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Ansiaba tanto ese día, que cuando llegó, apenas era consciente de ello.

Viernes, el viernes que iba a presentarme a la audición. No fui a las últimas dos clases para poder practicar, de todas maneras, uno de los profesores había faltado, así que no estaba tan preocupada por no ir.

El baile, tenía que reconocerlo, había quedado increíble, y no me extrañaba ese resultado, ya que Jimin no era un bailarín cualquiera. Y yo ya me sentía familiarizada con cada paso, estaba feliz.

Pasaban los minutos, y mis nervios se incrementaban. 

Menos dos, menos un minuto... Por fin eran las tres y media. 

Y allí me hallaba yo, el día anterior había presentado una inscripción con mi nombre, edad, número telefónico, la canción que bailaría, y en qué estilo me querría especializar en el caso de que me cogieran.

Estaba tras el telón, realmente nunca había estado en un salón de actos tan espectacular, una vez que oí mi nombre, mi mente pareció desconectar casi por completo y caminé, abriéndome paso hasta salir al escenario, donde al frente, se encontraban tres personas sentadas.

A mi lado había un muchacho sentado frente al piano, no sabía que la música la interpretarían. Tenía la sensación de que mis piernas estaban temblando. 

-Puedes comenzar -Dijo una de las personas desconocidas que estaban delante mía, yo sólo asentí-.

Comencé a bailar, al principio mis pies no se sentían seguros y yo no podía evitar tener una expresión preocupada. Pero a medida que las teclas del piano iban emitiendo perfectas melodías, mis movimientos iban siendo más fluidos y rítmicos.

Cada vez me crecía más y más, sintiendo que aquello me completaba, sintiéndome agradecida por poder estar haciendo mi sueño realidad.

Ahora sonreía casi sin quererlo mientras pensaba que tras tanto tiempo deseándolo, estaba haciendo ballet y, aunque mi autoestima había estado siempre por los suelos, sentía que me estaba yendo bien. 

Me sentía bien, y eso era lo único que me importaba. 

Estaba dando todo lo que había en mi interior, por eso, al acabar de bailar, sentí que estaría bien si entrara a la academia como si no. Porque había sido tan genial aquella experiencia, que me había otorgado de nuevo confianza en mí misma.

Y eso, no merecía nada más que admiración.

Al fondo, pude visualizar a Jimin e Inés mirándome sonrientes, luchando contra su voluntad que estaba deseando aplaudir. El chico que, hasta ese entonces, había estado tocando el piano, también me sonrió y yo le agradecí su colaboración con la mirada.

Desaparecí del escenario para ir corriendo a buscar a mis amigos, una vez los hube hallado, me aferré a ellos con todas mis fuerzas mientras saltaban y vitoreaban soltando distintos elogios hacia mi persona. 

-Os quiero tanto -Fue lo único que alcancé a añadir-.

Volví a casa para comer algo y pegarme una buena ducha para relajarme, una vez estuve tirada en el sofá, estuve hablando con mis padres un buen rato, cuando hube terminado, miré los chats de WhatsApp, tenía mensajes recientes.

Jungkookie

Hey Isa, ¿a qué hora en tu casa, profe?

Mierda, las clases. Con todo el estrés que había pasado esos dos últimos días, se me habían olvidado por completo. Recordé que también había prometido invitar a todo el grupo a dormir a mi casa. Maldita despistada.

¿Te parece bien que sean a las seis?

Respondió en cuanto me disponía a salir del chat

Efecto Mariposa💫Donde viven las historias. Descúbrelo ahora