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Sábado.

Esperaba de verdad que aquel día la suerte estuviese de mi parte. 

Necesitaba aclararme, poner en orden todo a mi alrededor, y, siguiendo los consejos de Inés llegué a la conclusión de cual podía ser una buena vía de escape para contribuir a ello.

Así que, decidida a citar a Taehyung ese mismo día, para no esperar más tiempo, tomé el teléfono del que tan ausente había estado esos últimos días.

Pero mis planes se desmoronaron en el mismo instante en el que leí el último mensaje que me había llegado el día anterior.

Pude haber lanzado el móvil contra el suelo para intentar amortiguar mi ira de alguna manera, pude haberme echado a llorar y haber deseado morir en ese mismo instante, pero no tenía derecho para eso.

"No puedo ser más feliz" 

Volví a leer esa oración unas cuantas veces. Sonreí aún cuando mis ojos se tiñeron de oscuridad, ese muchacho realmente merecía sonreír.

No conocía muy bien su pasado, pero sabía que el rubio lo había pasado mal, pues apenas tenía amor por sí mismo, y si había una persona que le hiciera quererse tanto como merecía, aunque no fuera yo, debía estar feliz por ello.

No sé de dónde saqué el valor para responder a su mensaje, pero lo hice, vaya que si lo hice.

Me alegro muchísimo, de verdad, enhorabuena, y, no te preocupes, gracias por confiar en mí y contármelo 

Desvié la atención a otra notificación que había en mi WhatsApp, alejando cualquier pensamiento de mi cabeza.

Jungkookie

Hola Isa, ¿recuerdas que te dije que hablaríamos hoy, no? Sólo quería saber a qué hora te venía mejor, espero que no te hayas olvidado de este pobre chico

Sonreí al leer su mensaje, y acto seguido contesté.

Claro que no, idiota

¿A las seis te parece bien?

Fui a desayunar y, como de costumbre, salí al balcón mientras terminaba de comerme la pieza de fruta que estaba deleitando mi paladar. 

-Me parece perfecto -Escuché justo a mi lado, me sorprendí, por lo que di un pequeño salto en el sitio-.

-Maldita sea Jungkook, me vas a matar de un susto alguno de estos días -Dije tocando mi pecho pudiendo sentir lo rápido que latía mi corazón, el castaño sólo reía a carcajadas con su maldita risa contagiosa que provocó que mi sonrisa fuera notoria-.

-Bueno bueno, lo siento -Rascó su cabeza-, a las seis nos vemos -Añadió antes de hacer el amago para volver a entrar a su casa-.

-Adiós, nos vemos -Le dije divertida cuando desapareció de mi vista-.

No tenía demasiado que hacer esa mañana osea que, aproveché para bajar a la tienda de la castaña para visitarla, pues no habíamos hablado en unos días.

-¡Lisa! -Grité luego de ver que no había clientes-.

-¡Te extrañé! -Dijo antes de salir de su puesto para venir hacia mi y abrazarme- Sé que comimos juntas, pero estabas algo ausente ¿Pasó algo? -Negué con la cabeza-.

Efecto Mariposa💫Donde viven las historias. Descúbrelo ahora