Capítulo 32: Charla a solas

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Quería gritar pero las palabras no salían, hasta que vi a Doménico y Lucy detrás de mí. Yezca se detuvo rápidamente.

— ¿Qué haces hermanito?—preguntó Lucy contenta.

—Choqué con Charlotte y la ayudé a levantarse—dijo Yezca en un tono serio.

—¿Eso es cierto Charlotte?—me preguntó Doménico mientras veía a Yezca de reojo.

—Sí—dije yo recordando que no debía hablar sobre la amenaza.

—Eres muy amable hermano—dijo Lucy mientras abrazaba a Yezca.

—No me llames así—dijo Yezca y se fue hacía donde estaban los juguetes rotos.

—Ay que humorcito—dijo Lucy fingiendo miedo.

Admitiré que jamás me había sentido tan aliviada en toda mi vida. Había algo en Yezca que me mataba del susto, supongo que es una persona que no tiene nada que perder porque vive bajo las ordenes de su hermana quien aparenta ser menor que él y para su padre es sólo un hijo más del montón.

Pensar en eso me recordaba a mi familia, aunque sé que desde que llegué aquí no había pensado en ellos la verdad es que los extrañaba mucho. No soy insensible pero la verdad me alegra que no estén aquí y estén vivos.

En medio de toda esa nostalgia no me di cuenta cuando había llegado hasta la casa/mansión/palacio de Lucy.

Cuando atravesé la puerta Lucy volteó a verme y me dijo:

—¿Podrías acompañarme a mi habitación?—me dijo seductoramente.

—Eeeee…claro—dije yo asustada.

En esos momentos estaba segura que fuera lo que estuviera planeando sucedería en ese momento, quería llamar a Doménico pero me asustaba que después se pusiera molesta como otras veces y Doménico me obligara a volver al cielo.

Estaba frente a la puerta y ella al ver que dudaba me dio un pequeño empujón para que pasara, así lo hice y ella me indicó que me sentara junto a ella en la cama pero me quedé parada.

—Siéntate—dijo ella viéndome algo molesta.

Me senté en la cama lentamente porque sentía que ella podía saltar sobre mí en cualquier momento si no me cuidaba.

—¿Qué pasa?—pregunté viéndola de reojo.

—Quiero saber que fue lo que te hizo Yezca—dijo ella cambiando su cara enojada a una realmente alegre en cuestión de segundos.

Comienzo a creer que ella sabe todo de todo, no sé si tendrá cámaras hasta fuera de la caja de juguetes pero siempre sabe todo.

—Nada…—dije yo bajando la cabeza.

—No juegues conmigo Charlotte sé que te hizo algo—dijo ella impaciente por escuchar.

—Realmente no me hizo nada sólo chocamos y él me ayudó a levantarme—dije yo viendo a otro lado.

—¿En serio no te hizo nada?—preguntó con un poco de… ¿decepción?

—No—dije yo ya molesta.

—Bueno…—dijo ella bajando la cabeza como una niña pequeña a punto de llorar.

—¿Hay algo más que me quieras decir?—pregunté viéndola.

—¿Vas a dejar que Doménico vea a Bianca?—me preguntó mientras se acostaba boca abajo poniendo sus manos bajo su barbilla.

—¡Claro que no!—grité.

—¿Por qué no?—me preguntó viéndome con ojos tristes.

—Porque no—dije yo molesta.

—¿No quieres saber porque está aquí?—preguntó ella de una forma persuasiva.

—Claro—dije yo pensando que me diría.

—Pues deja que tu angelito la vea—dijo ella viéndome con esa molesta sonrisa.

—¡No quiero!—dije enojadísima.

—¡¿Por qué no?!—me dijo con esa voz tenebrosa que hace cuando se enoja.

—¡Porque no y punto!—dije e iba a salir de la habitación.

—No salgas Charlotte—dijo ella con esa misma voz y esta vez sus ojos cambiaron de color negro como las otras veces cuando estaba enojada.

—¿Y si salgo qué?—pregunté viéndola.

—Te vas de aquí para siempre.

Cae Nieve en el InfiernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora