Capítulo 8.

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  • Dedicado a Osmy Maigua
                                    

Impresiones.
¿Puedes ver la personalidad y sentimientos de una persona con solo mirar a sus ojos?
Yo sí y, por extraño que parezca, no me equivoco.
Significa mucho más que la apariencia exterior, todo va más allá de lo que podemos ver; eso a lo que yo llamo la portada.
A través de un dulce e inocente rostro podrías llegar a descubrir un mundo lleno de maldad, plagado de crueldad.
Al ver los ojos color miel más hermosos que he logrado conocer puedo ver sinceridad; esa que muy pocos famosos logran conservar cuando se han alzado por la cima del mundo.
Él es diferente, como cada persona lo es...
¡Único!
Hay algo que no soy capaz de diferenciar: El amor.
Esa palabra había dejado de tener un significado concreto para mí hacía ya mucho tiempo.
¿Quién podría hacerme creer en él otra vez?
Ahora es solo una vana palabra que ha perdido su importancia, se ha perdido en un mar de lágrimas y dolor.
En ese momento, podía ver los ojos de la chica rubia, en ella no podía ver más que inseguridad, incomprensión; no es una mala persona, puedo notarlo.
―Lisa. ¿Terminaste? ―preguntó mirándome desde el marco de la puerta del baño.
Aun no lograba subir el cierre de mi vestido, me acerqué a ella y lo señalé, ella asintió, parándose detrás de mí, ayudándome a cerrarlo.
―Eres delgada; pero era obvio que Theo lo quería ajustado ―dijo al terminar, tomó mi mano y me llevó con cuidado hasta un espejo.
― ¿Qué te parece? ―preguntó y ambas miramos mi reflejo en el espejo― Sin duda, te queda perfecto. ―Yo sonreí y asentí, ella tenía razón―. ¡Bien! Ahora te maquillaré y acomodaré ese hermoso cabello que tienes. ¡Ven! ―Me ayudó a llegar a una silla, donde había improvisado un pequeño espacio con todo lo necesario para su trabajo―. Antes de empezar; Vilh me trajo unas cosas para tu tobillo: una compresa, una crema anti-inflamatoria y por ultimo, un analgésico. ¿Te duele mucho? ―preguntó mirando la capsula.
Yo asentí.
Natalie puso la capsula en mi mano y me pasó una botella de agua.
Mientras la bebía, ella se encargó de colocar el anti-inflamatorio y la compresa en mi tobillo. Luego de ello, caminó hasta el baño, lavó sus manos y volvió a mi lado; empezando con mi peinado.
Se negó a dejar que me viera en el espejo mientras me maquillaba, así que ella hizo conmigo lo que quería; una hora y media, que por cierto se me hicieron eternas, fueron suficientes para terminar con su trabajo.
― ¡Listo! ―expresó haciéndome un pequeño retoque― Eres hermosa Lisa.
― ¡Hola! ―Tocaron la puerta― ¿Podemos entrar?
― ¿Podemos? ―preguntó Natalie.
―Imre, Garin, Theo y yo... Vilh ―dijo mecánicamente, podía escucharlo en su tono de voz.
―Espera un momento ―gritó―. ¿Los dejo pasar? ―preguntó, yo asentí.
Natalie se inclinó, quitando todo lo que había encima de mi tobillo.
Definitivamente la medicina había surtido su efecto.
Ella me dispuso su mano y me ayudó a levantarme de la silla, él dolor de mi tobillo había disminuido considerablemente; pero aun no me sentía capaz de mantener un paso constante. Natalie acomodó rápidamente mi vestido y puso un par de mechones rebeldes de mi cabello en su lugar.
―Creo que todo está en orden ―dijo―. ¡Pueden pasar! ―anunció.
La puerta se abrió inmediatamente, los cuatro chicos empezaron a pelarse por quien entraría primero por la puerta; Vilh logró empujarlos a todos y entrar.
― ¡Wao! ―expresó con los ojos bien abiertos al verme de frente.
― ¡Vaya! ―expresó Imre― Estoy pensando seriamente en dejar a mi novia.
Imre recibió un codazo de Theo al decir aquello; mis mejillas inmediatamente se calentaron.
―Qué bueno que yo no tengo novia ―manifestó Garin.
―Ni yo ―dijo Theo―. Lo siento Lisa; pero no creo poder cumplir la promesa que te hice.
Miré a Theo, poniendo mis manos en mi cadera.
Vilh también reaccionó, lanzando una mirada asesina a su hermano.
― ¿Qué Vilh? ¿Estás celoso? ―preguntó Theo en tono de reto, alzando una de sus cejas,
―No ―respondió Vilh de inmediato, casi saltando con nerviosismo.
―Bueno. Entonces, Lisa será mi cita para el evento ―dijo Theo, lo reté con la mirada y crucé mis brazos.
¿Qué pensaba que estaba haciendo?
―Dejen de actuar como niños y pregúntenle a ella con quién quiere ir ―dijo Natalie mientras recogía sus cosas.
Ambos me miraron casi por inercia, al mismo tiempo.
En parte, entendía que Theo lo hacía por molestar.
Lo que han no entendía era: ¿por qué motivo a Vilh le molestaba tanto?
― ¿Qué piensas? ―preguntó Vilh.
Yo solo encogí mis hombros y alargué mi mano en su dirección.
Vilh esbozó una enorme sonrisa y tomó mi mano.
― ¡Eso me dolió! ―dijo Theo golpeando su pecho― Está bien, lo acepto.
―Aun falta algo, ya regreso ―dijo Vilh soltando mi mano para luego salir de la habitación.
Theo vio a Vilh mientras salió de la habitación y negó con la cabeza.
Volteó a verme y sonrió.
―Te ves increíble, como una reina de belleza; cuando vi ese vestido supe que era para ti ―dijo Theo.
Miré a mi alrededor, intentando encontrar la pizarra; Natalie notó lo que buscaba y me la pasó.
Abrí la pluma y escribí.
Me encanta... Gracias. ―Leyó Theo―. De nada preciosa.
Theo se acercó a mí y tomó mi mano, la llevó hasta su boca, depositando un beso en ella.
Aquello hizo que el pudor volviera a calentar mis mejillas; Theo lo notó y pasó ligeramente su pulgar por mi mejilla izquierda.
―Aun más hermosa cuando te sonrojas ―notó sin soltar mi mano aun.
―Theo. ¡Largo! ―gritó Vilh desde la puerta.
Theo rió ligeramente al escuchar a su hermano; me guiñó un ojo, soltó mi mano y siguió la seña que Vilh estaba haciendo, fuera de la habitación, una vez Vilh le dio la espalda, Theo formó un corazón con la mano y señaló a Vilh.
¿Qué diablos me quería dar a entender?
―Gracias Natalie, la dejaste más hermosa de lo que ya es ―dijo él sin despegar su mirada de mí.
Aquel sencillo hecho hacia que mis mejillas hirvieran.
―De nada. Lisa no es una chica que deja mucho para trabajar. ―Tomó sus cosas, caminando a la salida―. Hasta pronto Lisa; supongo que tendré que acostumbrarme a tu presencia.

Ella desapareció en el pasillo; no lo entendía, todos daban como un hecho seguro que yo me quedaría.
Pero... ¿con cuál derecho?
Vilh tomó mi mano nuevamente, jalando un poco de mi.
―Siéntate Lisa ―dijo él llevándome hasta la cama.
Yo obedecí, sentándome sobre esta.
Vilh traía sobre su brazo una caja.
Él se inclinó ante mí y la abrió, zapatos hermosos, estilo princesa y sin tacos, los colocó a un lado para luego sacar de su bolsillo una tobillera.
―Dame tu pie ―pidió él.
Yo lo moví y Vilh lo tomó con sus manos, delicadamente, colocó la tobillera en su lugar.
Luego de ello, pasó a colocarme el zapato, eran de un hermoso color dorado, muy discreto. Puso mi pie en el suelo para luego tomar el otro, colocando el otro zapato.
Su vista permaneció pegada en mi pie por un momento, subió esa mirada hasta mi rodilla, la acarició un poco y se inclinó ligeramente, dejando un delicado beso sobre ella.
Una inexplicable energía recorrió mi cuerpo desde el lugar de contacto de sus labios con mi piel hasta mi columna, haciéndome estremecer.
Mi corazón latió desesperado.
Sus ojitos perfectamente delineados se encontraron con los míos...
¡Al fin lo comprendí!
Una sensación de culpa apretó mi pecho.
No podía ser verdad...
¡Él no tenía que enamorarse de mí!
Tenía menos de veinticuatro horas de conocerme.
¡Por Dios!
¿Cómo puede enamorarse de una persona que ni siquiera conoce?
Ahora más que nunca, debía salir de su vida cuanto antes. Mientras más tiempo pasara a su lado, más se apegaría a mí, no podía permitirlo.
No puedo arrastrarlo a mi mundo, no debo hacerlo.
―Ahora sí. ―Sonrió―. Estás lista.
Vilh se puso de pie y me ofreció su mano, la tomé y me puse de pie.
―A mi parecer; creo que aun no deberías caminar ―dijo mirándome.
Yo asentí cabizbaja, tenía esta cosa atravesada en mi garganta.
¿Por qué tenía que sentir eso?
Vilh me envolvió con sus brazos, dándome un abrazó.
No...
Él no debía hacer eso.
―Te ayudaré Lisa; lo prometo.
Ahí estaba de nuevo, atravesando mi pecho como una daga afilada, la culpa, mi conciencia.
¿Por qué seguía diciéndome esto?
No es que no lo quisiera; pero si acepto a quedarme, los dañaré.
No puedo aprovecharme de su hermoso corazón, no podía usar esto para mi beneficio personal.
Cometí un gran error; pero jamás fui una mala persona y no pienso empezar a serlo.
Aunque lo quisiera, no soy capaz de quedarme, es algo que no debe ser.
Sus hermosos ojitos deben olvidar mi figura, su corazón tiene que borrar mi nombre, por su bien.
― ¿Están listos? Solo faltan ustedes ―dijo Daren desde la puerta, yo lo saludé.
―Sí. Ya lo estamos ―respondió Vilh.
Daren dio un par de pasos dentro de la habitación sin despagar los ojos de mí, prácticamente boquiabierto.
― ¡Dios! ¡Lisa! ¿Eres Lisa, cierto? ―preguntó y yo asentí.
―Hermosa, ¿verdad? ―dijo Vilh con satisfacción.
―Mucho ―respondió él, sonriente―. Vamos, se hace tarde.
―Agárrate fuerte ―dijo Vilh inclinándose un poco, yo me aferré de su hombro y él terminó de levantarme con sus brazos.
Su delicadeza era fuerte, al igual que su sonrisa...
¡Poderosa!
Él era perfecto, demasiado para mí.
¿Por qué se había fijado en mí?
Debía hacer lo que era mejor para Vilh, para todos; aun no para mí, pero no debía ser egoísta.

Mi única razón ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora