KurooAki.

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Esto no tiene absolutamente nada que ver con el TsukiKage, bueno habrá mención de ellos pero este escrito será más centrado en esta shipp que me encantó, los shippeo por sus seiyuus, Nakamura-san y Sakurai-san, Kuroo Tetsurou x Akiteru Tsukishima.


Llegar desde Tokio con toda la intención de conquistar al bloqueador central de Karasuno y toparse con que este ya estaba en una relación con el armador del mismo equipo fue un golpe doloroso para Tetsuro Kuroo. No solo fue el rumor, lo confirmo cuando les vio tomados de la mano, con el rubio robándole besos que el serio pelinegro le daba aún con las mejillas rojas y en público, los envidio pero les deseo felicidad sincera.

—¿Ahora que hago yo aquí con todas las vacaciones pagadas en Miyagi? —un suspiro resignado salió de sus labios y no le quedó de otra más que irse al hotel donde se hospedaría—

Visitó a los chicos de Karasuno, ya los demás de tercero se habían graduado al igual que el, fue a dar a un puesto de ramen donde escuchó la voz de quien era la principal razón de que se encontrase en aquel distrito, iba acompañado de un rubio un poco más bajo que el y de la mano con quien fuese el armador estrella de Karasuno, Kageyama Tobio.

—Hermano, ¿podrías escoger un tazón ya? Tobio tiene hambre y no dice nada por esperarte.

—¡Ahhh! ¡Perdona a tu hermano Tobio-kun!

El pelinegro negó con una diminuta sonrisa, el esperaría lo necesario por su querido cuñado.

—¡Lentes-kun!

Se crispó cual felino ante aquella fastidiosa voz y tomó de forma posesiva la cintura de su pareja, con refunfuño saludó al contrario preguntandole que hacía en un lugar como Miyagi siendo que el era un chico de ciudad, el armador se veía confundido por aquello, ¿que tanta confianza se tenían esos dos? Como chica celosa se acomodo en el costado del rubio aferrándose de forma discreta a su sudadera formando un puchero sumado a un rostro de clara irritación por aquel tono tan meloso usado con su novio, maldijo a ese gato citadino.

—¡Ya sé cual voy a pedir! Ah, ¿otro amigo tuyo Kei?

FLECHADO.

No era Tsukishima Kei, pero tenía un aura tan rosa a su alrededor, lo saludo con una sonrisa mucho más idiota de lo normal balbuceando incluso su nombre, la belleza sin duda era de familia. Platicaron animadamente dejando de lado a ambos adolescentes que aprovecharon para cambiarse de mesa debido al ambiente que se leía claramente en aquel lugar.

—¡Kei no siempre fue así! Ha cambiado mucho, aunque Tobio-kun le ha hecho ser más dulce.

—Hermano...

Se tensó riendo nervioso y devolvió su dorada mirada al pelinegro con una sonrisa tan deslumbrante.

—Realmente vine aquí para conquistar a tu hermano pero creo que me he equivocado de Tsukishima todo este tiempo.

Aquello sonrojo al rubio mayor haciendo que tomara rápidamente su bebida, estos chicos de ahora si que eran completamente lanzados cuando querían algo o les interesaba alguien. Los coqueteos por parte del menor prosiguieron durante la comida, con pequeños roces entre sus manos y risas suaves.

—Si quieres algo con mi hermano primero deberás pasar por toda la familia Tsukishima, Kuroo-san.

Kei estaba cabreado, Tobio tomaba una malteada sabor fresa observando a ambos chicos, Akiteru estaba rojo por las palabras de su hermano y Kuroo miraba al rubio menor con una sonrisa ladina, como diciendo, "tu hermano va a ser mío, quieras o no" la guerra iba a desatarse y Kageyama lo sabía, pero su cuñado parecía feliz, aquello realmente le alegraba ya que Akiteru merecía ser feliz, el era una muy buena persona. Kuroo pasó exitosamente las pruebas de Kei y su familia, aunque Akiteru era muy inseguro debido a la diferencia de edades Kuroo se encargó de hacerle entender que su amor iba en serio y que no pensaba dejarlo solo aún si este llegaba a la vejez primero, recitandole amor eterno hasta que llegaron al altar dos años después de su relación.

—Tu hermano me gustaba, pero Aki-chan sin duda es mucho más lindo, menos enojón y tiene un tra...

La mano de su ya esposo se posó en sus labios con las mejillas tan rojas como un par se maduras cerezas. Las risas infantiles de sus sobrinos resonaron en el sofá, aquellos lindos niños de dorados ojos con cabellos negros y dorados les miraban divertidos.

—¿Quien quiere pegarle la cola a tío Kuroo?

—¡Yo!

Los mellizos tomaron la felina cola negra de las manos de su tío rubio con aquella maligna sonrisa de su padre.

—¡En el próximo aniversario de sus padres los dejaré en una guardería para poder hacer a nuestros hijos en paz! ¡Akiteru! ¡Detén a estos demonios!

Ignoró al menor leyendo una revista de maternidad, Akiteru ya estaba por darle sus propios demonios a Kuroo.

One Shots TsukiKageDonde viven las historias. Descúbrelo ahora