Capítulo 42

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EDDIE:

Mis padres entraron cargados de bolsas llenas de comida poco después de la conversación con mi abuela. La verdad es que me alegré mucho cuando me dijo que siempre lo había sabido pero aún pensaba que era demasiado pronto para hablar con mis padres por lo que simplemente decidí ayudarles a colocar la compra y actuar como si no estuviera saliendo con mi jefe dieciséis años mayor que yo.

Nada mas dejar las bolsas en la cocina mi abuela rebuscó hasta conseguir lo que quería.

-¡Ya tengo la nata!

-Mamá, ¿Puedes ayudarnos con esto? Ya tendrás tiempo para comerte las fresas...

-Vosotros podéis solos, yo ya estoy vieja.

Mi madre dejó las últimas dos bolsas en el suelo de la cocina suspirando y sonrió al verme para después estrujarme entre sus brazos.

-¡Cuánto te he echado de menos!¿Has adelgazado?¿Te van bien los estudios?¿Has conocido a muchos amigos?¿El trabajo es muy duro?

-Miriam, deja al chico respirar un poco.

Mi padre apareció en pleno ataque maternal y me saludó con unas palmaditas en la espalda.

-¿Qué tal éstas, chaval?

-Todo va bien, ya me he acostumbrado a la ciudad.

Mi madre me dejó de abrazar y comenzó a peinarme gentílmente con sus dedos.

-¿Has adelgazado? Te veo más delgado.

Conseguí escaparme de sus dedos y sacudí mi pelo para volver a despeinarlo, después me miré de arriba abajo.

-Yo me veo bien.

Dije mientras palpaba mis músculos. Incluso sentía que estaba mejor que antes de irme. Mi padre comenzó a colocar el resto de la comida en la nevera mientras que mi madre continuaba hablando conmigo.

-¿Es por el trabajo? Me dijiste que tu jefe te caía muy mal. Si sigues teniendo problemas con él a mi no me importa tener una charla...

-¡No hace falta!

Dije algo alterado. Acababa de recordar que la última vez que la hablé de Fran fue cuando aún nos llevábamos mal y parece ser que aún lo recordaba a la perfección a pesar de haber sudo hace tres años.

-Igualmente estoy preocupada, hay gente muy mala y no es justo que tu jefe te trate mal.

-La relación con mi jefe ha cambiado, ahora nos llevamos mejor.

La verdad es que no sabía qué hacer o decir pero rogaba por que no recordara su nombre, de lo contrario sería un problema cuando le contara lo de nuestra relación.

-¿Seguro? Puedo hablar con él cuando quieras, creo que aún recuerdo su nombre para poder contactarle.

-¿No crees que deberíamos colocar la compra?

Levanté un par de bolsas para intentar distraer a mi madre o Fran se metería en un problema ya que esa mujer era extremadamente protectora conmigo y mis veintiun años no tenían la menor importancia para ella.

-No hace falta, puedo colocarlo yo solo.

Mi pare me quitó las bolsas y enseguida maldije su rapidez para colocar las cosas.

-¡Francisco! Ya lo recuerdo.

¡¿Qué clase de memoria tiene esta mujer?! Pensé durante escasos minutos en algo que decir para distraerla cuando mi abuela apareció por la puerta como un superhéroe.

Enamorado de un chico de compañía (Primera Parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora