Han pasado dos días desde que fui a casa de Ian, desde que llegué a mi casa no había salido de mi habitación a menos que fuese para buscar algo rápido que comer y mucho menos me había molestado de mirar el móvil. La confesión de Ian me había confundido haciéndome recordar a Nico con quien tuve una dolorosa relación de casi dos años, dos años de llanto y angustia. No estaba preparado para una relación y mucho menos para asimilar una confesión.
No tenía pensado evitarle, por supuesto que me preocupaba por él y quería seguir siendo su amigo pero necesitaba un poco de tiempo.
Sara me había preguntado de vez en cuando qué tal me encontraba pero entre la universidad y los planes de familia no había estado mucho tiempo en casa, cosa que agradecía, pero pronto volvería a pasar el día en el salón viendo su serie favorita o experimentando en la cocina y no quería que me viera así por lo que al día siguiente intentaría volver a olvidar todo y continuar como si nada hubiera pasado.
Ese día no tenía pensado hacer nada en especial, ver algunos vídeos "relajantes" de YouTube si me apetecía y poco más, tampoco podía quedar con mi compañera de piso porque estaba ocupada en el estudio de fotografía intentando "mejorar sus dotes de fotógrafa" así que pensé que sería un día tranquilo. Todo cambió cuando llamaron a la puerta.
Me esperaba a Sara con una cámara de fotos en la mano y una sonrisa de oreja a oreja, impaciente por decirme sus progresos profesionales pero me encontré con quizás, una de las personas de las que menos quería ver. Ian.
Parecía más descansado y esa piel levemente bronceada tan atractiva que tenía volvía a estar en perfecto estado. Vestido con unos vaqueros rotos y camiseta blanca sin estampados se apoyaba en el marco de la puerta con el codo y sostenía la cabeza en su palma.
Rápidamente di un paso atrás y le miré atónito.
-¿Qué...?
No terminé la frase cuando me contestó irrumpiendo en el pasillo con andares llenos de confianza.
-Me dijiste que vendrías a verme.
Me dedicó una mirada llena de seriedad con esos perfectos ojos que parecían un libro abierto, capaces de transmitir con certeza todos sus sentimientos. No parecía enfadado, se mostraba más bien preocupado.
-No lo hiciste.
Me quedé sin palabras. ¿Qué le decía?¿Le contaba la verdad: que su confesion me había recordado a mi exnovio? En busca de una excusa cerré la puerta y agarré los cordones negros de mi pantalón de deporte blanco con líneas negras, mi look favorito para días de no hacer nada.
-No me has dado tiempo a pensar un día.
Me pregunté si mi reapuesta había sido demasiado absurda. Ian cambió su mirada para aumentar su estado de preocupación y se acercó despacio a mí.
-No has contestado a mis llamadas, estaba preocupado...
-He estado... ocupado.
Recordé a mi móvil tendido sobre el escritorio de mi habitación.
-¿Éstas bien?
Ian se acercó más a mí, obligándome a chocar contra la pared.
-Si...
No sé si lo que más me intimidaba era ese rubio de ojos verdes que se acercaba peligrosamente hacia mí o el miedo de que me forzara a decir lo que me había pasado.
Por suerte no me presionó, en lugar de eso me agarró de la barbilla y dirigió mi boca hasta sus labios y, tras sentir su cálida respiración, nos fundimos en un tierno beso.
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Enamorado de un chico de compañía (Primera Parte)
Teen FictionAdvertencia, contiene escenas +18 *Chico de compañía*: Normalmente son chicos muy educados, serviciales y dispuestos a hacer realidad las fantasías de sus clientas. La gran mayoría son contratados para acompañar a mujeres a cenas o eventos de lujo...