Dependencia rota.

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Nuevamente obligado a verle sufrir por un engaño de quien este amaba, viéndole como su cuerpo era dañado con vasos de alcohol.

—¿Y ahora con quien fue?

Le dio un pequeño sorbo a su bebida.

—¿Ah? Inuoka, el tipo que conocimos años atrás en las prácticas de Tokio.

Sus mejillas ya estaban rojas por el alcohol en su sistema, imagen peligrosa para los orbes miel de Tsukishima.

—¿No crees que ya es hora de alejarte de algo tan tóxico como eso? Ya es la quinta o sexta vez que lo hace.

—Creo que es la octava.

Apretó el tarro con fuerza.

—¿Entonces porque lo sigues aguantando?

Aquellos ojos azules tan hermosos para el, tan preciados e inundados en lágrimas amargas, dolorosas.

—Porque soy un idiota que lo ama y le perdona todo.

No pudo más con aquella imagen y le tomó de la mano pagando la cuenta, dejando el cambio como propina; arrastrando al pelinegro por las calles de aquella zona hasta un callejón alejado de las miradas que pudiesen darles los transeúntes.

—Ya basta, deberías valorarte un poco más, no solo es Hinata Shouyo en este mundo.

—¿Quien más podría aguantar a un jugador amargardo como yo,  Tsukishima?

—Yo.

Y sin dar tiempo a réplicas unió sus labios a los del pelinegro, sosteniendo su cintura con ambos brazos apretando sus caderas con sus dedos sorprendido del cuerpo que poseía el ojiazul. Se separaron buscando aire.

—Déjame hacerte sentir lo que Hinata siente al estar con otros, prometo hacerte desgarrar la almohada con los dientes Tobio.

Su cuerpo entero vibró de excitación, ¿ser el de abajo? Eso sin duda era algo nuevo para el pero estaba deseoso de sentir aquello, saber porque Shouyo no podía dejar de serle infiel, quizás podría aprender algo de esta experiencia.

—Tobio, rápido.

Mordió su cuello, descubrió lo sensible que es en aquella zona.

—S-si...

No dejaría pasar esta oportunidad por nada del mundo y terminaron por abordar un taxi con destino a la casa del rubio. Ambos extasiados por la lujuria no se dieron cuenta de como terminaron en la habitación del ojimiel, entre besos y tirones de ropa quedaron desnudos al final, Tobio puesto en cuatro mientras Kei deslizaba su lengua en la entrada del menor, lenta y tortuosamente. Con Tobio sosteniendo sus caderas a una altura lo suficientemente buena como para no ahogar el rostro del rubio que seguía lamiendo cada rincón de ese virginal lugar separando sus nalgas y golpeando con extasis estas hasta dejarlas tan rojas como un par de cerezas en su punto de maduración.

—¡Tsukishima!

Entre sus brazos la almohada que sostenía fue estrujada con mayor fuerza y su erección ya pulsaba dolorosamente.

—Tranquilo, mi rey, pronto acabaré con su tortura.

Una última lamida dio paso a uno de sus dedos, Kageyama se quejó por ello, dolía y era incómodo más no insoportable. La preparación termino y dejando besos en sus piernas Kei por fin pudo liberar su necesitada erección para frotarse en aquella dilatada parte de la anatomía de su rey.

Kageyama por su parte estaba tanto ansioso como nervioso y no era para menos debido a que sería la primera vez siendo el que recibía toda la atención ya estando acostumbrando a darla. La penetración fue dolorosa y mordiendo con fuerza la almohada aguanto los quejidos pero su interior se contrajo provocando dolor en el miembro del rubio que lo retiro abruptamente por aquello.

—Tobio, tienes que relajarte o será doloroso y no solo para ti.

Tsukishima se encontraba desesperado ya que aquello comenzaba a hacerse demasiado tardío para su gusto.

—Lo, lo siento yo... quizás no pueda hacer esto Tsukishima y...

No, no, no, no se haría para atrás una vez que ya se encontraba en su cama, desnudo y totalmente preparado. Sus manos fueron apresadas por las del rubio y su cuerpo giró también quedando boca arriba mirando al rubio que le dirigía una mirada desaprobatoria y por demás dolida.

—Te amo; desde la secundaria, desde que te vi perder, desde tu apodo de Rey de la cancha, Tobio, déjame demostrarte no solo está noche lo mucho que me dolió verte con Hinata y aguantar como sufres por el y no por mi.

Los ojos azules de Kageyama mostraban sorpresa, con Hinata tenía seis años de relación y Kei venía a hacerle trastabillar en ello con solo esas palabras.

—Bien... hazlo.

Suspiró de alivio, sus labios fueron a los contrarios, deslizando sus dedos por su cuerpo llegando a sus piernas donde estas fueron separadas, Tobio se dio la vuelta abrazando la almohada con fuerza mientras el frío líquido se abría paso en medio de su trasero, los dedos de Tsukishima también lo ensancharon arrancando suspiros, gemidos, maldiciones y más.

—Voy a entrar.

Con besos en sus hombros, Kei arrancó la virginidad de Tobio, este por su parte trato de relajarse lo más que pudo, gimiendo adolorido por la intromisión, la mano del rubio acariciaba su glúteo, besaba su espalda dejando pequeñas lamidas en esta para distraerlo con eso y empezó con el vaivén suave de sus caderas. Cambiaron de posición, Tobio ya se encontraba rendido ante el placer que Kei le daba, amando su cuerpo con cada beso y caricia, haciéndole sentir delicias con cada roce de su boca, sus besos eran insaciables, hambrientos, succionando su saliva cual néctar, su espalda fue a dar a la pared siendo cargado mientras recibía de lleno sus embestidas.

En el escritorio.

Al filo de la cama.

En la silla.

Culminando en el baño.

—Estoy completamente pegajoso...

El rubio tallaba su espalda baja con la esponja repleta de espuma, presionando con sus dedos la cansada espalda que sostuvo sus embestidas, besando sus hombros con cariño.

—Lo lamento, debes dormir un poco, ¿te quedarás?

Kageyama no se encontraba seguro de aquello pero no deseaba volver a su casa con Hinata.

—Sí.

Las semanas avanzaron, Hinata comienza a notar las llegadas tardes de Kageyama, a veces intenta esperarlo despierto pero no lo logra y cuando amanece está en la cama que ambos solían compartir. Un día al fin lograr interceptarlo.

—¿Quien es?

—¿Quien es qué?

Kageyama se arregla para irse a trabajar.

—Ya no... intentas nada.

Si, Kageyama ha perdido todo interés en satisfacer a Hinata.

—Pensé que no lo hacía bien.

—¡No era mi intención alejarte!

Hinata mantiene a raya sus deseos de llorar.

—Sho... Hinata, quizás... solo se acabó, desde hace mucho debió terminar pero bueno, sabes que soy idiota.

La sonrisa de Kageyama destroza a Hinata, no hay más "Shoyo" y lo sabe, conoce esa clase de sonrisa, alguien más lo está haciendo feliz y sabe, que lo tiene bien merecido.

—Le dijiste.

—No quien, pero ya lo sabe, mañana pasaré a recoger mis cosas, ¿no tienes problemas en que me vaya a vivir contigo? Solo será por un tiempo en lo que el sale de la casa...

Sostiene su mano y acaricia su pulgar dulcemente.

—Bienvenido a casa, Tobio.

Yunisu On.

Otro lemon barato.

Yunisu Off.

One Shots TsukiKageDonde viven las historias. Descúbrelo ahora