Hikaru se giró y lo vio allí parado, bajo la luz de la luna. Este chico es incansable, pensó.
-¿Desde cuándo llevas ahí?-preguntó preocupada por si la había visto salir de la habitación de Nami.
-Acabo de llegar, pero como estas en otro mundo ni siquiera te has dado cuenta.- se rió de la chica.-¿Estabas pensando en el cocinerucho?
-¿En Sanji?¿Por qué iba a estar pensando en él?- esa pregunta pilló por sorpresa a la chica. No sabía a qué venía que le dijera eso.
-Sí, como últimamente os pasáis todo el día juntos en la cocina o ahora incluso entrenando...aunque no entiendo como se lo has pedido a él, no es capaz de concentrarse cuando hay una mujer cerca.-dijo criticando al rubio.-Es un pervertido.
-Sanji no es ningún pervertido, simplemente tiene una dedicación especial por las mujeres y me alegra que sea así de caballeroso. Además, ¿por qué te molesta que se lo haya pedido a él?
-No me molesta, simplemente pienso que no es el adecuado.-dijo con superioridad.
-¿Y quién sería el adecuado?¿Tú? Porque parece que estás celoso porque lo haya elegido a él y no a tí.-sabía que el peliverde se iba a enfadar por lo que le había dicho, pero le estaba cogiendo gusto a provocarle.
-¿Celoso? No tengo porque estarlo, ni siquiera tengo interés en enseñarte a luchar. No creo que pudieses hacerlo.-Zoro era consciente de que la chica iba a contestarle de mala manera, pero parece que a él también le gustaba enfadarla.
-¿Crees que no soy capaz de luchar contra alguien como tú? Porque no te tengo ningún miedo, Roronoa Zoro.-una mirada desafiante se vislumbró en sus ojos.
-Entonces, demuéstramelo.- le pidió, sonriendo de medio lado.
Zoro iba a ponerse en guardia, esperando a que la chica le atacase, aunque no le dio tiempo. Las dos dagas de la chica se dirigieron contra él, clavándose a cada lado de la cabeza del peliverde. La cara del chico se volvió blanca, un centímetro más y lo hubiera atravesado.
-¡Estás loca! ¿Pensabas matarme?-le gritó, paralizado por el susto.
Zoro se encontraba pegado a la pared, con una daga a cada lado de su cabeza, e inmóvil por la impresión que le había causado ese ataque tan inesperado de la chica. Nunca pensó que fuera a atacarle con tanta determinación.
Hikaru se acercó a donde estaba, mirándole directamente a los ojos, y recuperando sus dagas. La chica lo tenía acorralado y a su merced, pensaba demostrarle que ella era una pirata de verdad, no la chica inocente que él pensaba que era. Se acercó a su oído y le susurró:
-No pensaba matarte, Roronoa, pero si hubiera querido lo hubiera hecho. No me subestimes, no soy la niña que piensas que soy.-susurró en su oído, haciéndole estremecer.
Lo que ella no esperaba es que Zoro reaccionara tan rápido. Cuando se dio cuenta, la que estaba acorralada contra la pared era ella y una de las katanas del espadachín se apoyaba peligrosamente sobre su cuello. El frío acero hizo que un escalofrío recorriera toda su columna vertebral y la mirada de Zoro la paralizó.
Tal y como había hecho Hikaru, él se acercó y le susurró al oído:
-Ya me he dado cuenta de que no eres tan inocente como pareces, pero para mí sigues siendo como una niña. Intentas hacerte la valiente delante de todos, pero por dentro estás rota. Creo que he sido el único capaz de verlo en tí, aunque no se el porqué, pero te aseguro que averiguare el motivo.-las palabras del chico aterrorizaron a Hikaru, nunca nadie la había descrito de esa forma, y lo peor es que tenía razón.
La atmósfera entre ellos dos se estaba volviendo cada vez más tensa y el poco espacio que existía entre ellos no ayudaba. Zoro la miraba como si quisiera ver a través de su alma y ella no era capaz ni de mirarle a la cara.
De pronto la soltó y se separó de ella, rompiendo el extraño vínculo que se había formado entre ellos en ese momento. Hikaru suspiró y se relajó, descargando la tensión que había acumulado. Zoro simplemente se fue hasta los escalones donde había encontrado a la chica y se sentó, intentando dormir.
-¿Piensas quedarte a dormir ahí?-dijo ella insegura.
-¿Acaso no puedo? Alguien tendrá que hacer guardia en condiciones, así que vete a dormir que ya me quedo yo.
-No pienso irme, es mi obligación no la tuya.-contestó molesta.
-Haz lo que quieras.-dijo cerrando los ojos.
La chica no estaba dispuesta a irse, así que echó a andar y se sentó al lado del peliverde.
-Idiota.-susurró, dedicándole una última mirada.
La noche prosiguió y el sueño acabó venciendo a Hikaru. Zoro despertó al sentir un peso sobre su hombro, al mirar encontró a la chica apoyada mientras dormía. Recordó como lo había atacado y la miró, sin duda no parece la misma ahora. El rostro angelical que tenía cuando dormía, confirmaba lo inocente que era aunque ella no quisiese admitirlo. Zoro sonrió y volvió a dormirse, dejándola sobre su hombro.
La claridad del día hizo que abriese sus ojos un poco desorientada; cuando se despertó completamente, se dio cuenta de que había pasado toda la noche durmiendo sobre el hombro del espadachín. Sus mejillas se volvieron de un rojo intenso, esperando que el chico no se hubiera dado cuenta. Se levantó rápidamente y se fue a la ducha, antes de que alguien se despertara y los encontrara en esa situación.
Una vez bajo el agua de la ducha, intentó relajarse y dejar la mente en blanco. Por más que lo intentó, no pudo hacerlo. La situación que vivió ayer con Zoro y todo lo que le dijo la estaba atormentando. ¿Cómo es posible que pudiera saber todo eso sobre ella sin que le hubiera contado nada? ¿Tanto se le notaba? No, nadie lo había notado, excepto él.
Un ruido en el baño la sacó de sus pensamientos, justo cuando estaba cerrando el grifo y colocándose la toalla alrededor de su cuerpo. Antes de salir decidió dejar de darle vueltas a todo lo que había estado pensando y dejarlo pasar, seguro que al peliverde se le pasaba y dejaba de analizar todo lo que hacía.
Salió de la ducha, esperando encontrarse a Nami o a Robin, pero ¿a quién se encontró? Sí, a Zoro. No había nadie más en el barco, que tenía que volver a encontrarselo. Se sujeto con firmeza la toalla y lo saludó avergonzada.
-Buenos días.-dijo el espadachín mientras se quitaba la camiseta.
Esto no hizo más que aumentar el color rojo de las mejillas de Hikaru. Pensaba vestirse en el baño e ir directa a la cocina a desayunar, pero estaba claro que no iba a vestirse con el peliverde allí. Pasó por su lado, para recoger sus cosas, no sin antes dedicarle una mirada de reojo a la gran cicatriz que poseía el chico en su torso. Sin duda, era imponente.
-¿Oye has dormido bien?-le preguntó el chico riendo antes de que la chica saliera del baño.
-Sí, ¿por qué lo preguntas?-Hikaru quería que la tierra la tragara. Seguro que se había dado cuenta.
-¿Por qué lo pregunto? Hombre, porque has estado toda la noche usándome de almohada.-dijo burlándose de ella. No podía negar que se estaba divirtiendo, Hikaru ponía una cara muy graciosa cuando se ponía nerviosa.
-Eh...bueno sí, pero no lo he hecho conscientemente, que conste.-la morena no sabía donde meterse, quería que acabara esa conversación. Si no quería que Zoro la viese como alguien débil, había hecho todo lo contrario y él lo estaba disfrutando.
-Oye, Hikaru. No me ha molestado que lo hicieses, si es lo que te preocupa.-le dijo con media sonrisa y se fue a la ducha cogiendo su toalla.
¡Hola otra vez! Siento no haber subido capítulo la semana pasada, pero os lo compenso con un capítulo únicamente de Hikaru y Zoro. ¿Qué os ha parecido? A mi me ha encantado escribirlo y espero que a vosotros también os guste.
¡Nos vemos la semana que viene!😘😘
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Verdad oculta [One Piece fanfic. Zoro x Oc]
FanfictionLas personas no son siempre lo que parecen. Una inocente chica puede esconder un oscuro secreto, sin que los demás sean conscientes de ello. ¿Será capaz de ocultarlo o algún espadachín desconfiado descubrirá lo que pretende hacer?