¿Qué reflexiones tienes para la vida?
No lo sé, simplemente salen de mi mente, al ver el mar, al sentir los problemas.
Cada acción tiene su reacción, cada problema tiene su lección, cada cosa tiene su razón.
Todo en este universo tiene explicación.
Tan solo, detente un momento, aprecia todo aquello que pasa por tu vida, lo bueno y lo malo.
Para, analiza, respira. Encontrarás la razón, tu única razón.Faltaban unos quince minutos para las seis de la tarde, me daba los últimos retoques frente al espejo, terminando de colocar aquella flor en mi cabello, en mi típico peinado recogido solo de medio lado.
Miraba el reflejo de mi beba en el espejo; con un vestido de princesa, estaba acostada en la cama, dando pequeños quejidos mientras halaba su pie.
No podía creerlo aun, tenía que pellizcarme para saber si esto era real; mi hija sobre mi cama, estaba conmigo, estaba con su mamá.
Yo traía puesto un vestido blanco ajustado al cuerpo, mandado a traer por Theo.
Él y su empeño en vestirme; pero me gustaba, mi cuñado tenía un excelente gusto.
Me dejé caer sobre la cama, dejando a Estrella entre mis brazos.
Mi nena hermosa, la que había sido durante mucho tiempo mí única razón para luchar y seguir adelante, y la será por siempre. Pero ahora ella no es la única, su adorable padre también lo es. Ambos son mi vida entera, mi razón para vivir.
― ¡Hola mi vida! ¡Hola muñeca! Dime ¿qué se trae tu papito entre manos? Yo sé que tú lo sabes ―dije, meciéndola de un lado a otro. cinco meses y aun era tan pequeñita―. Me hubiera encantado tenerte cuando naciste. Espero que puedas perdonarme, no fue mi culpa; yo te quería cuidar y mimar desde que supe que estabas dentro de mí. Aun sin que nadie me lo dijera, yo ya te amaba con todo mi corazón. No sé como soporté casi cinco meses sin ti.
La envolví en mis brazos y besé su cabeza.
Vilh entró por la puerta en ese momento y se quedó mirándonos.
―No te muevas... ¡Sigue haciéndolo! ―dijo él.
Yo obedecí, Vilh sacó su móvil y nos tomó una fotografía.
―Ya debes de tener miles.
―No lo sé. Quiero hacer un álbum; además de otro fondo de pantalla. ¿Están listas? Nuestro auto especial ya nos espera.
― ¿Auto especial? ―Levantándome para luego asomarme por la ventana―. ¡Una limosina!
― ¿No te gusta?
―Es un lujo, no me gustan los lujos innecesarios. No quiere decir que no me guste viajar en una limosina, es solo que no es necesario.
―Pues ya está pagada, hay que usarla. Así que mueve tu sexy trasero y dame a mi hija.
―No. Ustedes pelean por ella todo el tiempo y me dejan a mí sin nada de Estrella; excepto para la hora de comer, así que, esta vez, la llevo yo ―dije y salí.
Vilh nos siguió; yo caminaba rápido, así que él nos seguía por detrás.
Era eso o le gustaba verme caminar, prefería pensar que era por lo primero.
Al llegar a la limosina; Leonel nos besó las mejillas a Estrella y a mí para luego abrirnos la puerta del auto.Cómo le había dicho a Vilh, no me gustaban los lujos; aunque tuviera dinero de sobra para ellos.
Pensaba que debía hacer algo productivo con el dinero que me dejó mi padre, no gastarlo sin razón.
Vilh se sentó a mi lado en la limosina y me sonrió, amaba esa sonrisa, me alegraba el día más oscuro.
― ¿Ahora si me vas a decir que es lo que te traes?
―Espera a que lleguemos ―dijo él.
Suspiré y me acomodé en mi asiento.
Estrella intentaba llevarse las estrellas de mi brazalete a su boca, yo se las quitaba.
La volteé del lado contrario para que no las alcanzara.
Ella resopló y arrugó la nariz.
Sabía que cuando hacía eso era porque estaba molesta al no conseguir lo que quería; luego se entretuvo lamiendo sus dedos.
Vilh estaba muy callado, mucho, lo que no era normal en él.
Lo miré con atención por un momento, lo noté algo nervioso. No le dije nada, preferí no sacarlo de su burbuja.
No pasó mucho tiempo antes de que la limosina se detuviera.
Vilh bajó primero y me dispuso su mano para ayudarme a bajar. Al salir no nos soltamos de la mano, simplemente, la acomodamos, entrelazando nuestros dedos.
Él empezó a caminar y yo lo dejé dirigirme.
Llegamos hasta dentro de un restaurante; pero todo estaba absolutamente vacío, no había ni una sola persona en aquel lugar.
―Un restaurante vacío en medio de Malibú ―comenté impresionada, mirando a Vilh.
―Algo así.
― ¿Eres el responsable de esto? ―pregunté, dándome cuenta de ello.
―Sí.
― ¿Por qué? ―pregunté extrañada.
―Más tarde lo entenderás ―dijo.
Volvió a jalarme, llevándome con el por en medio del restaurante. Era realmente grande, no terminaba solo en lo que veía. Subimos unas escaleras, en la parte de arriba parecía un enorme salón de fiestas, nuevamente, estaba desolado.
Al salir a los balcones del salón superior pude ver un mirador en medio del agua.
El mar casi tocaba el restaurante.
El sol se había ocultado y el cielo empezaba a llenarse de estrellas.
Vilh continuó caminando, llevándome con él por el puente que nos llevaría hasta el mirador.
Estrella miraba curiosa las barandas de puente, le atraía el titilar de las candelas que habían puesto en todo el camino.
Me encantó el detalle con rosas rosadas en medio de cada candela.
Yo estaba tan admirada como mi pequeña.
Al fin nos detuvimos en medio del mirador.
Podía escuchar el agua de mar entrar debajo de aquella plataforma, era tan tranquilizador.
Vilh me colocó frente a él, quería que lo mirara de frente al hablar, ahora, yo lo miraba con expectativa.
¿Por qué estábamos aquí?
― ¿Me permites a Estrellita? ―Asentí y dejé que la tomara― Sé que ya había hecho esto; pero necesito hacerlo de nuevo porque te lo debo.
― ¿Qué? ―pregunté, repentinamente emocionada.
Vilh tomó mi mano y se inclinó frente a mí.
Dejando a Estrella en su muslo.
Cuando respiró profundo para tomar ánimos, supe lo que venía ahora.
―No sé si estoy cometiendo un error al hacerlo de nuevo; porque podrías decirme que no, pero te debo esto. ―Vilh metió la mano en su bolsillo sacando una cajita de color perla. Los ojos se me cristalizaron de la emoción―. Una vez más, mi amada Lisa, te pido perdón con todo mi ser por todas aquellas cosas malas que te dije.
>>Ya te lo he dicho antes, no me importa tu pasado, me importa quién eres ahora: La mujer que amo, la madre de mi hija. Amo a Estrellita con toda mi alma, es mi hija ahora y siempre lo será.
>>Quiero cuidarlas, mimarlas, estar ahí para ambas siempre que lo necesiten; darles todo lo que siempre merecieron. Hoy a los ojos de ambas prometo hacerlo, y nunca fallarles.
>>Así que una vez más te pido: Lisa Rojas... ¿Quieres, por favor, ser mi esposa?
―Es imposible que haya un no como respuesta. Sí, Vilh, quiero ser tu esposa ―respondí emocionada.
Vilh sacó el anillo de la cajita y lo colocó en mi dedo.
Sostenía a Estrellita con su brazo mientras lo hacía.
Ella miraba atenta todo el acontecimiento.
Yo tenía los ojos aguados de la emoción, Vilh hizo que mi bebita tomara la caja del anillo para luego ponerse a mi altura y besarme con ternura.
Nuestra pequeña siempre quedaba en el medio; pero no tenía problemas con ello, más ahora que estaba entretenida metiendo la caja del anillo a su boca.
―Gracias, amor. Está hermoso ―dije, mirando el anillo.
Era una piedra de un tamaño mediano de color ámbar, su pie eran dos estrellas de cada lado. Lo amaba, era la joya más hermosa y particular que había visto en mi vida.
―En comparación a lo que te mereces no es nada.
―Para mí es espectacular. Además, me voy a casar contigo, no con él.
Vilh sonrió de forma nerviosa; también tenía los ojos aguados de la emoción.
Lo abracé y le acaricié el cuello, amaba ese lunar perfecto que tenía en el cuello.
― ¿Ahora qué haremos? ―Limpiando las lágrimas de mis ojos.
―Caminemos por la playa ―dijo él, acomodando a Estrella en su brazo.
―El restaurante está cerrado. ¿Qué hay con él?
―Solo está cerrado. ―Encogiendo los hombros.
― ¿Por nosotros?
―No del todo; mejor olvídalo sí.
― ¿No nos aparecerán fotógrafos por la playa?
―No lo harán; confía en mí.
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Mi única razón ©
General FictionMira esa chica, no luce bien. ¿Por qué está empapada con sangre? ¿Quién es? ¿Qué fue lo que hizo? Mira esa chica, se sostiene solo de sus meñiques en la orilla de aquel puente. ¿Qué es lo que pretende? ¿Realmente saltará? Tonta, niña tonta, ¿ac...