Capítulo 43

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LUKA:

La verdad es que los dos ultimos días  han sido muy aburridos y monótonos, sobretodo cuando Eddie se ha tomado unos días libres. Sara ha estado estudiando y el rubito se ha conformado con un par de mensajes aunque por suerte hoy lo iba a ver.

Encuanto a mis estudios todo parece haber mejorado al recibir dos meros aprobados a pesar de que aún me quedaban seis asignaturas que aprobar y un trimestre entero por lo que tendría que continuar esforzándome.

Encendí la pantalla del móvil y miré la hora: 16:23. Todavía quedaba poco más de media hora para la llegada de Ian. Habíamos quedado en mi casa porque tenía todos los utensilios necesarios a pesar de la mala iluminación. Dejé el móvil a un lado y comencé a urgar en los cajones de mi escritorio de donde saqué una caja metálica desgastada y levemente aboyada en una esquina del tamaño de un estuche, la dejé en el escritorio perfectamente recogido y la abrí con cuidado. Sonreí nostálgico al encontrar varios carboncillos desgastados ordenados del más grueso al más delgado al lado del difumino (un lápiz que se usa tanto para marcar las primeras zonas oscuras del dibujo, como para difuminar de manera muy controlada en el proceso del dibujo) y a los extremos guardaba una goma de borrar y un sacapuntas, eran muy pocas herramientas pero las suficientes como para hacer un buen ratrato. Me dirigía hacia el armario para cuando sonó el timbre. Sonreí como un bobo y me dirigí hacia la puerta principal.

Cuando abrí la puerta me esperaba un ¡Buenos días! O un simple Hola pero en vez de eso recibí un potente beso con lengua que le dejó sin aliento.

-Eres un idiota.

Noté cómo mis mejillas se pusieron al rojo vivo.

-Gracias. No me esperaba menos de ti.

El chico sonrió divertido pero yo no reaccioné igual.

-¿Y si Sara nos llega a ver?

Ian entró y cerró la puerta tras de sí aún con su sonrisa vacilona.

-Entonces te hubieras ahorrado una confesión.

Cerré la puerta y me adelanté camino hacia mi habitación. Sabía que él conocía el camino pero aún así tenía que mostrar cierto espíritu de anfitrión.

-No sería la mejor forma de decírselo.

Una vez dentro de la habitación cerré la puerta y el chico se dedicó a quitarse la chaqueta de cuero y dejarla sobre la silla de ruedas para quedarse con una camiseta blanca de manga corta decorada con unas rayas azul marino que parecían haber sido pintadas con acuarela.

-¿Tienes pensado decírselo algún día?

Caminé hasta el armario y cuando lo abrí rebusqué un lienzo en blanco que tenía guardado desde el comienzo del trimestre.

-Se lo tengo que decir, pero no encuentro el momento adecuado.

Ian se acomodó en mi cama y tiró el móvil sobre la almohada.

-Es fácil, cuando estéis comiendo jugáis a "adivina quién le gusta a Luka" y cuando diga mi nombre dices: "¡Felicidades, has acertado!"

Le miré con un notable desacuerdo y suspiré sin intentar buscar lógica a lo que acababa de decir.

-No creo que me guste la ide...

Unos cuadros cayeron al intentar sacar el lienzo en blanco. Todos eran pintados por mi pero ninguno me gustaba, no por que estaban mal dibujados, si no porque quien estaba retratado en ellos era Nico. Unos eran de acuarela, otros a carboncillo, en témpera y al óleo pero todos mostraban lo mismo: un chico moreno de ojos color ámbar con cargantes tatuajes en el cuello, varios piercings recargaban su ceja izquierda y sujetaba o fumaba algún cigarrillo.

Enamorado de un chico de compañía (Primera Parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora