Un poco aburrida esperando a que las ninfas llegaran por ella tomó de su mochila el polvo compacto que le había dado Merlín, se sentía nerviosa de repente, era cuando más necesitaba a su madre para afrontar las cosas venideras, así que tomó el pequeño espejo y lo abrió.
—Quiero ver a mamá... — dijo en voz baja pensando sin tanta fe en sus propias palabras, pero tras largos diez segundos no apareció nada, decepcionada lanzó el espejo a la cama y se paró de nuevo frente a la ventana, entonces una voz femenina la hizo girar un poco impresionada.
—Te miras hermosa hija... —replicó el eco del espíritu de Tiana Covenage quien flotaba frente a Inés y en su rostro se mostraba el orgullo de ver a su hija vestida lista para el ritual.
— ¿Mamá?—Tiana asintió sonriendo e Inés no pudo evitar las lágrimas al verla.
—Eres tan hermosa como siempre lo pensé, eres idéntica a mi cuando tenía tu edad—el fantasma de Tiana se acercó más a ella y con su transparente mano tocó la mejilla de Inés, aunque no se sentía podía sentir la dulce energía proveniente de su madre, — Inés, perdónanos por haberle dado más importancia a la magia que a ti, mi niña, no hay día en que no imagine el cómo hubiera sido verte crecer, lo lamento mucho.
—No, ustedes pelearon por conservar la magia, y si no hubiera sido así yo no estaría viva, estoy orgullosa de los grandes hechiceros que tú y mi papá fueron, el simple hecho de haberme dado la vida es algo que nunca me cansaré de agradecerles. — Tiana la miró feliz e Inés continuó. —En unos momentos será mi ritual de iniciación, y a la vez me casaré con el mejor hombre de mundo, estoy muy nerviosa Madre.
—Tu nerviosismo es normal, ¡te casaras! No dudes de ti en ningún momento, tú tienes el potencial de ser a mejor hechicera que jamás nadie conoció, eres una Covenage y tu línea de sangre lleva magia de sobra por que viene del gran Merlín, tu naciste con la magia dentro de ti, ahora solo cree en que eres capaz de todo. —cuando terminó de decírselo las ninfas tocaron la puerta. —Jamás lo olvides... —Tiana volvió a entrar al espejo y la puerta se abrió.
—Está todo listo mi señora. —Inés asintió y ellas le colocaron la capa roja que Dorian le había regalado, al salir de la habitación el ambiente se sentía un tanto sagrado, todos los hechiceros llevaban túnicas blancas y todos llevaban una vela en sus manos. —La túnica roja simboliza el elemento del amor y es para que jamás falte en sus vidas— Por la mente de Inés pasaron todas las veces en las que Dorian le había sonreído, para ella era la mejor sonrisa del mundo, de su pelirrojo favorito, de aquel hombre que no temía decirle que la amaba y que jamás se cansaba de jurarlo, era tan dulce y apacible, tan tierno y al mismo tiempo varonil que no sabría cómo sacárselo de la cabeza jamás, y es que todas las mujeres podrían morir por Dorian, pero Dorian solo moriría por una... por ella.
Las diez ninfas guiaron a Inés por un largo sendero adentrándose cada vez más en el oscuro bosque hasta llegar a un hermoso campo, y ahí ya se encontraban todos los estudiantes hechiceros vestidos con sus túnicas, en el centro había un enorme circulo y dentro de él cuatro velas apagadas, al lado de cada una había algo de cada elemento, de izquierda a derecha estaba el agua, una antorcha que simbolizaba el fuego, un tarro con tierra y en el ultimo un molino que giraba con el viento. Fuera del círculo se encontraban los tres brujos ancianos con una túnica negra, pero Inés no veía a Dorian por ningún lado.
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Engatozada: Dorian
Romance(ENGATOZADA Parte 3) Dorian Krentz hechicero poseedor de la magia de Merlín es el encargado de conservar el equilibrio de la magia en el sistema de todas las cosas, y para lograrlo tiene que mantener con vida a Inés Covenage, una mujer solitaria a q...