-FUEGO EN LA NIEVE-

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Por aquella noche todos se desvelaron platicando juntos en la cabaña, y hasta altas horas se despidieron, Dorian había soltado mucha tensión, no hablarle a sus hermanos por tantos años y de repente contarles la verdad de su vida había sido liberador

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Por aquella noche todos se desvelaron platicando juntos en la cabaña, y hasta altas horas se despidieron, Dorian había soltado mucha tensión, no hablarle a sus hermanos por tantos años y de repente contarles la verdad de su vida había sido liberador.

Cuando al fin se quedaron los dos solos en la cabaña se miraron en silencio, Dorian estaba poniendo todo al fuego para que en un futuro la magia e Inés siguieran vivas, claro estaba que solo sería en caso de que a él le pasara algo.

—Son... encantadores todos, ¿estás bien Merlín?—Dorian asintió mirando al fuego desde su lugar y luego desvió la mirada a Inés quien lo miraba compasiva.

—Sí, me siento libre; no del todo pero si a un 80%— La miró acomodando las sillas de madera y era como estar soñando aun. —Debes estar cansada.

—Sí, hoy pasaron demasiadas cosas; estoy saturada de información sobre magia, brujas y hechiceros, ¿te molesta si ocupó la cama?

—No, ve a descansar— respondió Dorian aun mirando a la nada, Inés no quería dejarlo solo, quería ayudarlo pero no sabía cómo. —Yo dormiré en el sofá. — se paró y caminando hasta ella le dio un beso en la frente y se sentó más cerca de la chimenea.

Inés sin protestar más caminó por el pasillo y se acostó en la cama mirando la puerta abierta, no quería cerrarla; y ahora que tenía la oportunidad de descansar no podía hacerlo porque solo había una  persona en su mente, después de todo ella no era la única que había tenido un día pesado.

— ¡¿Dorian?! — le gritó no muy fuerte pero él no respondió, el silencio en la cabaña comenzaba a abrumarla << ¿y si se fue y no lo vuelvo a ver jamás?>>, pensó Inés con el corazón acelerado,  y justo cuando se pondría de pie para ir a buscarlo una pequeña sombra se asomó cruzando el arco de la puerta, Dorian se había convertido en gato y por eso no contestaba, Inés suspiró tranquilizándose y él solo se sentó justo en la entrada moviendo su colita de un lado a otro. Aun siendo un gato sus ojos la estudiaban con cautela, ella se acostó de nuevo sin dejar de mirarlo tampoco  y le dio palmaditas al lado de la cama que estaba vacía a su lado para que él se acostara con ella.

Él sin dudarlo caminó con gracia justo como un tigre y brincó hasta acomodar su pequeña cabeza en la almohada del lugar vacío, se acostó ronroneando y sin apartar su mirada de Inés, en verdad no quería que se le escapara. Ella estiró su mano hasta su cuerpecito y comenzó a acariciar su cabeza logrando que ronroneara más fuerte.

—No me gusta verte presionado, te prometo que me esforzaré; haré lo que sea para que no te estreses. —Inés cayó rendida ante los arrulladores ronroneos de Dorian y durmió.

—Yo me encargaré de que nadie te haga daño brujita. —susurró con sus últimas energías y aun ronroneando también durmió.

Al abrir los ojos Dorian se estiró y se percató que mientras dormía había regresado a su forma humana, parecía que Inés al verlo desnudo lo había arropado con el hechizo que habían practicado, asimiló toda la situación mientras aun le costaba mantener los ojos abiertos y al girar su mirada al otro lado de la cama Inés no estaba, de inmediato se incorporó y recorrió la cabaña en busca de su chica, pero nada; entonces escuchó un fuerte estruendo de las afueras de la cabaña y salió de inmediato.

Engatozada: DorianDonde viven las historias. Descúbrelo ahora