Capítulo 32.

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Vilh.

Un alma gemela que va más allá de la amistad, un amor profundo sin comparación. Esa persona que llega a llenar el alma, te complementa.
La confianza, la pasión, encontrarás todo lo que necesites en ese ser. 
Serás incapaz de vivir sin él.

Lisa estaba somnolienta apoyada en mi hombro; aun así, no dejaba de contornear la estrella de mi cadera con su dedo, es tan dulce.
Me encantaba poder estar así con ella, la amaba con locura; tener su cabeza en mi pecho, abrazando su espalda desnuda, era más de lo que podría haber soñado.
No había lugar en el mundo dónde quisiera estar ahora, estaba en el lugar perfecto, junto a ella.
Nos habíamos tomado el tiempo para más mimos y besos; necesitaba que Lisa entendiera que la amaba, que para mí era mucho más que la pasión.
―Belleza, ¿no tienes hambre? No desayunamos y los bocadillos del avión no sustentan.
―La única que ha comido bien hoy es Estrella.
―Cierto... ¿Quieres que salgamos a comer? ¿O pedimos algo? ―pregunté, ella movió su cabeza para mirarme a los ojos.
―Podemos pedir algo, sinceramente; con la ciudad llena de reporteros no me dan ganas de salir, estoy algo cansada.
―Cómo desees cariño.
Me incliné para alcanzar sus labios, le di un rico y largo beso. Cuando terminé, ella sonrió de oreja a oreja, amaba verla tan feliz.
―Me encantaría que repitiéramos lo de hace un rato; pero no quiero dejar sola a Estrella durante tanto tiempo. ―Esta vez, fue ella la que me besó, era diferente cuando ella tenía el control; me aceleraba, no quería dejarla.
―Esos besos tuyos lograran tenerme rendido a tus pies cuando sea que quieras.
―Quiero ―dijo sobre mis labios―; pero no lo haré, necesito ir por mi Estrellita.
―Yo voy por ella, me pondré un pantalón y la traigo mientras tú te duchas.
―Te lo agradecería. Con lo pegajosa y sudada que estoy, no quiero que los chicos me vean así.
―Está bien, iré por ella ―dije dejando la cama.
―Vilh.
― ¿Dime?
―Ponte una camisa, te vez muy sensual sin ella; no quiero que otra te eche el ojo.
―Solo pasaré el pasillo.
―Pasa rápido ―ordenó.
―Cómo mandes.
Me incliné para volverla a besar. Ahora que podía darme ese gusto no lo desaprovecharía.
Ella todavía estaba sobre la cama, envuelta en sabanas.
La tomé de la muñeca e hice que se sentara, ella volvió acomodarse de rodillas sobre la cama, siguiendo mis labios.
La envolví con mis brazos, ella llevó sus manos a mi cabeza, metiendo sus dedos en mi cabello.
No pude evitar la tentación de colocar mis manos sobre sus glúteos y apretarlos, era la parte más irresistible de su cuerpo.
―Me hubieras hecho eso hace dos días y te doy una golpiza.
―No pude soportarlo. ―Amarré su cintura y llevé mi otra mano sobre su muslo levantándolo a la altura de mi cadera.
Lisa entendió el mensaje, ella se colgó de mi cuello para amarrar mi cadera con sus piernas.
Besé su pecho delicadamente.
― ¿Qué pretendes? ―susurró, con su voz pesada y excitada.
―No sé, es solo que me vuelves loco.
Era mi hermosa Lisa en todo su esplendor, estos si eran sus labios.
El cuerpo que tenía entre mis brazos si era el suyo.
No tenía palabras para describir lo que sentía por ella.
Por su piel, sus roces, sus sonidos, todo en ella me encendía.
―Ve por nuestra hija, Vilhelm.
―Quince minutos más, por favor ―supliqué.
―Está bien, pero rápido ―pidió ella y asentí.
No la solté en ningún momento, me dejé caer sentado sobre la cama aun con ella sobre mí. Podía continuar describiendo todo lo que amaba este momento, lo que me gustaba de ella.
Sabía que no tenía experiencia, pero era más que suficiente para mí.
Lo mucho que la amaba me sustentaba como si ella fuera la mejor del mundo.
No quería hacer el amor con otra mujer en el mundo, solo con ella. De ninguna otra podría obtener su aroma, su piel, su sabor.
Los sonidos que salían de sus labios, ella era única.
Ella me besó con desesperación, esos movimientos impacientes de su lengua me encantaban.
Esta vez, nos corrimos casi al mismo tiempo.
Todo mi cuerpo tembló y ese gran calmante inundó cada parte de mis músculos.
Rendido me dejé caer de espaldas en la cama, llevando su cuerpo con el mío.
―Este fue mejor, por mucho ―dijo ella aun recostada sobre mí, pasé mis manos por su espalda, podía palpar su piel por la eternidad sin cansarme.
―Te dejaste llevar, no te contuviste un solo momento. Con forme tengas más confianza, mejorará, al menos para ti, para mí ya es perfecto.
―Me gusta cómo va esto ―dijo y rió―. Ahora entiendo todo.
― ¿Quieres que valla por nuestra bebita ahora?
―Sí. Ya me hiciste sentir una mala madre.
―No lo eres. Eres la madre y prometida más buena y sexy del mundo ―aseguré.
Di vuelta sobre la cama, dejando a Lisa debajo de mí, besé su cuello y le di un último recorrido a su cuerpo con mis manos antes de levantarme de la cama.
Corrí al cuarto de baño y me metí directamente a la ducha. Fue un simple enjuague, no duré ni un minuto dentro. Al salir del baño, un pantalón calló sobre mi rostro; Lisa lo había lanzado.
―Rápido, la he descuidado mucho.
―Para eso tiene tres tíos responsables que la cuiden un rato ―insistí, colocándome el pantalón.
―Son perfectos; pero ella necesita a sus padres.
―Ya voy por ella, no te preocupes más cariño.
―Si ves a Daren, dile que por favor me envíe el numero de la doctora por un texto. Quiero hacerle la consulta a ver si puedo darle de mamar a mi bebé.
―Si lo veo le digo ―dije, dándole un beso antes de salir.
No le había hecho caso a Lisa; salí de la suite sin colocarme una camiseta.
Después de todo no solo pasaría de un lado a otro del pasillo. Aun mejor, los chicos tenían la puerta entre abierta.
Solo le di un empujón y la abrí.
Imre y Theo me miraron con suspenso al entrar.
― ¿Acaso vieron un fantasma?
―No, nada ―respondió Imre.
―¿Mi hija?
―Dormida sobre Garin. Aun no se despierta ―dijo Theo, señalando el sillón.
―Eso aplica a ambos ―aclaró Imre.
Caminé hasta el sillón. Sin equivocarse, Estrella estaba profundamente dormida sobre la barriga de Garin.
Garin también dormía.
La tomé de su barriga y ella empezó a moverse, era como si me reclamara por despertarla.
―Lo siento amorcito; pero tu mami me dio estrictas órdenes de que viniera por ti ―dije y la acomodé en mis brazos.
Ella dio un gran bostezo, apoyó su pequeña cabeza en mi brazo y volvió a cerrar los ojitos.
―Mientras ella duerme y los tíos se preocupan en cuidar de ella; los padres se divierten ―dijo Theo.
―Solo hablábamos.
―Vilhelm... Tienes las uñas de Lisa marcadas por toda tu espalda, y un chupete al rojo vivo en el cuello ―dijo Imre.
― ¿Necesitaban saberlo?
―Si están haciéndole un hermanito a Estrella y yo debo cuidarlo, necesito saberlo ―dijo Theo.
―Por ahora, nada de hermanitos. Solo cariños entre mamá y papá.
― ¡Que cariños! ―bufó Theo con sarcasmo.
―La cochina envidia Theo, te carcome ―le dijo Imre.
―Me tengo que ir. Debo pedir algo de comer, Lisa y yo no hemos comido prácticamente nada en todo el día.
―Vilh... ¿Ya llamaste a mamá para decirle que tienes una familia?
―No, pero tan pronto pueda lo hago. Ahora necesito hablar con Daren.
―Asegúrate de que te vea la espalda.
―Aunque es una excelente idea. ―Señalé a mi hermano―. No me importa, porque sé que Lisa y esta pequeñita son mías. Nos vemos luego ―dije, saliendo de la suite.
De casualidad, para mi sorpresa, y quizá un poco de desagrado, Daren salió de la suya al mismo tiempo que yo salí de la de los chicos.
Se quedó mirándome monótono por un momento, luego pasó su mirada a Estrella.
― ¿Llegaron hace mucho? ―preguntó.
―No he tenido tiempo de fijarme en el reloj, pero sí, creo que ya hace bastante.
― ¿Lisa?
―En la ducha, dijo que se sentía pegajosa y... olvídalo.
― ¿Es Estrella? ―preguntó, señalándola.
―Estrella Kleinman... Mi hija. ―Sonreí al decirlo.
Me encantaba decir que era mi hija.
― ¿Kleinman? ―preguntó extrañado.
―Dicen que se parece más a mí. Por cierto, Lisa me pidió que te dijera que le mandaras el número de la doctora. Quiere saber si puede darle de mamar a nuestra princesa.
―Te envío el número al rato. No lo tengo conmigo ahorita. Pregúntale a Lisa si quiere su suite de vuelta.
―Pienso que no; yo le pregunté que si quería una habitación para las dos y me respondió que no. Creo que se quedará conmigo.
―De acuerdo. Dale mis saludos; voy algo apresurado ―dijo y se marchó con paso rápido.
―Te confieso, Estrella, que él dejó de agradarme desde el momento en que se le ocurrió quitarme a tu mamá.
Entré a la suite.
Caminé hasta la sala de estar y acosté a la nena en el sillón, colocándole almohadones de lado para que no se fuera a caer de él.
Tomé el teléfono y llamé al restaurante, haciendo nuestro pedido para la cena.
Ya era de noche, se me había pasado el tiempo volando, entre el país de Lisa y Miami habían dos horas de diferencia, así que habíamos perdido dos horas del día.
Al terminar de hacer los pedidos miré el teléfono, tenía intenciones de llamar a mamá; pero aun no sabía cómo decírselo.
Hola mamá, tengo una hija y me voy a casar ―probé, escuchando como sonaba.
―Muy convincente hermanito ―dijo Theo al entrar a la suite―. Sabes que ella no se molestará, ¿por qué estás tan nervioso? Ella ya sabe de Lisa, yo le he enviado fotos, hasta se saludaron por Skype.
―Esto es importante para mí.
―Es mejor que lo sepa por ti antes de que lo vea en las noticias.
―Ya es muy tarde. Se lo diré mañana a primera hora.
―Como quieras. Yo estaba dudoso de venir, no quería invadir su nido de amor.
― ¡Cariño! ¿Qué haces ahí tan solita? ―chilló Lisa al salir y mirar a Estrella en el sillón.
―La puse ahí por un momento mientras pedía la comida.
―Está bien. ―Levantándola del sillón―. ¿Cómo se portó con los tíos? ―preguntó a Theo.
―Ella durmió a Garin.
―Debiste verlos. Garin roncaba y Estrella dormía sobre él como si de una cama de vibración se tratara.
―No hubo nadie que la separara de él hasta que llegó el papá.
―Y opuso resistencia ―recalqué.
―Ha dormido mucho hoy. No creo que nos deje dormir esta noche. ¿Hablaste con Daren? Quiero darle de mamar.
―Sí. Dijo que lo enviaría más tarde.
― ¿Vio tu espalda? ―preguntó Theo, señalándome― Lisa, dejaste mucha evidencia ahí.
―Tenías que sacar el tema, ¿verdad? Y no, no la vio.
―No lo pude evitar, él me dio que me sujetara de su espalda; con mis uñas, era de esperarse.
―Ella lo soltó más fácil que tú ―se burló Theo, señalando a mi chica.
―Tú más que nadie, aparte de Vilh, me conoce. No puedo ocultarte nada.
―Ninguno de los dos puede ocultarme nada. Ambos son cursis, testarudos, impacientes; siempre con ganas de salirse con la suya, y dicen cosas que no creen.
>>Sabía que terminarían juntos desde que vi como se miraban. La manera en que Vilh te cuidada y la forma en que tu corrías a sus brazos cada vez que algo te asustaba, aun sin conocerlo.
>>Los celos y las peleas solo lo hicieron más obvio. Los conozco como la palma de mi mano ―dijo Theo.
Estrella lo miraba curiosa e incluso llegó a hacer una par de sonidos sin dejar de mirarlo.
― ¿Qué pasó muñequita? ―le preguntó Lisa al mirarla.
―Ella sabe que yo tengo razón.
―Si Theo, siempre la tienes ―dije.
Lisa besó la mejilla de Estrella con mucho cariño.
Era increíble lo mucho que se parecían, en definitiva era su madre; por los ojos claros, la piel blanca y los cabellos de oro de Estrella, pasaba perfectamente como si fuera mi hija biológica.
Me acerqué a Lisa; las envolví con mis brazos a las dos.
Las amaba con todo mí ser, eran las dos mujeres de mi vida, tanto mi hija como su hermosa madre.
―Te amo Vilh, sin tu ayuda jamás habría podido encontrar a mi bebé.
―No puedo imaginar mi vida sin ustedes dos en ella. Son mi familia.
―Yo arruinaré el momento. ―Theo aplaudió sarcástico. Lisa y yo lo miramos seriamente―. Son una hermosa familia, no lo puedo negar; pero yo estoy sobrando aquí. Con su permiso, estaré en mi habitación ―dijo, encerrándose en ella.
― ¿Enserio se sentirá que está sobrando o lo dijo en broma? ―preguntó Lisa.
―No lo sé. Ya haré algo para compensarlo.
―Yo también pensaré en algo, después de todo, es mi mejor amigo.

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