Estuve dormida profundamente hasta que comencé a sentir un inmenso frío que, yo juraba, no había estado ahí ayer.
“Genial, Charlotte. Ya te enfermaste” me regañé a mí misma porque no había una explicación más lógica para ese suceso, no tardé en culpar al pijama que no servía para cubrir del frío.
Volteé a ver a Doménico para darle la noticia pero sólo confirmé que no solamente yo me estaba congelando.
El chico que había decidido venir conmigo se encontraba en el piso temblando.
—Doménico si quieres...—Iba a proponerle que se acostara en la cama conmigo pero fui interrumpida por el sonido de la perilla girándose.
A la habitación había entrado un hombre de cabello oscuro y ojos azules, que tendría alrededor de treinta años. Estaba vestido muy formal para lo que yo consideraba el infierno, pero no dije nada ya que este lugar no era nada como yo lo había imaginado desde un principio.
—Buenos días—saludó serio—. Mi hermana me ha pedido que les dijera que bajen a desayunar en cuanto acaben de alistarse, ella estará esperándolos—anunció rápidamente—. En el closet están unas prendas que pueden usar, no demoren mucho—agregó antes de caminar hacia la puerta.
Dicho esto el hombre salió de la habitación sin siquiera haberse presentado, tampoco es que muriera de ganas de conocer a algún hermano de Lucy. No se veía que él pudiera ser más agradable que ella.
—Buenos días, Doménico—saludé mientras me levantaba de la cama.
—Buenos días, Charlotte—contestó Doménico levantándose del piso y estirándose.
—¿Dormiste bien?—pregunté mientras me dirigía al closet para ver que ropa había.
—El frio no me dejó dormir—respondió mientras cruzaba sus brazos para poder conservar algo de calor—. ¿Qué ropa crees que haya adentro?
—Presiento que será como mi pijama. Reveladora y nada caliente—fue toda mi respuesta mientras abría el closet.
Para mi sorpresa en él había ropa muy bonita, y calentita. Lo malo es que no había mucha variedad porque sólo se encontraban dos cambios. Uno para Doménico y el otro para mí.
Para mí había un pantalón de mezclilla entubado, unas botas altas color café, una blusa de cuello de tortuga color rosa claro; un saco, que se veía un poco largo, color blanco como la nieve; una boina de estambre del mismo color y unos guantes rosas.
El atuendo, en pocas palabras, era dulce.
Volteé a ver el lado donde se encontraba lo de Doménico y pude observar que le habían dejado un pantalón de mezclilla oscura, unos zapatos de piel negros, una playera de cuello de tortuga gris y manga larga; un saco para invierno de color negro, una bufanda con rayas grises y negras; y unos guantes negros sin cubierta para dedos como los que usan los vagabundos.
Se podría decir que su ropa era la versión masculina de la mía.
Doménico propuso que usara yo primero el baño con la excusa de que yo podía tardar un poco más. Su única petición fue que si acababa de arreglarme antes de que él saliera de la ducha lo esperara para ir con Lucy los dos juntos.
No me quejé y entré al baño.
Encendí la llave de la bañera y esperé a que el agua caliente llegara a una altura poco más de la mitad, así cuando entrara ésta no se desbordaría. Una vez que estuve satisfecha con la cantidad de agua, entré poco a poco hasta quedar acostada y con sólo mi cabeza fuera del agua.
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Cae Nieve en el Infierno
Fantasy(La historia está siendo editada actualmente) Charlotte Lowell es una chica toda su vida había querido ser una psicóloga forense. Pero el cruel destino hace que muera cuando está en camino a su primer clase. Ella va al cielo pero no es feliz porque...