Inés llegó a un bosque muy hermoso, había una zona de árboles increíbles, en aquel lugar no había pasto, pero sin embargo la tierra que había por todo el lugar parecía brillar, era un tipo de tierra virgen, Inés caminó con desgana hasta el centro del lugar y ya estando ahí se acostó rendida, no le importaba ensuciarse o que alguna alimaña se le subiera, solo estaba rendida; desde que se paró aquel día las situaciones no se habían detenido, estaba cansada. En silencio se maravilló al ver como la luz del sol se filtraba por los arboles regando la luminiscencia, miró el cielo y disfruto esos pequeños momentos en los que estaba sola, era inevitable no llorar después de haber perdido a Dorian, aun le costaba creer que todo se había acabado tan fácil de un día para otro.
Cerró sus ojos y disfrutó de la brisa, parecía que nadie vivía cerca de donde ella se encontraba y eso hizo que se relaja aún más, así nadie interrumpiría su pequeña agonía.
—Dorian jamás hubiera dejado que me fuera, él no lo hubiera aceptado— Se dijo así misma intentando convencerse, y al recordar cuando él la cargó en sus brazos para llevarla a dentro y curarla comenzó a sollozar.
— ¡Pero qué suerte tengo! ¡La última Covenage aquí sola en el bosque!—Inés de inmediato se paró al escuchar la voz de una mujer vestida de negro, ella sí que parecía una bruja; se dio cuenta que era una protectora de la realidad y aun intentando no llorar limpió sus lágrimas, juntó sus manos para crear una esfera de energía pero no salía nada, su vibración se encontraba demasiado baja como para defenderse y su última energía la ocupó para irse de la casa de Dorian. —La niña está muy débil... pobrecita, yo me encargaré de acabar con tu dolor...—La protectora de la realdad creó una gran esfera de energía negra e Inés se encontraba demasiado cansada por los últimos sucesos, rendida se dejó caer en el pie de un árbol y cerró los ojos esperando su muerte, justo cuando la protectora de la realidad le lanzaría un hechizo otra esfera de luz entró de algún lugar e hizo derretir a la protectora de la realidad justo como si de una vela se tratase.
Inés abrió los ojos al sentir que nada había pasado y se volvió a parar desconcertada, al mirar a unos cuantos metros donde ella se encontraba apareció un hombre asiático, vestía pantalones a su medida y un saco negro perfecto, su cabello lacio se encontraba perfectamente recortado, caminó en dirección a Inés y la miró preocupado.
— ¿Te encuentras bien?— Le preguntó con una voz completamente etérea y varonil, Inés limpió las ultimas lagrimas que aun recorrían su rostro y asintió recogiendo sus cosas.
—Sí, muchas gracias por ayudarme...—El hombre sonrió encantadoramente y le estiró la mano.
—Mi nombre es Morgan Leblanc—Inés sonrió un poco tímida y también se presentó.
—Inés Covenage, yo me iba a defender pero mi vibración esta tan débil que no salió nada. — levantó los hombros dudosa y Morgan sonrió.
—Ah, tu eres la chica que tendrá descendientes con Dorian Krentz...— Los ojos de Inés casi se salen de sus cuencas al escucharlo y de inmediato negó.
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Engatozada: Dorian
Roman d'amour(ENGATOZADA Parte 3) Dorian Krentz hechicero poseedor de la magia de Merlín es el encargado de conservar el equilibrio de la magia en el sistema de todas las cosas, y para lograrlo tiene que mantener con vida a Inés Covenage, una mujer solitaria a q...