Capítulo 42: El sufrimiento apenas había comenzado

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Me levanté sintiéndome pésima, supongo que porque iban a obligar a Violeta a decirme algo de lo que claramente no le gusta hablar, pero bueno yo no puedo ayudar con eso.

Me bañé como de costumbre y me puse un pantalón de mezclilla con unas zapatillas tipo converse además de una blusa de manga larga con una chaqueta roja de la cual me enamoré porque como ya he dicho mi color favorito es el rojo.

Doménico cuando yo me cambiaba se metió y dio una ducha rápida, luego se puso una playera gris muy calentita con una bufanda azul, un pantalón de mezclilla y unos tenis blancos muy bonitos, también se puso un gorro porque su cabello ya estaba algo largo y le dio algo de pereza peinarse.

Cuando bajamos a desayunar comimos rápido unos pastelillos ya que Lucy tenía prisa por llegar hasta la caja de juguetes.

Cuando llegamos vi que la puerta de mi oficina estaba abierta y ahí estaba Violeta sentada mordiendo las uñas de sus manos de manera nerviosa y con muchos moretones en sus manos y brazos, estoy segura que le hicieron algo y eso no es bueno.

—¿Porqué llegaste tan temprano?—me preguntó sorprendida.

—Lucy hoy tenía prisa—dije yo mientras me sentaba frente a ella.

—Supongo que para escuchar esta historia que siempre me pide contar—dijo ella muy seria.

—Bueno adelante—dije yo impaciente.

Ella se tomó su tiempo y dio un profundo respiro y luego volteó a verme, creo que lo que fuera que iba a decir era muy difícil.

—Bueno… no sé por dónde empezar—dijo ella algo apenada.

—Háblame primero de tú familia—dije yo viéndola.

—¿Mi familia?—preguntó ella como si no hubiera tenido una.

—Sí, tú papá y tu mamá—dije yo viéndola.

—Claro… mi mamá era una mujer muy atractiva ella era muy idéntica a mí pero ella irradiaba alegría a todos los que la veían, en cuanto a mi papá estuvo con nosotras hasta que cumplí ocho años—dijo ella muy seria.

—¿Las abandonó o tu mamá lo botó?—pregunté viéndola.

—Él murió de SIDA—dijo ella dándome una mirada que hacía que quería que la tierra me tragara.

—Yo no sabía, en serio lo siento mucho—dije yo roja de la vergüenza.

—No te preocupes—dijo ella pero en realidad se veía molesta.

—Supongo que eso quiere decir que tu mamá también la tenía…¿no?—pregunté avergonzada.

—Sí, incluso yo adquirí el virus sin darme cuenta, es más ni mi mamá recuerda muy bien como pasó.

»Y nos contagiamos porque mi papá tuvo que tener una operación de emergencia y una de las jeringas con las que lo inyectaron estaba infectada y él tardó mucho tiempo en saber lo del VIH. Cuando llegó a la fase del SIDA no pudo soportar mucho y murió—dijo ella seria.

—¿Cómo era tú papá?—pregunté curiosa.

—Era un hombre honesto igual que mi mamá, siempre jugaba conmigo e incluso me introdujo a que practicara beisbol pero cuando mi mamá se enteró de que yo también tenía el virus me sacó de las practicas ya que terminaba con muchos raspones y mi mamá temía que contagiara a algún compañero de mi equipo. En medio del ocio nació mi amor por la pintura y mi mamá como la buena persona que fue me apoyó hasta el final.

—¿Qué pasó con tu mamá?—pregunté interesada y preocupada por ella.

—Ella tuvo que cargar conmigo sola ya que no podía salir con hombres sin que estos no les importara el hecho de que ella estuviera infectada… con eso de que sólo buscaban una cosa de ella y no era una amistad...

Cae Nieve en el InfiernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora