Capítulo 18.

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Secretos, voces de un alma callada llena de remordimientos, penas y errores en lo más profundo de nuestro ser.
Secretos propios, secretos ajenos; revelaciones silenciosas de una voz en busca de comprensión. Guardados, dejados en el olvido, unas veces imposibles, otras imposibles de revelar.
Lo que no sepas, no te daña en ese momento; pero cuando llega a surgir es aun peor. Interpretación, tiempo y disputa.
Los secretos solo logran una cosa: decepción al ser descubiertos.

Yo estoy muy consciente de lo que sucederá, en donde me encontraré para mi destino final. Nada puede cambiarlo, los finales felices no describirán esta historia, todo terminará mal. El daño ya estaba hecho. Desde ahora preparaba mi mente; sé que terminaré donde merezco, con las personas de mi tipo.

No hay excusas, no hay razón.

Esperando por la entrada de Daren al consultorio he pensado una pequeña comparación para mi vida, en el lugar que estaba, no era para menos.
Mi vida era cómo una persona en fase terminal de una complicada enfermedad, ahora tengo un pico de vida; las personas agonizantes lo tienen, justo antes de morir, su cuerpo tiene un pico de vida que hace parecer que todo estará bien, pero en el momento que menos se espera, la persona muere. Había sido testigo de aquel hecho en dos ocasiones; así justamente era mi vida en este momento.
Sería mi pequeño mejor día, o pico de vida, antes de que todo se viniera debajo de la manera más estrepitosa que no había podido presenciar en mi vida, aunque pereciera imposible que mi vida pudiera empeorar, sé que el destino encontraría como arruinarme.
―Señor Joe. Puede pasar adelante ―dijo la doctora abriéndoles el paso.
Daren entró inmediatamente, Vilh detrás de él. Y
o continuaba de pie.
Daren y Vilh tomaron asiento en las únicas dos sillas disponibles frente al escritorio de la doctora.

―Perdón. Lisa, siéntate aquí ―dijo Daren, intentando pararse de la silla, yo se lo impedí, no necesitaba sentarme―. ¿Te quedarás de pie?
―Tal vez se siente en tus regazos ―gruñó Vilh de forma sarcástica, poniendo sus ojos en blanco.
―No es una mala idea. Siéntate aquí ―dijo Daren, palpando su muslo.
Vilh abrió los ojos en grande al ver que había aportado una idea en la que él mismo estaría en contra.
No pude evitar sonreír al ver que se había resbalado con su propia cascara de banano.
Yo obedecí y me senté en el muslo de Daren.
Después de todo, había sido su idea.
― ¿Sabe por qué Lisa perdió la voz? ―preguntó Daren mientras sobaba mi espalda.
―Bueno. Su garganta está perfecta, tiene cicatrices de la cirugía que le llevaron a cabo para extraerle los tumores; pero es un trabajo bien hecho, no hay mayores daños, Lisa puede volver a hablar en cualquier momento.
― ¿Entonces? ¿Por qué no habla? ¿Nos está mintiendo o qué? ―preguntó Vilh de manera petulante.
― ¡¿Qué diablos de pasa Vilh?!―reaccionó Daren algo enojado― Desde que amaneció te la has traído contra Lisa. ¿Creías que no lo iba a notar?
―Yo solo digo, si está bien, ¿por qué diablos no habla?
― ¿Puedo golpearlo?―pregunté por señas.
―Cuando salgas de la clínica; estando afuera puedes molerlo si quieres ―respondió la doctora.
― ¿Qué dijo? ―preguntó Vilh, refiriéndose a mis señas.
―Lisa preguntó si podía golpearte ―respondió la doctora.
― ¡Oh! ―se limitó a decir, reincorporándose en la silla y guardando el silencio.
―Pero debe de haber una razón; la he visto intentarlo muchas veces y no lo logra ―dijo Daren.
―Por supuesto que la hay ―respondió ella. Vilh se encogió en su asiento, estaba sintiendo el deseo de que se lo tragara la tierra, y vaya que sería una buena opción―. Lisa sufrió una serie de acontecimientos traumáticos, por lo que me ha dicho, son muchos. El que su voz desapareciera fue el sistema de defensa que su cerebro utilizó con tal de no sufrir un trauma mucho peor que le llegara a llevar a un punto grave de esquizofrenia. Como ya se lo expliqué a Lisa, es un hecho extraño pero real. En algunas personas los traumas se reflejan mediante bipolaridad, depresión, alucinaciones y, en el mejor de los casos, pesadillas. El de Lisa fue perder la voz. Debido a la operación que le hicieron cuando era una niña, quedó siendo el punto más débil de su cuerpo, eso fue lo que llevó a su cuerpo a enfocarse en ese punto en específico.
― ¿La recuperará?―preguntó Vilh irguiéndose en su silla nuevamente.
―Hay posibilidades. Puede que con el paso del tiempo llegue a superar sus traumas y la recupere; pero es muy poco probable. Lo que puede suceder es que su cerebro reaccione a un trauma mayor y, esta vez, devolverle la voz.
―Eso significa que Lisa tendrá que ser muy feliz para que olvide su pasado o sufrir algo mucho peor para poder volver a hablar ―concluyó Daren.
―Algo así; pero en cuestiones de la mente, cualquier cosa puede suceder.
―Lo siento mucho Lisa ―lamentó Daren, pasando su mano por mi espalda.
―Ya me acostumbraré ―dije por señas.
―Yo aprenderé ASL para que puedas hablar conmigo. No me cuesta; muchas de las cosas que me dices las entiendo ―ofreció Daren.
Sonreí, escribir todo el tiempo era incomodo; además de que dilataba su rato.
Al menos por señas sería un poco más fácil para mí.
―Aparte de eso. Le receté a Lisa unos antibióticos que tiene que tomar. Al principio no se sentirá muy bien; conforme vayas avanzando con el tratamiento lo tolerarás mejor. Mientras tanto, guarda mucho reposo, créeme que lo necesitarás, quieras o no, y no te olvides de tomar mucha agua.
―Yo me encargaré de eso ―dijo Daren, tomando la prescripción―. Gracias por haber aceptado nuestra repentina cita, se que está muy ocupada.
―De nada. Es mi trabajo atenderles. Un gusto de haberlos conocido, te veré luego Lisa ―dijo ella.
Yo sonreí y asentí mientras me ponía de pie.
Daren lo hizo cuando me hube quitado de encima de él.
Se acercó para darle la mano a la doctora como despedida, me adelanté al pasillo y los esperé. Cuando Vilh salió del consultorio caminamos juntos hasta la recepción.
Mientras Daren iba a cancelar la cuenta de la consulta, Vilh y yo nos quedamos de pie a lo lejos, cerca de la salida.
Me sentía incomoda tanto por el silencio y la tensión que había entre Vilh y yo, cómo porque Daren pagara el costo de mi consulta, sabía que también se encargaría de pagar mis medicinas, que lo más seguro no serían nada económicas.
Caminé de una lado a otro, Vilh me seguía, prácticamente majaba mi sombra.
Me detuve y el también lo hizo, sin quitarme los ojos de encima.
―Lo siento mucho ―dijo Vilh.
Suspiré, tomé el lapicero de mi bolsillo y empecé a escribir en mi mano.
―Me trataste de perra, interesada y mentirosa. No te has cansado de arruinarme el día con el mínimo movimiento o palabra que sale de tu cuerpo. Cree lo que quieras de mí. Yo sé que nada de eso es verdad y ya dejó de importarme lo que pienses de mí. Felicidades, eso fue lo que lograste. ―Escribí, elevé mi mano hasta su mirada.
Vilh la leyó en silencio, al terminar, pasó su mirada a mi rostro con una mirada monótona.
No me arrepentiría de lo que pudiera leer.
Él ya había hecho bastante por hoy.
Si quería que le hablara, al menos le diría lo que me había hecho sentir.
―Listo, podemos irnos ―dijo Daren al llegar a nuestro lado. Yo retraje la mano y cerré mi puño para que Daren no pudiera leer lo que había escrito en ella―. ¿Ya desayunaron? Yo lo hice muy temprano y ya muero de hambre. ―Negué ante la pregunta de Daren, yo solo había tomado un poco de yogurt y tenía hambre―. ¿Y tú Vilh?
―Yo estoy bien. Pueden dejarme en el hotel e ir a desayunar ustedes solos ―respondió él.
Me sorprendió mucho su actitud al decir aquello.
No lo había hecho de mala manera.
―No nos molestas. Bueno, a Lisa... ―Negué―. Tampoco, ven con nosotros.
―Está bien ―respondió, encogiendo sus hombros.
Mientras nos dirigíamos al aparcamiento luchaba por quitarme la tinta del lapicero de mis manos.
Típico de la niñez cuando jugabas con lapiceros y te rayabas todo, al menos pasaban tres días y la mancha seguía ahí.
Me desesperaba tanto intentando que desapareciera, no quería que Daren lo llegara a leer.
Sabía que no le gustaría para nada lo que me había dicho Vilh, ya bastante tensión habían entre ambos desde que llegué, no quería empeorarlo.
Abordé el auto y aun continué empeñada en hacer desaparecer las palabras de mi mano sin lograrlo.
Daren lo notó; pasó su mano frente a mí, abriendo la guantera de auto, sacando una pequeña botellita de ella y pasándomela.
―Es alcohol en gel. Eso te quitará la tinta, funciona, ya lo comprobé. ―La tomé y derramé un poco en mi mano, restregué hasta que desapareció. Intenté devolverse a Daren pero el negó―. Yo te la regalo, la ocuparás. Además, tengo más.
―Gracias ―dije por señas.
―Con gusto ―dijo y encendió el auto.
Continuamos nuestro camino, atravesando Miami.
Había tantas cosas que no recordaba; además de muchas diferencias.
Abrí la ventana, dejando que el viento y el olor al mar entraran al auto.
Me encantaba esa briza.
Mi mirada se cruzó con el retrovisor, pude ver a Vilh, de nuevo viajaba en silencio. Mirando el piso del automóvil.
Tal vez si estaba arrepentido realmente por todo lo que me dijo; pero no sabía si creerlo.
Cuando intentó detenerme al bajar del ascensor, pensé que se disculparía, pero luego lo hizo una vez más. Al llegar a la clínica, de nuevo intentó disculparse; en el consultorio volvió a insultarme.
Habían sido tres veces las que Vilh intentó disculparse, para nuevamente atacarme y continuaba arruinando sus oportunidades de obtener mi perdón.
La verdad, ya no sabía que esperar de él.

Daren estacionó el auto a las afueras de un restaurante.
Bajó del auto y yo también lo hice sin esperar a que abriera la puerta por mí.
Vilh de inmediato nos siguió.
―Es extraño que no nos hayamos topado con fotógrafos en todo el día ―mencionó Vilh.
―Aun no saben que ustedes están aquí; no tardarán en aparecer ―dijo Daren mientras caminaban dentro del restaurante.
Dentro, buscamos una mesa en donde ubicarnos, tomamos una a la mitad del restaurante; no nos molestamos mucho en buscar la mejor, simplemente la primera que nos pareciera correcta.

Los menús estaban en la mesa, lo levanté y le eché un vistazo, Daren y Vilh hicieron lo mismo. Después de unos minutos de silencio total pensando en que escogeríamos de comer, un mozo se acercó a nosotros.

― ¿Ya decidieron? ―preguntó.
―Yo sí. Quiero un almuerzo de la casa y un café descafeinado ―pidió Daren.
―Yo solo comeré una porción de frutas tropicales mixtas y un refresco natural, el especial ―indicó Vilh.
― ¿Y la señorita? ―preguntó él mientras tomaba nota.
―Acércate a ella para que te señale lo que quiere del menú. Lisa no puede hablar ―dijo Daren.
―Discúlpeme ―dijo rodeando la mesa y parándose a mi lado.
Primero señalé la bebida, al igual que Daren, se me antojaba un café; pero el mío sería lleno de cafeína y perfumado con vainilla, amaba con locura esos dos sabores juntos. Luego la comida, había muchas cosas apetitosas en el menú, pero quería algo que ni fuera complicado de comer.
Elegí una ensalada de pasta fría, una al estilo americano.
― ¿Solamente? ―asentí―. Pronto estará servido, con su permiso ―dijo para luego marcharse.
―Es una lástima que debas guardar reposo ―dijo Daren.
Yo lo miré interrogante.
¿Por qué lo decía?
Tomé nuevamente mi lapicero; además de una servilleta de papel de sobre la mesa, para escribir.
¿Por qué? ―Escribí y se lo mostré.
―Mañana tengo que marcharme. Debo ir a Orlando para una reunión con los ejecutivos de una empresa para lograr que nos den publicidad. Pensaba llevarte conmigo, ahora no se podrá.
Te irás, ¿enserio?
―Estaré fuera al menos por unos tres días ―respondió él.
Yo puedo ir, empezaré con el tratamiento después. ―Escribí.
Con tanta tensión entre Vilh y yo, me hubiera gustado alejarme por un momento.
―No, Lisa. Tienes que empezar hoy mismo si queremos que estés bien. Luego empezará el trabajo duro y no habrá mucho tiempo. Estos días son el momento perfecto para que descanses. Los chicos tendrán una semana libre para hacer lo que quieran. Hazla tuya también.
Quiero que estés aquí, lo necesitaré.
―Solo serán tres días. Un día de ida, otro de vuelta y el de la reunión. Volveré de inmediato. Tendremos otros cuatro días para pasarlos. Luego empezaremos a trabajar, te unirás oficialmente a nuestro equipo.
Prometes que solo serán tres días.
―Sí, lo prometo. Además, los chicos estarán contigo todo el tiempo, verás que ni te haré falta.
Miré a Vilh.
Esta vez estaba totalmente en silencio, mirando a través en la ventana, total y completamente desconectado de nuestra conversación.
Sus ojos se fijaban directamente al mar, ignorándonos por completo.
Estaba resentida, hasta enojada con él; pero igual me sentía triste porque sabía que él lo estaba.
Tanto Daren como Vilh se habían ganado mi corazón.
Vilh era mi amigo, o al menos, eso era para mí, no me gustaba estar enojada con él.
A Daren, lo extrañaría, no quería que se marchara; pero con respecto a Vilh, era diferente, sentía esas enormes ansias de protección y el peligro era mi misma persona.
No entendía aquella sensación que mi cuerpo producía al verlo. Ese sentimiento estaba ausente con respecto a Daren.
Al contrario, no sentía que debía protegerlo, me sentía protegida.
Me gustaba tenerlos cerca, a ambos.
Pero no encontraba una descripción definida para ninguna de los dos, simplemente los quería.
No me atrevería a decir, ni a mí misma, que en uno de ellos estaba depositado mi amor.

Aun no lo entiendo.

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