Las últimas horas de la tarde se consumían y pronto se haría de noche. Hikaru no era capaz de quitarse de la cabeza lo que había visto en aquel periódico, pues no podía soportar la idea de Kenji volviendo a hacer cosas tan horribles. Ella sabía lo terrible que era vivir teniéndole miedo y deseando que no volviese a aparecer nunca en su isla, así que comprendía cómo debían sentirse las víctimas de esos ataques. Pero eso se acabó, ella no iba a permitir que siguiese causando daño a la gente, sin importarle lo que le costase.
Era consciente de que a pesar de sus ganas por ser una gran pirata, no sabía luchar, sólo lo justo para defenderse y que así no podría hacerle frente a sus enemigos. Así que se dispuso a ir al gimnasio, no sin antes buscar a alguien que le ayudará a entrenar.
- Que raro, no hay nadie en la cocina.-murmuró Hikaru.
-¿A quién buscas?- preguntó una sombra a su espalda.
Hikaru se giró, encontrándose con el dueño de aquella voz, que la había sobresaltado.
- Pues precisamente te estaba buscando a ti.-sonrió ella.
-¿A mi? ¿Para qué me necesitas?- preguntó extrañado.
-Quiero que me enseñes a luchar, si no es mucha molestia, claro.-dijo un poco tímida.
-Hikaru~chan, no sabes lo feliz que me haces. Soy el hombre más afortunado del mundo pudiendo enseñarte.-contestó el rubio con corazones en los ojos.
Los dos abandonaron la cocina y se dirigieron al gimnasio, que se encontraba vacío en esos momentos.
-Por suerte no está el cabeza de alga aquí, así podremos estar más tranquilos.-comentó Sanji mientras se encendía un cigarro.
Menos mal pensó Hikaru, no le apetecía nada encontrarse al espadachín. Le ponía nerviosa que le hiciese tantas preguntas, parecía querer interrogarla constantemente.
-¿Y por qué quieres que te enseñe yo a luchar?-preguntó el chico despreocupado.
-El otro día, cuando os perseguía la Marina, os ví luchar y me pareció impresionante. Nunca había visto a nadie usar las piernas como tú, así que digamos que yo también quiero hacerlo. Por supuesto que no voy a ser tan buena como tú, además yo uso mis dagas, pero en caso de que no pueda usarlas, necesito defenderme.
-Pues no se hable más, empecemos.
Las primeras lecciones que Sanji le dio eran básicas, golpes sencillos y tácticas para frenar los golpes, pero poco a poco el nivel fue avanzando y Hikaru sacó su lado más competitivo. Quería hacerlo bien y así lo estaba demostrando.
La chica intentó parar uno de los golpes de Sanji, pero resbaló y cayó al suelo de espaldas. El cocinero no tardó ni un segundo en ir en su ayuda y levantarla. Cuando la estaba levantando por la cintura, una voz habló asustandolos a ambos.
-¿Se puede saber qué hacéis?-preguntó Zoro desde el marco de la puerta.
-La estoy enseñando a luchar, marimo.-contestó Sanji, dándole una calada a su cigarro.
-¿Tú?¿A luchar?- dijo con incredulidad.
-Sí, a luchar.-intervino la chica tras volverse a poner en pie.- Y es un gran profesor.-aclaró poniendo la mano en el hombro del rubio, dedicándole una mirada cómplice.
-Ya veo y ¿os queda mucho para terminar? Tengo que entrenar.-dijo un poco molesto.
-No te preocupes, se ha hecho tarde, tengo que ir a darme una ducha y Sanji tiene que preparar la cena, así que ya nos vamos.-informó la muchacha, recogiendo sus dagas del suelo.- Muchas gracias Sanji.
Dándole las gracias, Hikaru abrazó a Sanji provocando en éste una leve hemorragia nasal. La chica sin percatarse de esto, abandonó el gimnasio, no sin antes dedicarle una fría mirada a Zoro.
-Cocinero pervertido.-farfulló Zoro al ver la hemorragia de Sanji.
Al quedarse solo, Zoro comenzó con su habitual entrenamiento, aunque con un poco más de intensidad. Sentía la necesidad de aliviar tensión, una tensión que no tenía antes de haber llegado al gimnasio. ¿Por qué Hikaru le había pedido a Sanji que la enseñara a luchar? No sabía porqué pero le molestaba que se lo hubiera pedido a él. Ella usa sus dagas, quizás hubiera tenido más sentido que se lo pidiera a él. Deshechó todas estas ideas e intentó centrarse en el entrenamiento, aunque le costó bastante.
La cena transcurrió tranquila y cada uno abandonó la cocina para ir a dormir. Los únicos que quedaron despiertos fueron Sanji y Hikaru, quién se había empeñado en ayudar a lavar los platos. Además, después de una discusión, Hikaru había conseguido que la dejaran hacer guardia esa noche. Puede que fuese nueva, pero si quería ser una más tenía que hacer las mismas tareas que el resto.
-No tenías que haberte molestado en ayudarme, yo podría haberlo hecho solo.-le dijo Sanji a la chica.
-No es nada, sabes que me gusta ayudar en lo que puedo. Bueno y también tenía que agradecerte lo que has hecho por mí.
-No es nada, mellorine, haría cualquier cosa que me pidiera una dama como tú.-le sonrió galantemente.
-Sanji siempre haces que me sonroje con tus piropos.-contestó tímidamente.
Tras recoger la cocina y que Sanji se fuera a dormir la morena se quedó en la cubierta, dispuesta a hacer guardia. El especial interés de la chica en hacer guardia esa noche no se debía sólo a que quería contribuir a las tareas del barco, sino que pensaba aprovechar que todos dormían para recabar información.
Dejó pasar un tiempo prudencial para asegurarse de que ninguno estaba despierto y se dirigió a la habitación donde Nami hacía sus mapas. Intento revolver lo menos posible mientras buscaba lo que quería, la pelirroja no podía enterarse de que había estado allí.
En la papelera encontró lo que buscaba: el periódico del otro día, aquel en el que hablaban de Kenji. Leyó el artículo de nuevo, esta vez poniendo más atención y memorizando cada uno de los nombres de las islas que había atacado. Hecho esto se dispuso a buscar el mapa de esa zona, necesitaba saber a qué distancia se encontraban de allí.
No había escuchado el nombre de aquellas islas así que pensaba que estarían más lejos. De pronto, se dió cuenta de que el mapa que estaba buscando no se encontraba en ningún cajón guardado, sino que era el que Nami tenía sobre su escritorio. Eso quería decir que era el que estaba usando en aquellos momentos.
Comenzó a trazar una línea imaginaria que uniese las islas que allí se encontraban: Egia, Osavia, Égona, Ethion, Meltgrove,... Las islas que buscaba eran las siguientes en su ruta, así que podría informarse mejor de lo que Kenji había hecho allí. Además encontró un destino que le resultaba familiar y que sin duda le resultaría más útil de lo que esperaba.
Una vez obtenida la información que necesitaba, abandonó la habitación dejando todo tal y como lo encontró. Se dirigió a las escaleras de la cubierta, procurando ser lo más sigilosa y cuidadosa posible para evitar ser descubierta. Se sentó en ellas y fijó su mirada en la luna, reflexionando sobre lo que acababa de ver.
- ¿Así de distraída vigilas el barco?- otra vez él pensó la chica.
¡Hola chicos! ¿Qué tal estáis? Aquí tenéis el nuevo capítulo, espero que os haya gustado. ¿Qué os parece la relación de Sanji y Hikaru? ¿Y por qué pensáis que a Zoro le molesta que Sanji ayude a Hikaru?
Me gustaría saber lo que pensáis, así que no os de miedo comentar y decidme que opináis.
Nos vemos la semana que viene. Besos😘😘😘
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Verdad oculta [One Piece fanfic. Zoro x Oc]
FanfictionLas personas no son siempre lo que parecen. Una inocente chica puede esconder un oscuro secreto, sin que los demás sean conscientes de ello. ¿Será capaz de ocultarlo o algún espadachín desconfiado descubrirá lo que pretende hacer?