-TÚ EN MIS SUEÑOS-

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Y aunque la lluvia caía en sus rostros no les importaba, de hecho eran pequeñas gotas que enfriaban sus mejillas tibias, Inés no podía creer lo que estaba pasando; los labios que poseían los suyos eran los de Dorian, de hecho

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Y aunque la lluvia caía en sus rostros no les importaba, de hecho eran pequeñas gotas que enfriaban sus mejillas tibias, Inés no podía creer lo que estaba pasando; los labios que poseían los suyos eran los de Dorian, de hecho... los primeros labios que se atrevían a hacerlo. Él la besaba suave, con calma... quería todo menos espantarla, sus labios jugaban con cada comisura, era como si ese beso hubiera estado predestinado; como si ellos lo estuvieran. Mientras se daban aquel perfecto beso, Inés comenzó a ver imágenes extrañas; vio cosas que aún no pasaba con Dorian, ambos caminando de la mano por una ciudad, se vio comiendo con él y hasta se vio despertando a su lado, entonces Dorian separó sus labios de ella pero aun así no la soltó, de nuevo quedaron frente con frente sin abrir los ojos, los dos sabían que acababa de pasar algo mágico. Inés por otro lado disfrutó el estar aún pegada a su cuerpo, aun que todo era una ilusión de Dorian, ella se encontraba mojada por la lluvia y comenzaba a hacer frio. Después de ese acercamiento ella comenzaba a tener otra perspectiva, era extraño lo que sentía en esos momentos.

—Me enojé porque me hubiera gustado conocerte de esta manera, me frustré.—Dijo Dorian disfrutando del momento.

— ¿Por qué siento que te conozco de siempre?— preguntó alzando la mirada y Dorian le obsequió una ligera sonrisa.

—Viste las visiones... ¿verdad?—Inés lo miró confundida y asintió. —Yo llevo viendo esas mismas visiones desde que tengo diez años. —Dorian al sentir su piel helada  comenzó  a quitar la ilusión y de nuevo aparecieron en la cabaña, como si nunca hubieran  estado en aquella parada de autobús, con la única diferencia de que seguían ahí abrazados frente al libro de las sombras, ni de chiste se soltaban.

—Explícame...— susurró Inés aun sonrojada.

— ¿Me prometes que no escaparas espantada?— Preguntó un poco temeroso, no sabía si ella estaría preparada para esa información.

—Dorian, hace un día yo no era nadie, de repente me querían quemar porque soy bruja y el mago Merlín me rescató haciendo llover fuego, para después llevarme con su familia quienes todos pueden transformarse en gatos— él sonrió al oírla y la dejó continuar.— ¿no crees que ya hubiera salido corriendo?.— Dorian tomó su mano y la guio para que los dos se sentaran frente a la chimenea.

—No sé por dónde empezar...— dijo jalando una silla y se sentó justo frente a ella para mirarla mejor.

—Yo no tengo problema si comienzas por el principio. — respondió buscando su mirada.

—bien... bien, ¿recuerdas que te conté la primera vez que tuve mi acercamiento justo con el libro de las sombras? Cuando mi padre me dañó yo no quería seguir  metido en la magia, me dejó temblando de miedo volver a hacerlo, pero durante casi todas las noches comencé a soñar con una pareja, un hombre pelirrojo adulto y una muy hermosa mujer llamada Inés Covenage.

—Tu... siendo un niño ¿ya soñabas conmigo?  Bueno... ¿con nosotros? ¿Pero cómo? ¿Por qué?

—Yo tampoco lo entendía, ni siquiera reconocía que el del sueño fuera yo, pero los sueños siguieron, justo como en tus visiones, así que sin importar el miedo que tenía volví a la magia, cuando crecí conocí a los ancianos brujos y les pregunté sobre mis sueños, y ellos me contaron una leyenda. —Dorian volvió a dudar y bajó la mirada.

Engatozada: DorianDonde viven las historias. Descúbrelo ahora