-SONATA N° 5 DE DORIAN-

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Mientras caminaba al lado de Merlín en silencio, por su mente pasaban miles de situaciones a las que podría enfrentarse, y aun que estaba muy enojado con Merlín; sabía que él tenía razón

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Mientras caminaba al lado de Merlín en silencio, por su mente pasaban miles de situaciones a las que podría enfrentarse, y aun que estaba muy enojado con Merlín; sabía que él tenía razón.

—Sé que no es justo quitarte a Inés, pero en parte debes comprender que si no superas tu pasado y sigues cargando ese lastre... con el tiempo harás que Inés lo cargue, podría ser un conflicto futuro. —Merlín sin dificultad abrió un portal y ambos entraron, parecía que estaban a las afueras de la mansión Krentz, lo único que cambiaba era que todo parecía verse en blanco y negro.—A partir de aquí tienes que entrar solo, te deseo mucha suerte.

Dorian sin mirarlo caminó hasta la entrada y Merlín lo llamó.

—Dorian... tienes que ser objetivo con lo que harás, ya que esto afectará en tu futuro, cualquier cosa que puedas cambiar lo alterará. —miró a Merlín triste y entró a la mansión.

La mansión parecía ser exactamente la misma solo que un poco más terrorífica, para él así lo era cuando solo era un miniño. Miró los cuadros de las paredes y de repente un grito lo distrajo.

— ¿Por qué solo Devlin puede tener clase de ciencias? ¡Yo también quiero padre!— escuchó gritar a Kilian de doce años reclamándole a su padre, Maxwell Krentz.

—Porque tu hermano tiene el talento Kilian, en vez de insistir ve a tus clases de algebra— Maxwell se soltó del brazo del pequeño Kilian con brusquedad y miró en dirección a Dorian. —Y tú en vez de mirar deberías estar tocando el piano Dorian. —Al girarse Dorian observó que dé tras de él se encontraba su yo de diez años, cabizbajo y con los hombros caídos, el pequeño caminó por su lado y subió las escaleras sin ganas. —Tienes dos minutos para practicar una última vez la canción que toca, después subiré a evaluarte.

Dorian se sentía de nuevo como ese niño, ¿Cómo ver a su padre y no despreciarlo? Subió las escaleras siguiendo a su yo pequeño y lo observó sentarse en el banquillo del piano, miró como el pequeño antes de tocar se miraba las manos aun con cicatrices y con desgana comenzó a tocar una canción muy hermosa pero sin embargo para él era la canción más melancólica del mundo. Cuando su padre no lo mirada tocar todo le salía perfecto, pero al escuchar sus pasos por la escalera su sangre se helaba, sus dedos se volvían torpes, y aun que Maxwell pensara que él lo obedecía por respeto, en realidad era el miedo que lo paralizaba.

—Toca la sonata Dorian. — su respiración comenzó a agitarse ya que por el rabillo del ojo notó el látigo en su mano, y aunque aún no comenzaba a tocar una lagrima ya se le había escapado por el pavor de equivocarse. Dorian miró la escena y caminando se sentó al lado de su yo para intentar relajar al pequeño.

—Despacio, mientras toques las teclas con suavidad no se resbalarán. — le dijo al pequeño y él alzando la mirada parecía que sí lo podía ver. Entonces el pequeño se armó de valor resoplando una vez y comenzó a tocar, Dorian observó a su padre quien ponía el látigo de tras al notar que no se equivocaba, y cuando terminó la canción la última nota se desafinó y de repente el látigo golpeó las manos del pequeño haciendo brincar a Dorian.

Engatozada: DorianDonde viven las historias. Descúbrelo ahora