Capítulo 37

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LUKA:

Después de pagar la habitación decidimos quedar para ir a algún lado ya que aún le debía al rubito esa cita que no pudimos tener y los dos coincidimos en que ir al cine era la mejor opción pero Ian quería ver una película de terror y yo me negaba a pasar miedo, el caso es que tras varios minutos de discusión terminó descartando la película de terror a cambio de una condición: que eligiera la hora de la película. No entendí por qué se empeñó en elegirla de noche, sobretodo después de que volviera a discutir con él. Sara ya estaba sospechando de que teníamos algo y si desaparezco de casa un domingo por la noche lo iba a acabar sabiendo, la verdad es que no me importaba que lo supiera, sabía que ella lo aceptaría perfectamente, pero prefería decírselo yo antes de que se enterase ella solita. Finalmente, acabé aceptando al recordar que había una película de ciencia-ficción que me llamaba bastante la atención.

Al día siguiente me encontraba caminando hasta la puerta del cine. Hacía un día soleado por lo que no ma había hecho falta traer la chaqueta y en lugar de eso me decidí por una camiseta blanca de manga corta que estaba decorada con unos pequeños botones de madera en el cuello, unos pantalones color café y unas deportivas reebok blancas a juego con la camiseta. La verdad es que adoraba los días así y los procuraba aprovechar al máximo así que de camino a mi cita me pasé por alguna que otra tienda antes de que cerrara para comprar algo de ropa para mí, en especial unos vaqueros sencillos de color negro que quería desde hacía bastante tiempo  y las toallitas desmaquilladoras que me encargó Sara antes de irme por lo que, como era de esperar llegué un poco tarde a pesar de que había salido con tiempo de mi casa.

Para cuando llegué a la puerta del cine ya estaba anocheciendo pero aún había la suficiente claridad como para ver perfectamente a Ian apoyado en la moto fumándose un cigarro. Hoy se había decidido por una camiseta de manga corta negra con un estampado de letras amarillas, unos pantalones vaqueros anchos que estaban a mi parecer demasiado rotos por las rodillas y unas zapatillas negras, cuando estuve lo suficientemente cerca de él sonreí levemente al ver varios pendientes en su oreja izquierda.  uno era un pequeño diamante en el lóbulo y los otros son dos eran unos sencillos Heix en la parte superior de la oreja. La verdad es que me gustaba mucho como la plata resaltaba su masculino rostro y es que su cara parecía una perfecta obra de arte. Solo le hizo falta ver mi leve sombra cargada de bolsas para mirarme con esa típica sonrisa suya.

-¿Aprovechando el día?

Dijo apagando el cigarro contra el suelo.

-Un poco, ¿He tardado mucho?

El rubio miró hacia arriba como si tratara de resolver un problema de Newton antes de hablar.

-Lo suficiente como para que me dé tiempo a aburrirme.

-Me lo tomaré como si fuera poco.

El rubio sonrió y me regaló un beso en la mejilla pero, en lugar de enfadarme, agradecí el suave contacto con su piel. Después, volvió a sonreir y juntos caminamos hasta las taquillas para comprar las entradas. Por suerte el día estaba de nuestra parte y había poca gente esperando, seguramente por que era domingo así que pudimos llegar pronto a la sala de cine. Durante todo ese tiempo nos entretuvimos hablando sobre temas como las películas más famosas del año o quién debería ganarse el Óscar, como era de esperar no coincidimos en nada pero al menos pasamos un largo rato argumentando por qué cada uno tenía razón.

Uno de los temas que discutimos fue la comida, yo había optado por comprar una pequeña bolsa de lacasitos pero Ian se negaba rotundamente a comprar comida porque aseguraba que al masticar el ruido de la comida en la mandíbula era más fuerte que el de la película y le impedía centrarse, cuando le dije que eso era imposible en el cine porque utilizaban unos altavoces potentes se limitó a decir algo absurdo como "Ningún altavoz del mundo es más potente que el ruido de tu mandíbula" y fue entonces cuando comprendí que esa conversación no merecía la pena.

Enamorado de un chico de compañía (Primera Parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora