en ellos se dibujaban formas ilegibles a medida que la mariposa los recorría sin descanso.

Intenté ahuyentarla pero no dio resultado, mis brazos se hallaban marcados, ni yo sabía con qué. Froté para eliminar esas extrañas marcas de mi piel pero no lo conseguí por mucho empeño que puse. 

A medida que lo intentaba y no lo conseguía me frustraba cada vez más y frotaba más rápido dejándome una irritación perfectamente visible en ambos brazos, acompañados de los garabatos que allí seguían.

Me desperté.

Respiré profundo al levantar mis mangas para examinar ambos brazos y observar que no había nada allí.

Era el mismo sueño de siempre.

Pero no me acostumbraba a tenerlo. No recuerdo cuando fue la primera vez que soñé aquello pero jamás había vuelto a tener un sueño distinto de éste. 

Todos se relacionaban con aquellas marcas de mi brazo y la maldita mariposa azul.

Miré por la ventanilla, y acto seguido puse la vista en mi reloj para comprobar que apenas quedaban unos minutos para que el avión aterrizara y llegara a mi destino. 

Ya no veía nubes a través de la ventana, se podía observar un conjunto de grandes edificios y zonas verdes plagadas de naturaleza.

Mentiría si dijera que no me sentía entusiasmada, desde que nací había vivido en un pequeño pueblo de España y no se me había presentado antes la oportunidad de viajar para conocer nuevos lugares, quizá por eso siempre había tenido tantas ganas de descubrir y me emocionaba tanto al conocer cosas nuevas aunque no fueran demasiado impresionantes.

Mis pensamientos se disiparon cuando las azafatas nos informaron de que íbamos a aterrizar.

Lo siguiente fue rápido, avancé hasta recoger mis pertenencias y dirigirme hacia la puerta del aeropuerto, había quedado allí con mi futuro casero.

Se llamaba Wyatt, había venido a vivir a Estados Unidos hace ya casi veinticinco años. Conocía a mi tío por temas empresariales, tampoco me interesé demasiado por estos. Pero eran amigos desde la adolescencia.

Por lo visto, Wyatt se había enamorado de una chica coreana que había conocido en una empresa con la que iban a colaborar en unos negocios. Los detalles los desconozco, el caso es que se quedó allí a vivir y formaron una familia.

Salí del aeropuerto y allí estaba esperándome un señor sosteniendo un gran cartel en el que ponía "Bienvenida Isabel".

Sonreí instantáneamente al verlo, caminé hacia él para estrechar su mano.

-Hola Isabel -reí ante el tono que puso al decir mi nombre- Perdón, es la costumbre del acento americano -agregó una sonrisa-.

-Hola Wyatt -le saludé- no te preocupes.

-Espero que el viaje no se te haya hecho demasiado largo, vamos -dijo sosteniendo mi maleta-, he aparcado el coche justo allí -señalaba una dirección mientras agregaba aquellas palabras-.

-Ocho horas son muchas, pero por suerte pude dormirme y leer un poco -desviando el tema para no pensar otra vez en el sueño-.

-Eso está bien. -Apretó la llave del coche y automáticamente un ford mustang rojo comenzó a emitir unas luces- Ese es mi coche, vamos sube, yo meto ésto en el maletero.

Hice lo que dijo y entré al coche, acto seguido él también entró y comenzó a conducir.

Era un hombre hablador, pero yo no podía seguir la conversación que él me proporcionaba porque toda mi atención estaba centrada en los edificios y monumentos que nos rodeaban, no pude evitar abrir ligeramente la boca maravillada por todo lo que se exponía ante mis ojos.

-Yo también estaba así de emocionado la primera vez que llegué, el pueblo es un sitio pequeño, pero poco a poco te acostumbrarás a vivir aquí. -Agregó sin quitar la mirada de la carretera-.

- Sin duda lo haré. Es precioso, se siente como estar dentro de una película. -Sonreía involuntariamente-.

Mi sueño siempre había sido ir a Estados Unidos y aún no me creía que en verdad estaba allí. 

-¿Te gustan Los Beatles? -miraba en dirección a la radio-.

-Me encantan. -Me tomé la libertad de alargar el brazo hasta pulsar el botón que encendía el aparato para que ambos pudiéramos deleitarnos con la perfecta voz de John Lennon-.

A veces Wyatt se ponía a tararear la melodía de las diversas canciones que sonaban, eso me provocaba risa pero acto seguido yo también cantaba y él hacía los coros.

Fue un viaje que se me hizo ameno.

-Hemos llegado a Cleveland. -Dijo orgulloso-. En un rato estarás en tu casa.

Esa idea hacía que mi tripa no pudiera contener los nervios, pero también me hacía sonreír instantáneamente.

Mi nuevo comienzo estaba a punto de empezar y no podía esperar a ver dónde iba a pasar los siguientes años de mi vida.

"Mi casa".

Sonaba realmente bien.




Efecto Mariposa💫Donde viven las historias. Descúbrelo ahora