Capítulo 29.

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¿Cómo tomarás los cambios que te da la vida?
Los buenos los tomarás con alegría, ¿pero qué tal los malos?
Hace mucho tiempo un hombre dijo:
"Mi poder está perfeccionándose en la debilidad, por eso muy gustosamente prefiera jactarme respecto a mis debilidades. Por que cuando soy débil, entonces soy poderoso."
Tomate un tiempo y sácale el mayor provecho a cada cosa mala que pase en tu vida.
Recuerda: lo que no te mata te hace más fuerte.
El pasado llega a valer algún día, puede que sí, tal vez no.
Todo depende de cómo lo veas.

Aun no sabía cómo vería mí pasado, ¿para qué recordarlo si puedo disfrutar el presente?

Era algo temprano, habíamos despertado con los primeros rayos del sol; se nos había hecho casi imposible seguir durmiendo después del amanecer.
Después de todo, Estrellita si había necesitado su espacio.
Yo estaba acostada de medio lado, mirándola dormir con una paz increíble en su cama, toda la cama para ella sola.
Vilh también estaba en la misma posición, mirándola sobre mi hombro mientras abrazaba mi cintura con su brazo izquierdo, los dos habíamos tomado el tiempo y la tranquilidad para admirar su serenidad.
―Jamás había visto una bebé tan tranquila ―susurró él.
―Yo tampoco; aun no termino de creer que esa cosita sea mi hija, que esté a solo medio metro de distancia de mí.
―Yo pensaba que esto de ser padre sería complicado; pero nuestra hija lo hace ver muy sencillo.―Me moví ligeramente para mirarlo a los ojos―. ¿Qué? ―preguntó extrañado.
―No es tu hija; pero hablas cómo si lo fuera.
― ¿Cuál es su apellido? ―Señalándola.
―Kleinman.
―¿Cuál es mí apellido?
―Kleinman ―repetí, sabía dónde él quería llegar.
―¿Qué nombre dice su partida de nacimiento? Que yo sepa ahí no dice Theodore.
―Dice Vilhelm ―respondí, mecánicamente.
―Entonces es mi hija, es tu hija; así que es nuestra hija. ¿Te quedó claro o te lo explico con dibujos?
― ¿Aun no sacas el manual práctico a la venta?
―No, pero si quieres te doy la exclusiva ―respondió él. Yo me volví a acomodar en mí almohada sin decir nada más―. ¿Todavía me tienes miedo, Lisa?
―No. Es solo que estoy confundida. Tal vez si tenga algo de miedo; pero no específicamente de ti.
―Lisa, ahora puedes hablar, yo estoy dispuesto a escucharte; confía en mí, cuéntame lo que te pasa, tal vez yo pueda ayudarte.
―Estoy confundida por tantas cosas Vilh, no sé qué fue lo que sucedió; entre nosotros aún no sé qué es lo que hay. Después está esta chica, apareció de la nada diciéndome cosas raras, amenazándome. Aunque agradezco que haya aparecido, sin ella no tendría a mi bebita conmigo, aun así, me da inseguridad.
―Bien... Primero lo primero. ―Sentándose en la cama. Tomó una de mis manos y me haló, obligándome a sentarme también; se acomodó mirándome de frente―. ¿Qué es lo qué no sabes qué fue que sucedió?
―Entre nosotros. ―Suspiré y lo miré―: Los gritos, los insultos, los golpes. Ahora estamos aquí, juntos, como si fuéramos algo y con nuestra hija. ¿Entiendes? Aún me quedo... ¿Nuestra hija?
―Los gritos y los insultos fueron porque estaba celoso, no soportaba la idea de que alguien más llegara a tocarte, conquistarte y fuera más que yo para ti. Me dejé llevar y por eso la agarré contra ti; pero jamás fue mi intención lastimarte, porque te amo y lo menos que quiero es hacerte sufrir. Los golpes, pues me los merecía, por bruto, estúpido, idiota, patán, cretino, machista y todo lo demás que puedas decirme, me lo merezco. Yo aun te debo una enorme disculpa por todo lo que te dije, sé que nada de ello es verdad. Te prometo que jamás lo volveré a hacer ―dijo, y acarició mi mejilla.
―Ya te dije que lo olvidaras, si espero que no lo vuelvas a hacer; pero quiero que lo dejes en el pasado, como si jamás hubiera sucedido.
―Eso nos lleva a lo segundo; entre nosotros no habrá más de lo que tú quieras. Ya sabes que te amo, soy el padre de tu hija, quiero cuidarlas, aunque ahora no me necesites; pero aun así quiero estar contigo, con Estrella, amarlas, mimarlas, consentirlas, todo lo que esté a mi alcance para que ustedes sean felices. ―Al escucharlo, mis ojos se fueron aguando, este era el verdadero Vilh, yo lo sabía.
―En parte fue mi culpa, yo no debía salir con Daren aun cuando no sentía nada por él más que una conexión paternal y luego... todo lo demás, no te habría dado pie para que te pusieras así.
―Nunca, jamás, se te vuelva a ocurrir echarte las culpas de mis idioteces Lisa. Tú siempre te mantuviste al margen, con todos. A mí no me diste esperanzas, ni tampoco me ilusionaste en ningún momento. Yo solo me encanté, yo mismo me adueñé de ti; me apegué demasiado con tus cuidados, tu belleza, tu compañía. Sentía miedo de perderte, eso fue lo que me llevó a todo lo demás, haciendo que te alejaras de mí,―pausó, Vilh bajó la mirada a nuestras manos; tomó ambas de mis manos y acarició mis nudillos con su pulgar―. Yo no tenía razones para pensar que tú me querías como algo más que un amigo. ¿Ahora los tengo?

Mi única razón ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora