¿Qué serías capaz de hacer por la persona que amas?
¿Estarías dispuesto a darlo todo con tal de proteger a aquella persona?
Sin importar que clase de amor deposites en ella, un amor de amistad, sangre o hasta romance; no tiene que ver con las perspectiva o forma de ver a aquella persona. Simplemente, el amor que te movería a querer solo una cosa, un objetivo, mantenerla a salvo, cueste lo que cueste.Aunque no lo amaba, él supo ganarse mí corazón en pocas horas.
Eso me hacía sentir la necesidad de protegerlo, y no de cualquier cosa, de mí misma.
Debía encontrar alguna manera sutil de quitar aquel sentimiento que Vilh había formulado por mí.
Tarde o temprano lo dejaría, cuando tuviera los medios para encontrar a mi hija me marcharía, ese era mi principal objetivo.No podía enamorarse de mí.
Parecería que yo no era más que una maldita interesada, no quería que eso sucediera. No debía aprovecharme de sus recursos, mucho menos utilizarlo.
Ahora no había vuelta atrás; pero una cosa era clara, no me llevaría su corazón conmigo.Muevo mi cabeza sobre la almohada, al fin he despertado; me encuentro envuelta en las sabanas de la cama...
¡Su cama!
Una ojeada a mi periferia me hace ver su ausencia en la habitación.
La almohada a mi lado delata una cosa más, una que no quiero recordar, él ha dormido a mi lado.Eso no debía ser.
―Buenos días ―dijo una voz femenina algo callada desde la puerta, pude ver sus cabellos rubios asomarse con discreción.
Me senté en la cama y moví mi mano, saludándola.
Ella respondió de la misma forma para luego abrirse paso por la puerta, cargando una valija.
―Me dijeron que intentaste huir. ¿Es cierto? ―preguntó mientras se acercaba a mí.
Yo asentí.
Era algo curioso, “huir”, lo decía como si me mantuvieran aprisionada contra mi voluntad. Aunque si estaba contra mi voluntad, jamás me había sentido tan libre.
―Jamás pensé que hubiera una chica en el mundo que llegara a querer huir de Vilh, más cuando ellas son la que lo persiguen a él ―rió―. En fin ―dijo poniendo la valija a mi lado, sobre la cama―, me han seguido molestando; supongo, que de nuevo, esto es para ti. Me entretuvieron toda la mañana comprando ropa de tu talla, así que no tengo miedo a equivocarme.Me sorprendió aquello; aunque no debería extrañarme.
Tomé la maleta y la jalé sobre la cama en mi dirección, acercándola más a mí; ojeé un poco lo que había dentro de ella, pero estaba apretada. Había mucho ahí adentro, lo que no me permitía mirar mucho dentro de ella.
―Lo extraño de todo esto. Es que esta vez me lo pidió otra persona, y me extrañó que fuera él. ―La miré extrañada ante sus palabras.
¿Qué me estaba insinuando?
¿Cuál de todos los él?―Hola. ¿Puedo pasar? ―dijo, tocando la puerta.
―Sí, yo ya me voy. Que tengas un lindo día Lisa. ―Antes de dar la vuelta para marcharse, Natalie me guiñó, sabía que lo hacía por la persona que estaba llamando a la puerta.
Al abrir la puerta, su mirada me indicó que, de hecho, el hombre parado ahí era el responsable de lo que había dentro de la maleta.
No podía mirarlo, un enorme ramo de flores cubría su rostro. Aun así, podía asegurar quien era el que estaba detrás de ellas.
―Buenos días, Lisa ―dijo al fin quitando el ramo de su rostro, para extenderlas en mi dirección.
Daren tenía una bonita sonrisa; no lo había notado.
La boina le daba un aspecto perfecto.
―Espero que te gusten.
Yo sonreí y asentí, tomando el ramo de sus manos.
Apenas logré aguantarlas lo suficiente para ponerlas sobre mi regazo, eran muchas y pesaban.
Todas de colores tan distintos, de todas formas y tamaños.
Yo las miraba sorprendida, jamás había contemplado algo de tal magnitud, eran hermosas, muy hermosas.
Él se sentó en la cama, a la altura de mis pies, mirando mi fascinación por su regalo.
Dejé de mirarlas por un momento al recordar la maleta; pasé una seña rápida de él a la maleta, preguntando lo que ya creo que era obvio.
―Sí, disculpa si no es tu estilo. Es algo improvisado, más que todo de emergencia. Cuando te recuperes y puedas caminar podrás ir tu misma a escoger la ropa que quieras. ―Asentí; aunque no sabía si estaba conforme con eso.
En ese momento no podía evitar sonreír, esos regalos habían logrado alegrarme mucho.
Eran detalles que jamás me habían dado en toda mi vida.
―Tu sonrisa es preciosa. No lo había notado, pero tienes un lindo camanance, aquí ―dijo inclinándose un poco para picar mi camanance con su dedo.
Una vez más sentí como mis mejillas ardían, estaba sonrojándome.
Quité mi mirada de la suya con timidez, tomé su dedo quitándolo de mi rostro, con tacto.
―Daren... ¿Qué haces aquí? ―preguntó Vilh entrando a la habitación.
―Venía a dejarle unas cuantas cosas a Lisa. Garin me avisó anoche que la habían encontrado; esta mañana pensé en darle algo para hacerla sentir más acogida ―respondió él.
― ¿Estás seguro de que no es por algo más? ―preguntó molesto y con algo de sarcasmo.
Bajó la mirada hasta la mano de Daren, olvidé que tenía tomado su dedo.
Eso era lo que lo molestaba, yo enseguida lo solté.
―Por el momento, solo era esto. ―Poniéndose de pie―. Más tarde debo hablar con Lisa. Recuerden que deben tomar su vuelo a Miami esta tarde.
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Mi única razón ©
Ficción GeneralMira esa chica, no luce bien. ¿Por qué está empapada con sangre? ¿Quién es? ¿Qué fue lo que hizo? Mira esa chica, se sostiene solo de sus meñiques en la orilla de aquel puente. ¿Qué es lo que pretende? ¿Realmente saltará? Tonta, niña tonta, ¿ac...