LA ROSA INMORTAL

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Inés lo observó caminar a los libreros que tenía y comenzó a tomar varios libros muy antiguos, lo miraba ir de un lado a otro; verlo era muy interesante, era tan misterioso que le resultaba muy atrayente, su cabello pelirrojo y su barba lo hacían ver sabio y su piel blanca y ojos verdes  le hacían ver intimidante, se dejó llevar y siguió mirándolo por un rato hasta que él se giró y chocaron las miradas; entonces Inés prestó atención de nuevo a su plato.

Él caminó con los libros en los brazos; que por cierto eran muy fuertes y los dejó caer de golpe en la mesa, Inés cerró los ojos espantada y cuando subió la mirada Dorian estaba a unos centímetros de su cara estudiando sus rasgos, alzó una ceja divertido por su reacción y se alejó un poco volviéndose a sentar a su lado, tomó uno de los libros y se lo entregó.

— ¿Principios de la Hechicería? —Inés tomó el libro y al abrirlo una araña patona salió de un costado lo cual la hizo pararse de su silla y alejarse espantada, Dorian resopló para contener su risa pero al final sonrió de una manera tan encantadora que hizo que a Inés se le olvidara el susto.

Dorian tomó en su mano a la pequeña araña y con su dedo le indicó a Inés que se acercara, abrió el cajón de su escritorio y sacó un pequeño espejo, Inés se acercó un poco y observó cómo Dorian ponía el espejo frente a la araña y esta comenzaba a alzar sus dos patas delanteras para después hacer un baile de cortejo que resultaba muy gracioso. Inés sonrió al ver la tierna escena con Dorian y la araña hasta que él le extendió su mano para que tomara la suya, aun nerviosa aceptó el gesto y Dorian la colocó delante de él y rodeándola con sus brazos sostuvo el espejo para que Inés viera mejor lo que la araña hacía, y aun que el propósito de Dorian era mostrarle la araña, ella no podía concentrarse ya que podía sentir el calor que desprendía estando delante de él, podía oír su respiración caliente cerca de su oído y hasta podía saborear el delicioso perfume que desprendía de su ropa, en silencio le rogaba al cielo que dicho perfume se impregnara en ella para después gozarlo en soledad.

Dorian se enderezó y la araña se fue, entonces Inés la observó y al girarse de nuevo Dorian estaba frente a ella inmóvil, pero esta vez ella mantuvo su posición.

—Jamás pensé que las arañas hicieran eso, fue muy lindo. —Dorian asintió feliz y escribió

 —Dorian asintió feliz y escribió

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Engatozada: DorianDonde viven las historias. Descúbrelo ahora