Capítulo 31

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Unos días van, otros vienen.
No sabes con qué te encontrarás mañana.
Disfruta cada segundo de tu vida con emoción, aprende de lo malo, ríe como nunca.
Sé feliz, porque la vida es corta y hay que disfrutarla al máximo.

Al fin estábamos de vuelta en Miami, ya podía aspirar aquel tranquilo aire playero. Sinceramente, odiaba su playa; comparadas a la de mi país eran horribles. Pero con tal de no estar allí, amaba volver a Miami. Me ansiaba conocer California, se suponía que dentro de unos cuatro días viajaríamos rumbo a Los Ángeles, no podía esperar.

Habíamos aterrizado en un pequeño aeropuerto no internacional. Aun así, desde la oficina podía ver toda aquella gente acumulada a la salida.
No necesitaba que me dijeran quiénes eran, yo lo sabía perfectamente.
―No... ¡Imposible! ―expresó Vilh al darse cuenta.
―Parece que si es posible ―dije, en realidad, no muy feliz por el asunto.
―Eso ganas por tener papás famosos y ser una niña rica ―dijo Vilh, rascando la barriga de Estrella.
Ella solo sonreía, parecía estar satisfecha con su entorno, con nosotros.
― ¿Hija de un famoso? Sí. ¿Niña rica? Nunca. Ella vivirá su vida como una niña normal. Aunque viendo eso...―Señalé hacia los reporteros―. Creo que va a ser difícil.
―Estrella, vamos a decirle a todas esas personas que eres mi hija y tu madre es mi futura esposa.
― ¿Así no más? ―Lo miré con una ceja en alto.
―¿Te molesta?
―Hazlo como quieras, sabes más de estas cosas que yo.
― ¿Quiere mi futura esposa tomar la mano de su futuro esposo quien carga a su hija?―Disponiéndome la mano.
―Quieres que me devoren, ¿verdad?
―Quiero que a el mundo le quede claro que este hombre tiene dueñas.
―Si lo dices de esa forma... ―Tomé su mano.

Vilhelm se inclinó y me besó.
Una ráfaga de luces provenientes de las cámaras de los reporteros en la ventana no se hizo esperar, capturando el momento. Apuñados como animales.
¿No se daban cuenta que usando sus flashes no obtendrían capturar más que el reflejo de esta en el vidrio?
¡Por favor!
Los de seguridad sacaron nuestras cosas, llevándolas hacia la camioneta de vidrios negros que también tendríamos que abordar.
Vi acercarse a Leonel, mi guarda espalda, por detrás de Vilh.
Él era muy serio conmigo pero, tan pronto llegó a nuestro lado, se acercó a Estrella y empezó a hacerle pucheros y muecas.
Ella enseguida rió y se emocionó con él.
Aquello me sorprendió mucho, pues era raro que tan siquiera hablara cuando era mi acompañante.
Leonel y otros guardaespaldas nos ayudarían a atravesar aquel mar de fotógrafos enloquecidos y sin escrúpulos.
―Creo que todo está listo señor ―le indicó Leonel a Vilh.
―Podemos irnos. ―Recalcó otro a su lado.
Vilh me jaló de la mano para que empezara a caminar, de lo contrario no lo hubiera hecho, me sentía pegada al piso.
No quería pasar por ahí, ni escuchar lo que preguntarían, su imaginación era tan grande que los llevaría a decir estupideces.

Vilh no soltó mi mano en ningún momento, las luces de los flashes no pararon un solo instante. Odiaba esto de gran manera, fotos, bullicio, atención, preguntas estúpidas.
Sabía que tan pronto la noticia se extendiera empezarían los insultos y las amenazas.
Al estar al lado de la camioneta, Vilh jaló a Leonel de la camisa y le habló al oído; él asintió y caminó a un metro de nosotros. Con su voz grave y gruesa empezó a pedir atención y algo de silencio.
Logró que bajaran el bullicio al menos en un ochenta por cierto, incluso llamó la atención de mi beba.
―Responderá dos preguntas para todos ―anunció él.
Instantáneamente empezaron a hablar, lanzando miles de preguntas, todas relacionadas a nuestra relación y a Estrella.
Vilh puso el dedo en sus labios indicando que hicieran silencio. Yo estaba tan traumatizada con la situación, en cambio el estaba tan sereno.
―Quiero presentarlos a una Kleinman. Esta preciosa muñequita es mi hija, Estrella. Lisa en su madre y mi novia. Es todo lo que diré.―Dicho eso, todos volvieron a su bullicio, sin cansarse de lanzar más y más preguntas alrededor de lo mismo.
Abordamos el auto, eso hizo que seguridad rompiera las barreras y todos corrieran al auto.
Vilh se aseguraba de cubrir a Estrella para que no se asustara. Ella parecía un pequeño patito escondida en el pecho de su padre.
El auto se puso en marcha, saliendo del aeropuerto, dejando la mayoría del alboroto tras nosotros.
―No entiendo cómo lo hacen. Yo los odio. Me hubiera gustado ser más como la novia de Imre, a ella nadie la conoce excepto él.
―Ya te acostumbrarás.
―Si no te amara tanto no estaría dispuesta a acostumbrarme... Créelo.
Al llegara al hotel estaba ansiosa por correr, buscar a Theo, Garin y Imre y darles un abrazo.
Pensé que jamás los volvería a ver; irme sin despedirme me atormentaba.
Fueron solo tres días y ya me hacían falta.
Estaba feliz de estar de vuelta tan pronto.
Al subir en el ascensor no podía parar de pensar: me había ido, pero jamás pensé en lo que haría al encontrar a Estrella. Nuevamente, Vilh había estado ahí para salvarme, darme una mano.
Todo empezaría de una forma definitiva, ahora, tenía todo para volver a empezar.
No me faltaba nada.
Tan pronto abrimos la puerta de la suite, Theo saltó de su asiento. No estaba enterado de nada, debía de estar preocupado.
― ¿Es cierto que tengo una sobrina? ―preguntó, apenas vio a entrar a Vilh por la puerta cargando a Estrella, caminó hasta él y se la arrebató de los brazos.
Vilh lo miró extrañado, pues no se lo esperaba.
Estrella también se sorprendió; pero no demostró molestia por ello.
―Mucho gusto, Theodore. Nos fue excelente, gracias por preguntar. Todas tus llamadas fueron animadoras. No tenías que darnos una bienvenida tan amena ―reprochó Vilh con sarcasmo.
― ¡Tu cállate! Ustedes dos, par de irresponsables, se van por tres días. Olvidan al mejor amigo, cuñado, hermano y tras de eso me hacen tío sin siquiera decir ni A. Estrella no tiene la culpa de que sus padres sean unos desconsiderados ―dijo Theo envolviendo en sus brazos a la nena.
Ella solo se asomaba por los brazos de Theo sin despegar su mirada de Vilh.
―Estás asustando a tu sobrina Theo ―señaló Vilh.
― ¿Ya me reemplazaste por mi hija Theo? ¡Tan rápido! ―me quejé.
Theo abrió sus ojos con interés al escucharme, era la primera vez que me oía hablar.
Caminó hasta mí y me envolvió con uno de sus brazos, besando mí mejilla.
―Jamás te reemplazaría. ―Soltándome―. Por otra parte, esta sobrina necesitará tiempo de su tío. ―Él levantó a la bebé sobre su cabeza para bajarla y subirla dándole un beso en una mejilla diferente por intervalos.
Ella reía y estiraba sus deditos intentando pellizcar las mejillas de Theo.
Me sentía tan feliz de verla alegre.
― ¿Los chicos? ―pregunté.
―Es su suite ―respondió Theo colocando a Estrella en su brazo.
―Estábamos... ahora estamos aquí ―anunció Imre, entrando seguido por Garin.
― ¡Chicos! Los extrañé tanto. ―Abrazando a Imre―. Lamento haberlos dejado así.―Abrazando a Garin.
―Lisa, tu acento es horrible ―bromeó Imre.
―No insultes a mi prometida ―dijo Vilh atrayéndome de la cadera hacia él.
Los tres nos miraron boquiabiertos, supongo que esperaban la situación entre Vilh y yo se normalizara, no que volviéramos comprometidos.
―Fue algo loco. Según Vilh, fue idea de Estrella, pero, ¿quién le cree? ―bufé, algo nerviosa.
― ¿Es enserio? ―preguntó Theo.
―Sí ―respondió Vilh, para luego dejarme un pequeño beso―. Además, tenemos una pequeña Kleinman por criar.
― ¿Pequeña Kleinman? ―preguntó Garin.
―Les presento a mi hija ―dijo tomándola de los brazos de Theo―. Estrella Kleinman.
Imre tomó a mi pequeñita, acomodándola en su brazo.
―Hola Estrella, soy tu tío Imre. Él es tú tío Garin. ―Ante la seña de Imre, los ojos de Estrella se enfocaron directamente en Garin.
Él se la quitó a Imre y la acomodó en su pecho.
Ella se acurrucó en su pecho y cerró los ojitos.
―Creo que encontró su oso para dormir ―dijo Imre, algo curioso al ver la reacción de Estrella ante Garin.
―Tienes una atracción natural para los abrazos Garin.
―Parece que sí ―dijo él acariciando la espalda de mi beba.
―Tú serás su oso de dormir; pero que no se les olvide que aquí el tío alcahueta seré yo ―demandó Theo.
―Y yo soy su padre. Si les llega a decir papá a uno de ustedes no se los perdonaré ―reclamó Vilh.
Sí, y ahí estaban ellos, peleando por mi hija, era de esperarse viniendo de ellos.
―Bueno, bueno, bueno... ¡Ya! ―dije, callándolos, caminé hasta Theo y le colgué el bolso de Estrella, él me miró extrañado, preguntándome qué era lo que estaba haciendo― ¿Quiere ser buenos tíos? Cuídenla por una media hora mientras yo hablo con el legítimo padre de mí hija.
― ¿Solos? ¡Los tres! ―chilló Theo, alarmado.
―Ella es muy tranquila; no les causará problemas. Además, ya se durmió, intenten no despertarla. Dormirá por largo rato. Seis manos son suficientes para una niña pequeña. Si sienten que no pueden con ella, me llaman.
― ¿Estás segura de que quieres que te llamemos? ―preguntó Theo, mirándome con una ceja en alto.
―Ya dije; ahora largo ―insistí, empujándolo hasta la puerta.
Imre y Garin salieron tras él, sabía que les esperaba lo mismo si no obedecían.
―Cuñada, me simpatizabas más cuando eras muda.
―Adiós Theo. ―Cerrando la puerta en su cara.
Volteé a mirar a Vilh, él tenía esa mirada de incógnita, preguntándose por qué los había echado.
― ¿Hablar conmigo? Hablamos toda la mañana.
―Cállate y bésame ―le ordené.
―Amo tu lado mandón ―dijo Vilh.
De inmediato me atrapó con sus brazos y se prendió de mis labios.
El beso de esta mañana me había dejado con ganas de seguir, pero con Estrella al lado no quería descontrolarme.
Sentía la necesidad de sentir su legua bailar por mi boca, aferrarme a él y dejar los estribos de lado por un momento.
Disfrutarlo, descontrolarme, recordar lo que se sentía, intentar caer en cuenta de que era real.
Tenía alguien con quien sentirme amada y dispuesta.
Morder sus labios se sintió espectacular.
Sus brazos se aferraban a mi espalda por debajo de mi blusa, el contacto con su piel me hacía erizar la piel.
Miles de sentimientos nuevos explotaban en mí en ese momento.
―Sí que eres bueno en esto ―dije al tomar una pausa para respirar. Vilh no despegó los ojos de mis labios y mordió los suyos, sabía que quería continuar, yo también lo quería―. ¿Me explicas por qué me siento así?
― ¿Cómo? ―preguntó luego de ello me volvió a besar.
―Desesperada, ansiosa, calurosa. Quiero... no sé qué. ―Alcancé a decir entre besos.
―Amor ―susurró Vilh sin soportar estar despegado de mis labios por un momento.
― ¿Hacer el amor? ―pregunté, haciendo una pausa forzada.
―Excitación, así se llama lo que sientes. Yo siento lo mismo.
―Quiero hacerlo. ―Mirándolo a los ojos―. Confío en ti.
― ¿Estás segura Lisa? ―preguntó algo sorprendido.
―No soy virgen. No tengo nada que perder. Quiero entenderlo, necesito saber por qué es algo hermoso. Necesito dejar de lado los malos recuerdos y la repugnancia que me trae la idea. Necesito enfrentarme a este miedo ―dije señalando mi pecho.
Vilh asintió con timidez.
―Seré cuidadoso. Intentaré que sea un momento especial ―dijo él.
Toqué su mejilla y volví a besarle, esta vez, con suavidad.
No tenía idea de lo horrorizada que estaba, mi corazón reventaría mi pecho de un salto. Pero era hora, debía acabar con este miedo.
Vilh me elevó del piso, cargándome, así como lo hacía cuando mi tobillo estaba lastimado.
Me dejó sobre la cama, no pude evitar colocarme de rodillas en ella.
Él se paró al borde de la cama y tomó mi mano, besando mis nudillos.
Me envolvió con sus brazos y me susurró al oído: Te amo.
Tomó el borde inferior de mi blusa y la sacó, tirándola al piso. Tomé la suya y la quité de la misma forma.
Llevé mis manos a su pecho, me encantaba su piel, era la primera vez que notaba el tatuaje en el costado de su cuerpo.
¡Como amaba sus marcas!
Bajé mis manos por su abdomen y miré el cierre de su pantalón. En ese momento me pregunté: Lisa, ¿qué estás haciendo?
Lo miré a los ojos, él volvió a besarme.
Sí, eso era lo que estaba haciendo.
Me volvería loca con sus besos.
Me atreví a bajar su pantalón y dejarlo caer al piso.
Poco a poco caímos sobre la cama, en un abrir y cerrar de ojos ya mis shorts y bragas estaban acompañando a su pantalón y bóxeres en el piso.
Lo último que quedaba en mí era mi sostén, solté sus labios un momento para deshacerme de ello.
Me sentía llena de pudor, Vilh podía mirarme completamente desnuda. Todo de mí estaba completamente al descubierto; yo no me atrevía a mirarlo de más.
No quería impresionarme y acobardarme.
Él se inclinó sobre mí dejando un beso en mi vientre.
¡Vaya que logró hacerme estremecer!
Sus labios me llenaron de pequeños besos hasta llegar a mi cuello; mientras lo lamía, llevó mis manos hasta su espalda, acomodándose sigilosamente entre mis piernas.
―Quiero que te sujetes de mi espalda ―pidió y asentí.
Ahora sentía una horrible presión en mi parte baja, estaba tardando mucho; quería que acabara con ello de una vez por todas.
No pude evitar enterrar mis uñas en su espalda cuando al fin terminó con aquella dolorosa espera.
Temblaba de miedo y frío.
Él volvió a apoderarse de mis labios y besarme como nunca antes, eso hizo que poco a poco mi inseguridad desapareciera, concentrándome en disfrutar de aquel momento.
Olvidé todo por completo, ahora solo éramos él, yo y una demostración de amor.
El placer, el amor, el calor, aquella explosión de todas las emociones juntas en todo sentido revoloteándose sin control, pero no importaba.
―No te contengas Lisa, relájate ―dijo, perdiéndose en mi cuello.
Él tenía razón, me estaba tensando demasiado, estaba evitando correrme desde hacía rato.
Le obedecí y me dejé llevar, fue cuando lo sentí, fue como una bomba.
Ese hormigueo incontrolable seguido de una increíble relajación.
Vilh logró alcanzarlo poco después, lo sentí sobre mis labios.
Continuó besándome aun después de ello, sin dejar mis labios se recostó a mi lado. Al terminar me miró a los ojos y acarició mi frente.
―¿Cómo te sientes ahora? ―preguntó tranquilamente.
Yo me pegué a él, dejado mi cabeza en su hombro, abrazándolo a la altura de su cintura.
―Mejor que nunca ―respondí, mirándolo a los ojos.
―Te amo, Lisa. Va mucho más allá de esto, lo que hicimos fue solo una forma más de demostrar lo que significamos el uno para el otro.
―Gracias por ir despacio. Sé que no soy buena en esto, no sé nada de esto. Siento no logré complacerte tanto como tú a mí.
―Eso no importa, no te preocupes. Además, para mí tú eres la mejor. Cada vez que compartiremos un momento como este serás la mejor, y la única con la que quiero volver a repetirlo por el resto de mi vida.

Mi única razón ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora