Capítulo 26.

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Vilh.

¿Qué harías por la persona que amas?
¿Estarías dispuesto a dejarlo absolutamente todo e ir tras ella?
¿Cuánto estarías dispuesto a entregar?
Abandonarlo todo por recurrir en su ayuda, sin tu amor está perdido, y el amor todo lo logra.

Me sentía mucho mejor ahora, las cosas parecían estar mejorando.
Todo había vuelto a la normalidad.

Esta mañana, tuvimos una pequeña entrevista en una radio local.
No acostumbrábamos a hacer nada por las mañanas, excepto dormir. A excepción de Garin, que era como las gallinas, se levantaba con los primeros rayos del sol.
Había sido una buena semana, los chicos parecían haberme perdonado por mis estupideces de hace más o menos veinte días.
Theo había dejado en paz el tema de pedirle perdón a Lisa de manera esplendorosa y sin dirigirme a ella.
Yo me sentía el mismo Vilh de antes.
Aun así, no podía evitar sentirme algo mal por el hecho de que no había logrado encontrar la manera de pedirle perdón a Lisa, aparte del brazalete y las palabras.
Theo tuvo razón, una vez más, al decir que ella estaba dispuesta a perdonarme con lo mínimo que hiciera.
Me hacía sentirme inútil y hasta vago por no haberme esforzado en hacerlo y conseguirlo tan fácil; pero si de algo estoy seguro es que se lo recompensaré.
―Oye Vilh, no hiciste ni el intento de desmentirle a las revistas que entre Lisa y tú no hay nada. Ella es tu novia por cualquier pagina que pases ―dijo Imre con una de esas revistas en las manos.
―Se vale soñar ―dije, sin poder evitar sonreír.
Tal vez algún día ese sueño se volvería realidad, no perdía la esperanza.
― ¿No crees que a ella pueda molestarle? Sabes que la acosan; aun sigue saliendo con Daren ―dijo Garin.
―Ellos ya no salen. Tienen como dos semanas de que no tienen una cita ―dijo Theo.
― ¿Cómo lo sabes?
―Lisa es mi mejor amiga. He aprendido a descifrarla; por eso se que andan en algo raro, pero no tiene que ver con ellos, o al menos eso pienso.
― ¿Me estás remplazando por una chica? ―le preguntó Imre a Theo, haciéndose el ofendido.
―Admítelo. Ella es más linda que tú; ya me cansé de verte Haugen.
―Pero ―dije, interrumpiendo su pelea―. ¿Raro cómo?
―No lo sé. Raro de... raro ―respondió.
Ahora me estaba matando de la intriga.
¿Por qué lo decía?

Pensaba llenarlo de preguntas hasta sacarle algo de sentido a la situación; pero el auto se detuvo. Habíamos llegado al hotel, bajamos de auto y corrimos hasta adentro; para esta fecha ya se había rodeado de fans y fotógrafos.
Mientras esperaba a que el ascensor se detuviera hablábamos de comida, ya era la hora de almorzar y nuestros estómagos empezaban a reclamar por alimento.
Por lo general, nos despertábamos para la hora de almorzar y hacíamos una combinación entre desayuno y almuerzo.
Lisa siempre llegaba a acompañarnos aunque llevara mucho tiempo despierta y hubiera movido el mundo sin que nosotros nos diéramos cuenta.
―Vayan haciendo el pedido del almuerzo, yo voy por Lisa ―dijo Theo al salir del ascensor para luego echar a correr por el pasillo.
― ¿En la de ustedes o la nuestra? ―preguntó Garin refiriéndose a la suite en la que comeríamos.
―En la de ustedes, tenemos la vista de la playa, me gusta comer viendo por la ventana ―respondí mientras seguíamos caminado.
Al llegar a la puerta de la suite de los chicos, Theo salió de la de Lisa y nos miró paranoico.
―Algo muy raro está pasando ―dijo Theo.
― ¿Qué? ―pregunté preocupado, Garin, Imre y yo nos apresuramos a ingresar a su suite.
―Lisa no está y tampoco sus cosas ―indicó Theo.
Corrí hasta su habitación y registré todo, gavetas, armarios y el baño.
Era cierto, no había absolutamente nada de Lisa, las cobijas de la cama estaban recogidas y el baño recién esterilizado.
―El refrigerador y la alacena también están vacíos ―dijo Garin desde la cocina.
En el momento que salí de la habitación una chica entró a la suite y nos miró sorprendida. Ella una de las mucamas que traía la ropa de cama nueva para la suite.
― ¡Diablos! Dejé la puerta abierta de nuevo ―dijo ella.
―Disculpa... ¿Sabes qué pasó con la dueña de la suite? ―preguntó Theo.
―Hace más de dos, casi tres, se marchó. Yo la ayudé a preparar su equipaje. El señor Joe la ayudó a partir, luego me dieron instrucciones de preparar la habitación para un nuevo cliente.
―Gracias ―dijo Theo sin emociones.
Todos salimos de la habitación para dejar que la chica siguiera con su trabajo. Intercambiábamos miradas, preguntándonos:
¿Qué había pasado?
―¿Se fue? ―preguntó Imre monótono, triste por aquel hecho.
―Tal vez Daren la envió a hacer un trabajo y después volverá con nosotros ―dijo Garin.
― ¿Sin despedirse? Ella jamás se iría sin decirnos nada, sé que lo hizo una vez, pero, no ahora ―dijo Theo.
Por mi parte, permanecí callado, no sabía que pensar o que decir. Miles de cosas pasaban por mi cabeza; pero la que más me atormentaba era...
¿Si no volvía?

Jamás la vería otra vez.

Daren apareció en el pasillo, al vernos paró en seco y se empalideció como si de presenciar una legión de demonios se tratara.
Intentó devolverse, pero se vio obligado a volver y enfrentarnos.
― ¿Qué fue lo que pasó? ―preguntó Theo angustiado y algo molesto.
―Ya lo supieron.
― ¡Se fue! ¿Por qué?
―Cuando la buscábamos, hace un par de semanas le prometí a Lisa que no les diría nada; creo que eso ya no aplica ahora.
― ¿Qué qué estás hablando? ―pregunté con la voz quebrada, los ojos se me estaban aguando y la garganta se me apretaba.

Necesitaba a Lisa.

―Vengan; necesito que vean algo ―pidió, mientras ingresaba a su suite.
Los cuatro lo seguimos; él nos hizo sentarnos a la mesa mientras iba a su habitación por algo.
Al volver, traía en sus manos un sobre.
Se detuvo a nuestro lado y lo abrió, tomando unas cuantas cosas.
Le dio lo que parecía ser una fotografía a Garin e Imre, ellos se quedaron boquiabiertos al verlo. Luego nos dio otra a mí y a Theo.
―Son las copias que me dejó antes de irse ―dijo él.
Abrí los ojos en grande, era Lisa con su...
―Pancita ―chilló Theo, completando mis pensamientos―. Lisa estaba embarazada... ¿Qué pasó con su bebé? ―preguntó.
Nuevamente me había quedado sin habla, estaba totalmente embobado, mirando su fotografía.
―La robaron al nacer, Lisa no tuvo la oportunidad de conocerla. Hoy al fin supo dónde está y se fue a buscarla.
―Entonces es una niña ―dije, al fin logrando salir de mi concentración, sin quitar la mirada de su foto.
―Sí. Es niña ―confirmó para luego pasarme otra fotografía―. Es ella, se llama...
―Estrella ―le interrumpí.
― ¿Cómo lo sabes? ―preguntó, extrañado.
―Lisa ama las estrellas tanto como yo. Cuando le dije que si algún día tenía una hija la llamaría Estrella, Lisa empezó a llorar ―expliqué.
―Por eso ama tanto el brazalete que le regalaste... ¡Por su hija! ―señaló Imre.
―Lisa solo tuvo sexo una vez, cuando abusaron de ella, eso significa que Estrella es hija de hombre que la violó ―dijo Theo.
―Así es, pero eso no es impedimento para que esa niña sea todo para Lisa.
―Vilh, eres un completo idiota ―espetó Theo.
―Lo sé. Tienes razón, lo soy. Jamás debí haberle dicho eso.
―Se lo dije a mamá. Ese deseo que Lisa llevaba a todas partes, el de encontrar a su hija, eso era lo que me transmitía. Estrella es la única razón de Lisa para vivir.
―Una Estrella que llegó a iluminar su vida ―sonreí.
Miraba la fotografía de Lisa con su barriguita y luego miraba la de su pequeñita.
Ambas eran las mujeres más hermosas en este universo.
―Vilh... ¿Enserio la amas? ―preguntó Daren.
Yo asentí de inmediato al escucharlo.

¿Amarla?

No, era mucho más que eso; tanto que no había una palabra que lo describiera.
―Con locura, sin ella me siento perdido. Jamás pensé que podía volverme tan dependiente de una persona ―respondí para luego mirarlo a los ojos―. Déjame ir por ellas, dime donde fue Lisa y la traeré de vuelta junto con su bebita. Ellas no tienen nada ahí.
― ¿Estás seguro de qué esto es lo que quieres? ―preguntó.
―De lo único que estoy seguro es de que la amo, eso incluye todo lo que venga con ella. No me importa lo que implique. Lo que me importa es asegurarme de que ellas estarán bien. No debiste dejarla volver sola.
―Eso era justo lo que quería oír; quería ver al Vilh de siempre en acción ―dijo Theo.
Lo miré, tenía esa sonrisa de soslayo y brillo de orgullo en los ojos, estaba orgulloso de mí.
―Lisa merece empezar a ser feliz. Yo quiero hacerla feliz.
― ¿Qué haces ahí sentado? ¡Toma tus cosas! Tienes un avión de tomar ―dijo Daren.
Ante sus palabras eché a correr a mi habitación.
Estaba decidido a encontrarla y traerla de vuelta a como diera lugar.

Mi única razón ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora