Capítulo 2: El cielo (Editado)

4.7K 195 31
                                    

De repente, sin ningún aviso, estaba frente a una puerta blanca. Era común y corriente sólo la distinguía el color blanco.  

No pude evitar estar desconcertada por ese inusual hecho. ¿Qué había pasado con el taxi?, pero como no veía nada más ni a alguien que pudiera aclarar mi duda, pensé que lo más lógico sería abrir la blanquecina puerta en busca de alguna respuesta. 

El lugar era igual sólo pude contemplar blanco, sillones blancos, mesas blancas, floreros blancos con rosas blancas. En fin, todo era  

Dentro ahí pude ver que había un señor sentado observando un montón de papeles, muy concentrado en su tarea, pero no lo suficiente para no notar mi presencia.  

—¿Cuál es su nombre?—preguntó mientras seguía checando los papeles. 

Observé al hombre con más detenimiento. No podría tener menos de cuarenta años, su barba era apenas visible, lo más seguro no se había afeitado en la mañana; sus ojos cafés quedaban perfectos con su cabello canoso. Para su edad se veía decente y como no había malicia en su voz no dudé en responder a su pregunta. 

—Charlotte. 

—No es que quiera ser grosero pero necesito más de un nombre. No piense que es la única esperando—regañó el hombre algo disgustado. Más de lo que debería, a mi parecer. 

—¿Esperando?—pregunté sin poder evitar sonar un poco idiota. La palabra había logrado captar mi atención porque no veía a nadie a mi alrededor aguardando a que le contestará a aquel sujeto. 

—¿Piensa decirme  su nombre o acaso quiere que la mande más abajo?—Se notaba lo apresurado que estaba por el tono de su voz. 

¿Abajo?, pensé en preguntar pero el hombre seguía impaciente por mi respuesta. 

—Ya. Tampoco es para que se moleste—me quejé—. Mi nombre es Charlotte Lowell—le respondí ya molesta por lo grosero que había sido. 

—Parece que todo está bien. Puede pasar por la siguiente puerta, señorita Lowell. 

—Gracias—contesté aunque no estaba segura de qué estaba agradeciendo. 

Había otra puerta blanca.  

Al parecer no conocían otro color. 

Pasé y me encontré con un sujeto muy alto, rubio y con muy buen cuerpo. Era muy guapo aunque un poco desalineado. No me pueden culpar por notarlo, soy mujer y él era muy agradable a la vista. 

—Bueno días, Charlotte—saludó alegre—. Supongo que estás muy confundida y necesitas algunas respuestas—dijo él en mi dirección. 

Instintivamente volteé para atrás porque pensé que se lo podía decir a alguien que se encontraba detrás de mí. Hasta que recordé que dijo “Charlotte” al saludar. 

Lo siento soy algo lenta cuando de hombres se trata. 

—Unas pocas—contesté aunque no había preguntado nada—. En primera, como creo que he muerto, ¿me juras que este es el cielo? 

No hallaba una explicación más lógica para lo que había ocurrido desde que se me ocirrió cruzar la primera puerta. 

—Claro. Me imagino que esperabas nubecitas en vez de pisos. ¿No es así?—preguntó con una sonrisa que hacía que se le marcaran dos hoyuelos en cada una de sus mejillas. 

—Tal vez…—le respondí mientras seguía observando cada detalle de su apariencia. Desde su vestimenta, que eran unos pantalones de mezclilla, unos converse negros y una playera gris de manga larga arremangada; hasta sus ojos cafés. 

Cae Nieve en el InfiernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora