Era una de esas mañanas en las que Inés Covenage no quería levantarse, ir a sus típicas clases y terminar sus años perdidos en la Universidad, parecía cada vez más pesado, sentía que no encajaba con ninguno de sus compañeros, bueno no encajaba con ningún ser humano. Con flojera se levantó y se impresionó al notar que el frío de la mañana ya no le afectaba tanto como antes; es más le encantaba. Rumania con sus típicos días fríos y grises parecían combinar con las ruinas de su vida, y aun que tan solo tuviera 27 años; Inés se sentía un alma vieja, le encantaba la música antigua, la ropa anticuada y las modas pasadas la hacían sentirse bien, pero al mismo tiempo todo aquello que ella amaba le ocasionaba un cierto conflicto en su vida social, para todos ella era una sola y triste mujer perdedora.
Aun somnolienta caminó hasta el pequeño baño de la habitación que había rentado y se miró al espejo, nada nuevo; sus ojos color miel seguían cansados como siempre, su cabello castaño oscuro ya casi le llegaba a la cadera y su flequillo le cubría la cejas, así se ahorraba el tiempo en depilarlas. Sin ganas enchinó sus pestañas con una cuchara y solo colocó rímel, solo eso.
Decidió ponerse un vestido gris que le llegaba a los tobillos y una gabardina café para cubrir los "kilos de más" que según ella tenía, se encontraba cegada por lo que la gente decía de sí misma y no obstante no se daba cuenta de lo hermosa que era. Salió de la zona habitacional y caminó por vacías calles del pueblo, el viento soplaba más fuerte de lo normal, y se estremeció acariciando sus brazos para entrar en calor, a pesar de que las calles eran solitarias nunca había tenido ningún problema al cruzarlas, no había reportes de asaltos ni nada por el estilo, pero aquella mañana se percató de que un hombre vestido de negro la seguía, apresuró el paso y cuando notó al hombre más cerca de lo normal corrió hasta la Universidad ya que estaba a una calle más, sofocada por tanto correr se dirigió al baño de chicas, abrió una llave y bebió agua; la garganta le ardía <<¿pero quién era ese hombre? Yo que sepa no le debo nada a nadie>>, pensó mirando su sudor en el reflejo, respiró hondo y tomando su morral de piel se dirigió a su salón, para su buena suerte el profesor no había ido ese día, un poco tensa sintió una mirada penetrante, alguien la miraba desde la ventana y al voltear observó al mismo hombre vestido de negro observándola, su piel era tan blanca y acartonada que no pudo evitar que su piel se erizara, se paró de golpe y todos sus compañeros quienes jugaban a cualquier tontería comenzaron a reírse de su extraña actitud.
—¡Pobre Inés ya está quedando loca, deberían de llevarla al mismo loquero donde está su madre!— Gritó la popular Berrie James sentada en las piernas del "más guapo del salón" y todos comenzaron a reír, Inés sin querer problemas se puso de pie y regresó al baño, era como su pequeño refugio anti gente estúpida, bajó la tapa de uno de los inodoros y comenzó a jugar con tu teléfono, era mucho mejor que aguantar a todos sus tontos compañeros, pero una patada se abrió la puerta donde se encontraba tranquila, y al abrir los ojos era la misma Berrie que venía acompañada de dos chicas más.
— ¿No crees que ya es suficiente Inés? Tu y yo podríamos ser grandes amigas pero... solo hay algo que se interpone en nuestros caminos rumbo a la popularidad, tu eres virgen; y bueno necesitas madurar, ¡pero no te preocupes! Para que veas que soy un encanto convencí a mi novio de que te ayudara con tu problema— Taylor Brady entró con una risa satisfecha tras ver como las dos amigas de Berrie sostenían a Inés inmovilizándola.
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Engatozada: Dorian
Romance(ENGATOZADA Parte 3) Dorian Krentz hechicero poseedor de la magia de Merlín es el encargado de conservar el equilibrio de la magia en el sistema de todas las cosas, y para lograrlo tiene que mantener con vida a Inés Covenage, una mujer solitaria a q...