Capítulo 7.

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  • Dedicado a Yossy Quirós
                                    

¿Qué hacemos?
¿Qué hacemos cuando tenemos nuestro pasado persiguiéndonos cada día, cada hora, cada minuto y segundo?
Errores irreversibles, incapaces de corregir.
Un momento basta, la euforia, el anhelo de venganza; ese poder que se sale de tus manos haciéndote cometer las más grandes locuras...
Mi más grande locura.
Te dejas llevar y, en tan solo un momento, lo pierdes absolutamente todo.
Era inútil, su promesa no serviría de nada, ya nada podía evitar un final fatal para mí.
Era solo una tranquilidad pasajera, proveniente de aquellos cuatro corazones que palpitan con sinceridad.
Mi mudez ocultaba un mundo de desastres, había demasiado para esconder.
No debían saberlo, no puedo hacerlos cómplices de mis errores.
Ellos viven su sueño, no soy capaz de interponerme en ello.

No puedo hacerles esto.

Son mis problemas, mi cruel realidad; no debo salpicarles de la sangre que ha sido derramada por mis manos, la mismísima sangre de mi madre.
Querrán que me quede; pero no puedo, no debo, deben olvidarse de mí.
Él debe olvidarme.
Levanté mi vista, pegándome en aquella dulce mirada de ojos color miel, los más hermosos ojos para un aun más hermoso rostro.
―Escuché que Lisa nos acompañará al evento de caridad ―dijo la voz del dueño de los segundos ojos más hermosos que había llegado a contemplar en mi vida, los verdes, Imre.
―Obviamente irá con nosotros, no la dejaremos sola aquí toda la noche ―respondió Theo―. Además, Vilh ya hizo planes.
―Una más y te clavo en tenedor en la mano ―amenazó Vilh.
Mi ignorancia era tal de no llegar a comprender que era lo que Theo tanto insinuaba.
―Ya le conseguí el vestido perfecto, le quedará genial a ese cuerpo ―dijo Theo, por el tono de su voz parecía referirse a que mi cuerpo era algo que valiera la pena notar, para mí no era así.
Vilh, una vez más, asesinó a Theo con la mirada.
―Hace rato que terminaste de comer. ¿Estás satisfecha? ―preguntó Imre, yo asentí― ¿Necesitas algo? ¿Cepillarte los dientes, servicio, baño? ―Enseguida señalé la puerta del baño de Imre― ¿Te ayudo a llegar a ese o prefieres que te lleve al del cuarto de Vilh? ―Yo señalé a Vilh indicándole que prefería que me llevara a su habitación― Vilh aun no termina de comer, así que te llevo yo. ¿Está bien? ―Yo afirmé.
Un ruido apurado hizo que mirara a Vilh, pude ver como clavaba casi con desesperación lo que le quedaba en el plato en su tenedor, llevándoselo a la boca.
―Terminé. ―Alcanzó a decir Vilh mientras intentaba que la comida no se le escapara de la boca―; yo la llevaré.

Plush... Plush... Plush... Plush ―expresó Theo, provocando un simpático sonido con su boca para luego empezar a dibujar corazones en el aire.
Casi de inmediato, Vilh cayó sobre Garin, amenazando casi con aplastarlo, Garin dividía a Vilh y Theo, por ello recurrió a caerle encima a Garin, intentando golpear a Theo.
―¡Es suficiente! ―gritó Garin parándose de su asiento, tomando a Vilh de la camisa y alejándolo― Peleen cuando sea que les pegue la gana, pero no sobre mí.
Plush... Plush... Plush ―siguió Theo, repitiendo la acción.
― ¡Te voy a clavar el maldito tenedor! ―gritó Vilh, intentando abalanzarse sobre Garin, quien de inmediato lo paró.
―Lleva la chica a su habitación ―ordenó Garin, imponente.
Vilh lo miró seriamente y se alejó de él, caminando hacía mi.
Imre me ayudó a ponerme de pie.
Vilh me tomó y de inmediato me alzó.
Me estaba empezando a acostumbrar a esto, no estaba mal.
Jamás había tenido a nadie que me cuidara de aquella forma.
―Vilh ―dijo Theo, eso hizo que el detuviera su paso un poco antes de cruzar la puerta―. Plush... plush... plush.
Vilh puso los ojos en blanco, inhaló y continuó con su paso.
Al llegar a la habitación, me puso con cuidado sobre la cama.
Tan pronto volteó a verme, señalé la puerta del cuarto de baño.
― ¿Te quieres dar una ducha? ―preguntó y asentí― Aun es muy temprano, espera mejor a que se acerque la hora del evento. ―Dibujé en mi rostro un gesto de pregunta.
Eran casi las dos de la tarde y él decía que aun era temprano para ducharse.
―Charlemos un rato ―rió―. Lo siento; pero puedes usar la pizarra ―dijo y la tomó, sentándose a mi lado en la cama.
Yo la tomé de sus manos y escribí algo que quería decirle desde que había llegado.
Gracias por todo, a los cuatro. ―Leyó él de mi pizarra―. De nada Lisa. ―Sonrió.
¿Nada?
Para mí era algo y mucho.
―Entonces, ¿qué dices? ¿Lo intentamos?

La profunda mirada entusiasta de sus ojos sobre mi piel me hacía estremecer.
Así que asentí tímidamente sin poder negarme.
―Primero. ¿Cómo es que sabes alemán?
Mis abuelos me enseñaron; los que adoptaron a mi padre. ―Escribí.
― ¡Oh bien! ¿Entonces tienes padres? ―Su pregunta me heló la piel, si supiera que tan solo ayer había asesinado a mi madre.
Ya no los tenía, así que negué.
―Lo siento mucho Lisa. ¿Sabes? Quiero saber, si me puedes decir. ¿Qué sucedió ayer contigo? ¿Por qué estabas inconsciente tirada en medio del parque? ―Asentí ante sus preguntas y empecé a escribir.
Intentaron violarme; golpeé al hombre, huí y tropecé con una raíz, la que me dejó en pie así, en la caída mi cabeza dio contra una piedra. No recuerdo nada más. ―Escribí.
Vilh lo leyó, sus se engrandecieron conforme pasó su mirada por las letras.
―No logró hacerte nada... ¿O sí? ―dijo tomando mi rostro con sus manos, acariciando mis mejillas.
Yo me moví de sus manos para poder escribir.
No, él no lo hizo. Pero ya me ha pasado antes, ese si lo logró.
―Lisa ―expresó con voz ahogada, pasando sus ojos de las letras a mi rostro― ¿Y qué pasó? ¿Pagó por lo que te hizo? ―Yo negué y escribí nuevamente, mi mano temblaba y no pude evitar que se me escaparan un par de lágrimas mientras lo redactaba.
A nadie le interesó defenderme. Yo no le intereso a nadie, estoy sola. ―Vilh, al terminar de leerlo, me envolvió con sus brazos.
―Lo lamento Lisa. Lo siento mucho. No te volverá a pasar algo así, te lo prometo.
¿Cómo podía el prometerme algo así?
Sus intenciones eran puras y sus palabras un consuelo; pero aquella era una promesa casi imposible de cumplir.
Por mi parte, yo ya había tomado mi decisión, me alejaría de ellos por su bien.
Tendría que volver a enfrentar a esa clase de situaciones todos los días.
Volvería a estar en la intemperie, no había de otra opción, no tenía a donde ir.
Vilh no sabía ni la mitad de la historia. De saberla, en lugar de abrazarme, me estaría entregando a la policía en ese preciso instante.
Si aún quedaba un chance de encontrar a mi hija debía mantenerme en libertad; pero no acuesta de su bondad.
―Disculpen ―interrumpió una voz femenina proveniente de la puerta.
Vilh me soltó para mirar a la rubia que ingresaba a su habitación.
― ¡Natalie! Lisa, ella es Natalie, Lisa ―dijo Vilh algo incomodo.
―Mucho gusto ―dijo y sonrió―. ¿Para qué me mandó a llamar Theo antes de tiempo? ―preguntó dirigiéndose a Vilh.
―Quiero que maquilles y prepares a Lisa para el evento de esta tarde. ―Yo abrí mis ojos en grande al escuchar aquello, empezando a negarme―. No digas que no, Lisa. Ella lo hará, no dejaré que lo rechaces.
― ¿Puedo saber quién es ella y por qué está acá? Específicamente, en tu cama.
―Está en mi cama porque yo la puse ahí y quiero que esté ahí. Y, no, no puedes saber.
― ¿Por qué ella irá al evento? A mi Daren no me dejará ir ―reclamó.
―Irá porque yo la llevaré, digo, la llevaremos.
― ¡Aja! ―expresó en tono de burla ante el tono inseguro de Vilh― Supongo que tú eres la razón por la que Theo me molestó toda la mañana.
―Lisa está muda, no esperes respuesta ―dijo Vilh―. ¿Por qué te molestó Theo?
―La flor, el pizarrón, me hizo comprarle ropa y algunas otras cosas, que supongo no has visto ―dijo con una ceja en alto. Yo negué, estiré mi mano sobre la cama, tomando la bolsa de papel con la ropa―. Theo fue muy especifico al decir que fuera sexy y provocativo, con eso no me refiero solo al vestido.
― ¡¿Qué?! ―Saltó Vilh de inmediato.
―Digamos que yo esperaba que ella estuviera en la cama de Theo, no en la tuya ―dijo con algo de molestia en sus ojos.
―Si me disculpan ―dijo mientras caminaba a la puerta―; tengo un pervertido al que asesinar... mejor, nos vemos luego. ―Saliendo .
Ella se acercó y me ayudó a sacar de la bolsa un hermoso vestido.
Me enamoré de aquella prenda tan pronto la vi extendida, era hermoso; jamás había usado nada parecido en mi vida.
―Esta tira queda del busto izquierdo, pasando tu hombro derecho, quedado en tu espalda baja. Serás la envidia de cualquier chica con este vestido. ―Me miró detenidamente por un momento―. Con tu cuerpo quedará perfecto. Mira lo que queda en la bolsa.

Eso hice, abrí la bolsa nuevamente, ropa intima, demasiado sexy para mi gusto.

Tomé la pizarra y escribí.
No sé quien golpeó a Theo en la cabeza para que piense que puedo usar algo como esto. ―Leyó ella, rió negando con la cabeza― . Él siempre es así. ¿Puedes ponerte de pie?
No. Estoy lesionada. ―Escribí y se lo mostré, señalando mi pie.
―¡No caminas! ―expresó sorprendida― Que difícil, no hablas, ni caminas. Bien, ¿qué te parece? Te ayudo a llegar al baño, te duchas, te vistes, sales, te maquillo y peino. ―Asentí.
Mi concepto de aquella chica era confuso.
Ella era amable pero a la vez tan... sarcástica.
La forma en que habló con Vilh sobre mi me resultaba insultante.
Entendía que mi presencia le molestaba, a la vez, ello no le impedía tratarme con cortesía.
Dejé su evaluación a la mitad, sinceramente, no la entendía.
No podía juzgarla, mi conocimiento de su persona era nulo.
Después de todo, tal vez sea el primer y el último día que la vería.

Mi única razón ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora