Eddie:
Después del ataque de Fran pasé varios días sin ir a trabajar hasta que decidí plantarle cara de una vez por todas e ir a trabajar.
Entré en la tienda temblando por dentro pero derrochando confianza por fuera. Era consciente de que Fran sabía que había llegado y no tardaría en reprocharme los días que había faltado, sin embargo trabajé evitando cualquier tipo de contacto con él, quería esperar a que cerrara la cafetería.
Durante el día, varias clientas, incluso Luka me preguntaron si me encontraba bien, les contesté con un simple "Sí" pero la verdad era que no paraba de pensar en lo que me esperaba. En los días que me había ausentado había tenido tiempo de sobra para pensar en Fran, sobretodo para hacerme un millón de preguntas sin respuesta pero una destacaba sobre el resto: ¿Cómo era posible que tuviera esos sentimientos por mí? En el poco tiempo que había pasado con el solo habíamos discutido y nunca me había planteado otro tipo de sentimiento a parte de odio.
Quería creer que lo que dijo solo fue fruto del extres y el cansancio pero algo me decía que Fran habló muy enserio.
-¡Eddie!
Cuando me quise dar cuenta, la clienta a la que estaba atendiendo se manchó por el café que rebosó de su vaso. Rápidamente aparté la jarra con la bebida y busqué unas serbilletas para ayudarla.
-Perdón, no me he dado cuenta.
Intenté disculparme ante ella que limpiaba nerviosa su bolso.
-Eddie.
Cuándo escuché aquella profunda voz noté como todo mi cuerpo se extremeció y tragué saliva antes de girarme para verle. Fran estaba de pie con los brazos cruzados.
-Ven, tengo que hablar contigo.
El hombre no se movió mientras yo intentaba descifrar sus opacos pensamientos. En ese momento apareció Luka.
-Déjame con ella, yo te cubro.
Una vez más pedí perdón a la chica y le di las gracias a Luka antes de dirigirme a la cocina junto a Fran.
Ya dentro de la habitación más escondida del local, me encontré con mi jefe, de nuevo estábamos rodeados por los electrodomésticos de cocina.
-Lamento haber faltado tantos días al trabajo, si decides despedirme te daré la razón.
Fui el primero en hablar. Podía notar la relajada respiración de Fran y esos ojos negros observándome de la manera más imponente.
-¿Por qué te has ausentado durante este tiempo?
En ese momento le miré desafiante.
-¿Ya no te acuerdas de cuando me acorralaste contra la pared?
Me esperaba una mala mirada o una contestación típica de él, pero en vez de eso recibí una mirada pícara.
-Me acuerdo perfectamente.
-Entonces ya sabes por qué me fui.
Fran apoyó todo su peso sobre las palmas de sus manos en la encimera.
-Quiero verte este sábado.
No me sorprendió la tranquilidad con la que dijo eso, ni siquiera me planteé pensar en que me estuviera vacilando.
-No quiero.
-Lo vas a hacer.
-¿Qué vas a hacer si no? ¿Secuestrarme?
Una semana más tarde me encontraba sentado a la fuerza en un adi de color azabache y asientos de cuero blanco, acompañado de Fran, quien conducía hacia su casa.
-Pensaba que cuando te fuiste de la cocina significaba que te dabas por vencido.
Me encontraba secuestrado en un coche y de camino a la casa de un pervertido pero aún así vacilaba sin miedo.
-Preferiría guardarte la sorpresa.
Juraría que si no fuera por que estaba conduciendo le habría dado un golpetazo.
-¿Qué pretendes hacer?
-Te voy a demostrar que eres solo mío.
-A ver si lo adivino, ¿piensas emborrachrme y hacerme el amor durante toda la noche? ¿Es eso? No me extrañaría nada si lo haces....
La media sonrisa burlona de aquel pervertido me hizo grabrme una nota mental: "todo es posible cuando se trata de Fran". Y así prometí no intentar adivinar nada más.
Su departamento se encontraba a las afueras de la ciudad, situado en un bloque de apariencia moderna. Las puertas del piso eran de color caoba acompañadas por un suelo de tarima grisácea y paredes blancas, casi grises. Los muebles eran principalmente de color granate y negros dejando lucir un aspecto moderno y ordenado pero sin llegar a ser lujoso.
-Ya estoy aquí ¿Y ahora?
No me dejé impresionar por la apariencia del apartamento.
-No me gusta andar con rodeos así que iré al grano pero antes toma asiento.
Mi jefe me ofreció asiento en su espacioso sofá de cuero granate, me senté con algo de desconfianza pero me tranquilicé al ver que él se mantenía de pie, entonces, escuché con atención.
-Me gustas, ya te lo he dicho y antes de que pienses nada te adelantaré que no es un gusto solo físico, también es a nivel emocional. He querido traerte a un lugar diferente para hablar del tema contigo pero, más que nada quiero conocerte y saber hasta dónde eres capaz de llegar.
-¿Ser capaz de llegar en qué?
-Quiero hacerte mío.
Poco a poco anotaba esas palabras y cada vez que las escuchaba las dedicaba unos segundos a encontrarles sentido.
-No vas a acostarte conmigo.
-Lo voy a hacer.
-Entonces me negaré.
-Conseguiré que pidas más.
-Si es así prepárate para tardar años.
-Me bastará con un par de semanas.
-Si es que me dejo.
-Lo harás.
En ese momento me di cuenta de que estaba cayendo en un juego de palabras infinito.
-¿Piensas que por acostarme con una persona a la que no quiero la comenzaré a amar inmensamente?
Me levanté y con una mirada pícara recorrí el rostro del hombre que parecía divertirse. Se acercó a mí hasta sentarse a mi lado.
-¿Quieres probarlo?
Empujé su cuerpo desde el pecho aplicando toda la fuerza que pude sin conseguir mucha distancia.
-¡No!
-Quizás no tengas tantas agallas como pensaba...
-Sí las tengo.
-¿Sí?
-Sí.
-Entonces demuéstramelo.
Me incorporé en el sofa de cuero sin levantarme.
-¿Cómo?
Le reté.
-Bésame.
-No.
-Hazlo.
-¡No!
-Entonces no me demuestras nada.
Harto del juego de palabras reuní el valor necesario y me mentalicé sobre lo que iba a hacer: besaría a Fran para dejarle con la palabra en la boca y después volvería a casa.
Sin querer pensar en nada más, agarré a Fran por la nuca y le planté un potente beso con lengua con el objetivo de dejarle sin palabras. Pobre de mí al no tener ni idea de las consecuencias que eso conllevaría.
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Enamorado de un chico de compañía (Primera Parte)
Teen FictionAdvertencia, contiene escenas +18 *Chico de compañía*: Normalmente son chicos muy educados, serviciales y dispuestos a hacer realidad las fantasías de sus clientas. La gran mayoría son contratados para acompañar a mujeres a cenas o eventos de lujo...