-FUKAI MORI-

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Aquella noche Doreen le mostró más hechizos a Inés, y después de varias horas de platica entre los tres ella bajó del edificio y se fue, Dorian e Inés encontraban demasiado relajados, la visita de Doreen les había dado mucha confianza para poder convivir juntos, así que los dos comenzaron a limpiar todo el rastro de comida y basura que habían dejado.

—Tu hermana es muy dulce... tienes suerte de tenerla, yo no tengo ningún hermano. —Dijo Inés mientras recogía la basura de la mesa, entonces Dorian dejó de lavar la losa y le prestó atención girándose recargado en el lavabo.

—Antes de todo esto... ¿Quién eras Inés?— preguntó Dorian curioso.

—Odio esa pregunta, porque me enfrenta a mi realidad. —Dorian frunció el ceño al oírla y tomó asiento en una de las sillas, entonces le dio golpecitos a la silla que estaba justo a su lado para que Inés se sentara, ella lo miró con los ojos húmedos y se sentó con él mirando al vacío. Era la primera vez que se sentaba a platicar con alguien y le costaba mucho.

—Yo no juzgo a nadie, así que puedes contarme. —Escuchó decir a Dorian quien le prestaba atención.

—Yo... yo no soy nadie, crecí en un orfanato sin conocer a los que me dieron la vida, varias familias me adoptaron pero... siempre me regresaban, así que cuando cumplí los diecisiete escapé, por días viví en la calle, cuando quisieron corromperme no pudieron y busque un trabajo, con lo poco que ganaba pagué una habitación en la casa de unos ancianos, ahí estuve por diez años, con esfuerzo me pagaba la universidad, aun así me sentía como autómata, jamás hice algo que realmente me beneficiara, jamás tuve amigos ni pasiones, siempre pasé desapercibida hasta el día en que asesine a un compañero.—las lágrimas de Inés comenzaron a salir sin hacer ruido y las limpiaba apenada.

— ¿Qué fue lo que pasó para que lo asesinaras?— susurró cerca de ella, pero esta vez la pregunta no permitió que ella disfrutara de su cercanía.

—Era un grupo de mujeres... ellas siempre me querían presionar para ser igual de "experimentada" que ellas, y como no cedí enviaron a un chico a que me "iniciara" en contra de mi voluntad. —de la nada sintió la mano de Dorian posarse sobre la suya y aun así no podía mirarlo, el tema era vergonzoso para ella y ahora se lo estaba contando a su nuevo amor platónico. — Él me acorraló en el baño y después no recuerdo que pasó, solo sé que cuando abrí los ojos él estaba muerto frente a mí.

Dorian se encontraba serio, no podía creer que existiera alguien que pudiera pensar en hacerle daño a Inés, para él Inés era una mujer muy delicada, aunque sabía la fuerza que guardaba; no dejaba de verla como una delgada copa de cristal.

—Yo te juro que yo jamás hubiera querido lastimarlo— Esta vez Inés comenzó a sollozar, ya no aguantaba más la presión. —Yo hasta le pedí que me dejara ir, le dije que no lo acusaría con nadie. —Dorian no aguantó más el verla mal y acercándose más la jaló hacía él y la abrazó. Ella tenía sentimientos encontrados, de hecho era el primer abrazo que alguien le daba, él acariciaba su cabello mientras ella estaba recargada en su hombro, entonces él la separó un poco y tomó su cara con ambas manos.

—Quiero que me escuches Inés, tu cuerpo reaccionó solo ante el peligro, quiero que dejes de pensar que tienes la culpa, por que no; no es así, lo hiciste y punto... en esta vida causaras y te causaran mucho daño, pero tienes que dejar ir... —Volvió a abrazarla y se movía lento para consolarla. Dorian recordó que Doreen lo abrazó igual después de que su padre lo golpeara, a veces un abrazo te sana el alma, y más cuando quien te lo da es especial para ti, los abrazos contienen magia. —Tu no encajabas en ningún lado porque naciste para servir a la magia, me costó mucho entenderlo también, pero siempre hay alguien que te guía, y te prometo que yo me encargaré de eso, por mi parte jamás estarás sola de nuevo, yo te lo juro.

Engatozada: DorianDonde viven las historias. Descúbrelo ahora